En la madrugada del 7 de febrero de 1937, llegó a la vieja estación de tren de San Miguel de Allende, uno de los personajes más importantes y recordados en la historia de esta bella entidad.
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Stirling Dickinson, en sus propias palabras y como lo menciona Jesús Ibarra en el libro “San Miguel de Allende su ADN”, nos cuenta que cuando vio esa imagen impresionante de la Parroquia con el despuntar del alba, ahí mismo decidió que se quedaba en este mágico lugar y días después compró la casa en la que habitó muchos años de su vida.
Pero no nos adelantemos, pues este hombre extraordinario que cambió el panorama cultural de un pequeño pueblo, en un hervidero de artistas, arte y cultura, tiene sus inicios curiosamente como un extranjero que “se enamora de México y su gente”.
William Stirling Dickinson nació el 22 de diciembre de 1909 en Chicago, Illinois, EUA. Se graduó de la escuela de Arqueología de la Universidad de Princeton en 1931, y después continuó con sus estudios de posgrado en el Instituto de Arte de Chicago.
Sus padres viajaban frecuentemente a México, y es por las pláticas con ellos que surge en él un interés particular por conocer este país.
En 1934 junto con su amigo Heath Bowman hizo su primer viaje a México en una aventura en carro cruzando la frontera por Nuevo Laredo, llegaron a CdMx y posteriormente visitaron Oaxaca. En este primer viaje, conoció por casualidad al renombrado tenor y actor mexicano José Mujica. Resultado de este viaje Dickinson y Bowman escribieron su libro “Mexican Odyssey”, el cual se puede consultar en la Biblioteca Pública de San Miguel de Allende.
El libro resulta un tanto flojo, si es que uno busca buenas aventuras. Lo más rescatable del mismo son los grabados que elaboró Stirling para ilustrarlo. Y si usted lector visita la biblioteca mencionada, le invito a que con curiosidad localice algunos grabados que allí están enmarcados y un poco olvidados.
Volviendo a la historia, en 1937 Bowman y Dickinson decidieron regresar a México, pero en esta ocasión viajarán con la intención de escribir un libro acerca de la Revolución Mexicana, lo querían ubicar en algún pueblo colonial, es ahí cuando recordaron lo que el tenor mexicano les había contado acerca de San Miguel de Allende, y con ello en mente le escribieron a Mujica. No pasó mucho tiempo y recibieron la carta de invitación del actor para visitarlo en este lugar que cambiaría su vida.
Muchas cosas se pueden contar de esa época, pero tal vez lo más relevante es que la amistad y colaboración entre los dos amigos Dickinson y Bowman se terminó y el segundo se regresó a su patria, mientras que Stirling se quedó en la vieja tenería llamada “Los Pocitos” decidido a convertirse de por vida en un sanmiguelense profundo.
Se asoció con el célebre pintor Felipe Cosío del Pomar para fundar la escuela de arte –el cual es tema muy importante, pero para otra publicación-.
En 1938 se abrió la Escuela Universitaria de Bellas Artes, primero en el Antiguo Colegio de San Francisco y después en el Antiguo Convento de la Purísima Concepción.
Esta Escuela de artes, no sólo le dio un nuevo auge a San Miguel de Allende, lo convirtió en un desfile de grandes personalidades de la cultura que le brindaron a jóvenes sanmiguelenses, una visión diferente del mundo, lograron ver a través de la ventana del arte, el exterior de un mundo lleno de dinamismo y culturas distintas a las de sus padres y abuelos.
Dictaron talleres, cursos y conferencia, artistas como el propio José Mojica, el artista oaxaqueño Rufino Tamayo, los escultores Simón Ybarra y Carlos Mérida, Brita Sunholm de la Real Fábrica de Tejidos de Estocolmo, el grabador Richard Thomson y el famoso escultor Alexander Archipenko, entre muchos otros grandes artistas internacionales.
También la escuela le dio un nuevo dinamismo al pequeño pueblo pues surgieron pequeños negocios y comercios alrededor de dicha escuela.
Stirling Dickinson trabajó como director adjunto de la Escuela Universitaria de Bellas Artes, hasta que en 1941 entraron los Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial.
Entonces se enlistó en el ejército, sin embargo sabía que sería difícil que lo aceptaran ya que padecía de la vista y era demasiado delgado. Pero su interés en ayudar a su país lo llevó a que Rockefeller lo contratara como agente de inteligencia, asignado al asistente naval agregado en la embajada estadounidense, el coronel Earl S. Piper.
Como oficial de la oficina del coordinador de asuntos interamericanos, cumplió con diferentes misiones, una de ellas vigilar la costa del Pacífico, desde Salina Cruz, hasta Manzanillo, asegurándose de que no hubiera presencia enemiga japonesa o alemana.
Su servicio con el gobierno de Estados Unidos, terminó el 28 de octubre de 1945, después de mucho viajar por México, se regresó a San Miguel de Allende.
El panorama que se encontró a su regreso fue desolador pues Cosío del Pomar había regresado al Perú traspasando la escuela de artes a Alfredo Campanella.
Sin embargo Dickinson siguió siendo parte director adjunto.
Fue su idea solicitar al gobierno de E.U.A la acreditación de la escuela para aceptar alumnos estadounidenses becados bajo el programa del Government Issue, el cual brindaba a los excombatientes de guerra una oportunidad de educación y rehabilitación.
Con esta propuesta, la escuela empezó a recibir veteranos de la Segunda Guerra Mundial como estudiantes de arte.
Hubo muchas tensiones entre el nuevo dueño de la escuela y Dickinson sin embargo los estudiantes presionaron al primero para que Dickinson dirigiera completamente la escuela de artes, esto traería a conocidos artistas a la escuela como David Alfaro Siqueiros, quien después ayudaría a los estudiantes y profesores hacer un boicot a Campanella lo que propiciaría el cierre de la escuela y Dickinson propondrá abrir una nueva escuela de artes, en el edificio donde todo empezó hacia años, en el antiguo colegio de San Francisco de Sales. Los alumnos y maestros, todos los veteranos ayudaron a restaurar y acondicionar el edificio.
Con el apoyo del gobierno mexicano, y renombrados artistas mexicanos como Dr. Atl, Diego Rivera, Frida Kahlo, entre otros, la escuela obtendría la aprobación de Veterans Affair Administration.
Entre Leonard Brooks, Siqueiros y muchos otros junto con Stirling Dickinson hicieron un enorme esfuerzo por posicionar de nuevo la escuela, y a pesar de muchos acontecimientos que en otro artículo podríamos contar, es gracias a los grandes artistas de ese momento, a Stirling Dickinson y a toda la comunidad de ex pats que San Miguel creció, se transformó y se convirtió en un referente del arte y la cultura.
Con un enorme sentido social este grupo de personas extraordinarias le dieron a San Miguel de Allende la manera más bella de enaltecerse a sí mismos, a través del ARTE.
Actualmente se recuerda a Stirling con el nombre de una avenida muy importante en San Miguel, hay un busto de bronce pequeño en comparación con su legado. Incluso hay un campo de béisbol con su nombre. Pero no existe un monumento formal que enaltezca su memoria. Es por esto que aquí doy a conocer mi propuesta para una estatua en su homenaje.
Ahora es una maqueta de 50 cm de altura pero que ya representa la dimensión del personaje.
Soy escultor y mucho me gustaría que Stirling fuera reconocido por las generaciones venideras a través de la inmortalidad del bronce.
Sergio Peraza, escultor mexicano.
Miembro del Salón de la Plástica de San Miguel de Allende.
Miembro de la mesa directiva Camino al Arte A.C. (Atotonilco SMA) y mentor de estudiantes guanajuatenses de las carreras de Arquitectura y Restauración de Patrimonio, organización Jóvenes Adelante A.C.