WASHINGTON, DC. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, permitió la publicación de 2 mil 891 documentos hasta ahora clasificados sobre el asesinato de John F. Kennedy, pero retuvo algunos tras recibir presiones del Buró Federal de Investigaciones (FBI) y la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Trump ordenó a su equipo revisar los documentos retenidos o censurados a lo largo de los próximos seis meses, con la idea de volver a pronunciarse sobre el asunto, y quizá publicar algunos más, en abril de 2018, según explicaron altos funcionarios estadounidenses.
“Ordeno que el velo se levante” sobre el último tramo de documentos relativos al asesinato de Kennedy que el gobierno estadounidense mantiene confidenciales, dijo Trump en un memorando presidencial.
Trump aseguró que “el pueblo estadounidense espera y merece el mayor acceso posible” a los archivos sobre ese hito histórico, pero que, de los 3 mil 100 documentos que poseen los Archivos Nacionales, “alguna información debe seguir censurada”.
“No tengo otra opción, hoy, que aceptar esas censuras en lugar de permitir un daño potencialmente irreversible a la seguridad de nuestra nación”, afirmó el presidente.
Una de las funcionarias confirmó que “la gran mayoría de las solicitudes” de que Trump mantuviera censurados ciertos documentos “provinieron del FBI y la CIA”.
A esas agencias les preocupaba que los archivos expongan “la identidad de individuos implicados y su papel como informantes de una investigación de seguridad o inteligencia”, quienes aún pueden seguir vivos hoy.
LA CONEXIÓN MEXICANA
Varios expertos en la historia y los documentos sobre Kennedy ya habían adelantado que los archivos del Gobierno que aún estuvieran ocultos estarían, en su mayoría, solo “tangencialmente” relacionados con el asesinato, y no contendrían ningún “bombazo”.
Pero los historiadores esperaban encontrar alguna respuesta sobre la visita a México del presunto asesino de Kennedy, Lee Harvey Oswald, seis semanas antes del infame suceso.
Los archivos recién publicados contienen menciones al programa que utilizó la CIA para escuchar las conversaciones en las embajadas de Cuba y la Unión Soviética en la capital mexicana, ambas visitadas por Oswald en septiembre y octubre de 1963.
“En 1970, había un archivo cronológico de la vigilancia en las embajadas cubana y soviética (...) pero esos archivos habrían sido destruidos”, indica un documento de marzo de 1978.
Otro cable refleja una entrevista con la secretaria del cónsul cubano en México, Silvia Durán, que asegura que Oswald le pidió un visado de tránsito por Cuba de camino a la Unión Soviética y que, cuando vio que conseguirlo era difícil, se “enfadó extremadamente”.
En uno de los documentos, fechado el 25 de julio de 1969, se lee como la escritora mexicana Elena Garro estuvo en la mira por su posible conexión con Oswald.
Un agente encubierto se relacionó con Garro y en una de sus conversaciones ella le comentó que en septiembre de 1963 estuvo en una fiesta con Oswald en casa de un primo, pero después el FBI descubrió que la fiesta había sido en otro lugar, por lo que dejó de confiar en su testimonio.
La CIA tampoco presionó por esa línea debido a la relación cercana del jefe de la agencia en México y el entonces secretario de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz, describe la fuente.
Después de tantos años, las teorías conspirativas siguen apuntando a la participación del crimen organizado, de Cuba o incluso de una camarilla de agentes de seguridad de EU.