/ miércoles 23 de septiembre de 2020

China lleva su programa de campos de trabajo al Tíbet

Instala a campesinos en centros de formación tipo militar, muestran informes

China está apartando de sus tierras a un número cada vez mayor de trabajadores rurales tibetanos para llevarlos a centros de formación de tipo militar recientemente construidos, donde se convierten en trabajadores industriales, a semejanza de un programa desarrollado en la región occidental de Xinjiang que grupos de defensa de los derechos humanos califican de trabajos forzados.

Pekín estableció cuotas para la transferencia masiva de trabajadores rurales a otros lugares del Tíbet y de China, según más de cien artículos de medios de comunicación estatales, documentos de las oficinas gubernamentales en el Tíbet y procuraciones publicadas entre 2016 y 2020. La medida de las cuotas supone una rápida expansión de una iniciativa puesta en marcha para proporcionar trabajadores leales a la industria china.

Una publicación en el sitio web del gobierno regional del Tíbet del mes pasado informó de que más de medio millón de personas fueron formadas como parte del proyecto en los primeros siete meses de 2020, alrededor del 15% de la población de la región. De este total, casi 50 mil han sido transferidos a puestos de trabajo dentro del Tíbet y varios miles han sido enviados a otras partes de China. Muchos terminan en trabajos poco remunerados, incluyendo la fabricación de textiles, la construcción y la agricultura.

“Este es ahora, en mi opinión, el ataque más fuerte, claro y directo contra los medios de vida tradicionales tibetanos que hemos visto casi desde la Revolución Cultural” de entre 1966 y 1976, dijo Adrian Zenz, investigador independiente del Tíbet y Xinjiang, que compiló las principales conclusiones sobre el programa. Estas conclusiones se detallan en un informe publicado esta semana por la Fundación Jamestown, un instituto con sede en Washington D.C. que se centra en cuestiones políticas de importancia estratégica para EU. “Es un cambio forzoso desde un estilo de vida basado en el nomadismo y la agricultura hacia el trabajo asalariado”.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de China negó las acusaciones y dijo que China es un país con un Estado de derecho y que los trabajadores son voluntarios y debidamente compensados.

China tomó el control del Tíbet después de que las tropas chinas entraran en la región en 1950, en lo que Pekín llama una “liberación pacífica”. Desde entonces, el Tíbet se ha convertido en una de las zonas más restringidas y sensibles del país.



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China está apartando de sus tierras a un número cada vez mayor de trabajadores rurales tibetanos para llevarlos a centros de formación de tipo militar recientemente construidos, donde se convierten en trabajadores industriales, a semejanza de un programa desarrollado en la región occidental de Xinjiang que grupos de defensa de los derechos humanos califican de trabajos forzados.

Pekín estableció cuotas para la transferencia masiva de trabajadores rurales a otros lugares del Tíbet y de China, según más de cien artículos de medios de comunicación estatales, documentos de las oficinas gubernamentales en el Tíbet y procuraciones publicadas entre 2016 y 2020. La medida de las cuotas supone una rápida expansión de una iniciativa puesta en marcha para proporcionar trabajadores leales a la industria china.

Una publicación en el sitio web del gobierno regional del Tíbet del mes pasado informó de que más de medio millón de personas fueron formadas como parte del proyecto en los primeros siete meses de 2020, alrededor del 15% de la población de la región. De este total, casi 50 mil han sido transferidos a puestos de trabajo dentro del Tíbet y varios miles han sido enviados a otras partes de China. Muchos terminan en trabajos poco remunerados, incluyendo la fabricación de textiles, la construcción y la agricultura.

“Este es ahora, en mi opinión, el ataque más fuerte, claro y directo contra los medios de vida tradicionales tibetanos que hemos visto casi desde la Revolución Cultural” de entre 1966 y 1976, dijo Adrian Zenz, investigador independiente del Tíbet y Xinjiang, que compiló las principales conclusiones sobre el programa. Estas conclusiones se detallan en un informe publicado esta semana por la Fundación Jamestown, un instituto con sede en Washington D.C. que se centra en cuestiones políticas de importancia estratégica para EU. “Es un cambio forzoso desde un estilo de vida basado en el nomadismo y la agricultura hacia el trabajo asalariado”.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de China negó las acusaciones y dijo que China es un país con un Estado de derecho y que los trabajadores son voluntarios y debidamente compensados.

China tomó el control del Tíbet después de que las tropas chinas entraran en la región en 1950, en lo que Pekín llama una “liberación pacífica”. Desde entonces, el Tíbet se ha convertido en una de las zonas más restringidas y sensibles del país.



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