CELAYA, Gto.- (OEM-Informex).- Gerardo Sánchez, poeta, maestro de educación primaria, buen hermano y buen amigo, emprendió su camino por el sendero de la eternidad desde la madrugada de ayer jueves, y después de un funeral en donde amigos escritores le rindieron un homenaje con la lectura de su obra poética, hoy, a las 13:00 horas, se realizará la misa de cuerpo presente en el templo de San Antonio.
Maestros de la escuela Emeteria Valencia, personal administrativo, ex alumnos de distintas edades, así como amigos, compadres de la palabra escrita, familiares y vecinos, fueron parte del particular último adiós que se le ofreció con la lectura de sus libros como: Jugando a ser poeta, Límites interiores, Cuaderno de repaso, Letanía de los cuarenta.
Además de flores, oraciones y cirios que rodearon el féretro colocado en el centro de la cochera de su casa en donde fue el funeral, y en donde se extendieron decenas de sillas a mitad de la calle Albino García, la lectura provocó un hecho por demás fantástico, casi real, ya que mientras leían los poemas, se imaginó a Gerardo de niño, Gerardo en la escuela con sus secuelas de polio, Gerardo como maestro, Gerardo entrando y saliendo de casa, llegando temprano al salón de clases, frente a sus alumnos, comiendo en la mesa con sus hermanas y hermanos, Gerardo en los encuentros de escritores, Gerardo siempre con un espontáneo sentido de humor, aún en los momentos más solemnes de sus lecturas y presentaciones de libros.
Javier Malagón, organizador de la velada-velorio, inició una limpia, clara y fluida lectura, pero el recuerdo de la risa del amigo corrompió su voz y fue vencido por el llanto, al grado que se vio en la necesidad de hacer varias pausas y valerse de la respiración profunda y del consuelo para recuperar la serenidad y retomar la lectura.
Integrantes de la Sociedad de Escritores del Centro de México, entre ellos Baudelio Camarillo, Premio Nacional Aguascalientes, padeció la misma nostalgia, la evidente tristeza, pero su acostumbrado estilo de serena lectura poética le permitió amortiguar los golpes del llanto y hacer pausas menos extensas, aunque las lágrimas se asomaron sin pedir permiso a su corazón.
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Antes del Rosario religioso, Baudelio también habló con espiritualidad, y dijo: Tenemos un amigo al que una extraña enfermedad secó sus pies. Pasa sentado casi todo el tiempo. Es alegre, no obstante, su risa convierte en mariposas las flores que le escuchan. Hoy lo subimos al columpio. Tuvo miedo al principio, pero después el sueño fue enteramente suyo. Nos gusta su presencia. Si no puede correr, aprenderá a volar más pronto que nosotros.
“Y ya lo hizo”, agregó con marcada tristeza el poeta, e hizo una ligera reverencia ante el féretro, las flores que lo cubrían, y los cirios, no para ocultar sus lágrimas, sino para mostrar su profundo respeto y despedirse del amigo que había partido de madrugada para tomar sereno y feliz el sendero de la eternidad.