CELAYA, Gto. (OEM-Informex).- De cada diez familias que tienen como mascota a un perro, siete los abandonan en la calle sin importarles que sean atropellados o mueran de hambre; y sólo tres personas asumen su responsabilidad con amor para cuidar al can desde que es un cachorro hasta que fallece por vejez, y a quienes, incluso, personalizan con ropa o un trato de gran apego y convivencia con todos los integrantes de la familia.
Yesenia Becerra dijo además que la asociación que representa, Ayuda con el corazón, ha rescatado de la calle a más de 20 perros, en lo que va el año y lo continuará haciendo, porque aun cuando no precisó, dijo que es altísimo el número de perros abandonados, y que en tan sólo una calle hay de tres a cinco perros sin dueño, sobre todo en colonias marginadas e incluso en comunidades.
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Explicó que el promedio de siete personas de cada 10 que dejan a sus perros abandonados, es por falta de responsabilidad, porque son insensibles y no les importa el destino del perro que de cachorros era sobre querido y protegido, pero ya grandes los dejan salir a propósito.
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“Algunas personas argumentan que dejan salir a los perros a la calle por la pandemia, porque se han quedado sin trabajo y no tienen dinero suficiente ni para alimentar a la familia. Pero otros, también por la pandemia, dicen que los han abandonado por el stress que provoca el encierro y no aguantan al perro, y por eso lo dejan en la calle”, comentó la rescatista que con sólida convicción sabe que el mejor amigo del hombre es el perro.
Comentó que el destino de los perros abandonados son siempre terribles, como el que son atropellados, enferman gravemente, son consumidos por la sarna y otras infecciones, pero incluso pueden morir de hambre o de heridas hechas por el ataque de otros perros que por naturaleza son territoriales.
También suelen terminar en la perrera, en donde son prácticamente nulas las posibilidades de que alguien quiera adoptar a un perro grande, y lo que hacen en el Centro de Protección Animal es dormirlos, sinónimo de muerte.
Explicó que las otras tres personas de cada diez, que sí deciden cuidar a sus perros, desde que los reciben como cacharros hasta que mueren, se debe a que hay una cultura de amor y respeto entre la familia, y junto con otros valores se ve reflejado en el cuidado del can.
En estos casos, el cuidado implica tener al perro en un sitio digno, que coma bien, no maltrato y el cariño y apego que suelen tener todos y cada uno de los integrantes de la familia, y en donde incluso se les suele personalizar, poniéndoles ropa o prendas, pero es parte del cariño y responsabilidad de cuidar al perro.