CELAYA, Gto. (OEM-Informex).- Durante las explosiones del Domingo Negro, la señora Ernestina Lizardi Córdoba, perdió a su esposo Socorro Caracheo Pérez, de 52 años, y a su hijo José Juan Caracheo Lizardi, de apenas seis años de edad, pero ella quedó severamente lesionada de los oídos, del brazo izquierdo, las dos piernas y la cadera, para la cual necesita ayuda económica para una nueva operación.
“Los aparatos que me dan del DIF no me sirven, y ya necesito los dos aparatos para los dos oídos. Pero me urge la operación de la cadera y de la pierna derecha, y no tengo quién me ayude”, comentó la señora que vive sola y llegó en silla de ruedas a la calle Antonio Plaza, gracias a la ayuda de una vecina.
➡️ A 23 años de la mayor tragedia ocurrida en Celaya
Contó que ese día también estaba en el lugar, y mientras su esposo iba a repartir algunos dulces, su hijo le dijo que estaba cansado y entonces se sentaron en la banqueta, a una corta distancia de los negocios en donde se dio la primera explosión y murió su hijo y su esposo, quedando ella muy grave de los brazos y piernas, así como de los oídos.
Contó que lleva más de 30 operaciones en su brazo izquierdo, le acaban de operar de la cadera producto de las explosiones, pero también le pusieron tornillos en las rodillas, y es en la rodilla derecha y la cadera que necesita una nueva operación, programada para diciembre.
El Hospital me ha ayudado para las cirugías anteriores de la cadera, “pero ahora necesito para mi rodilla, pero también necesito unos aparatos auditivos, y es que los que me dio el DIF a mí no me sirven.
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Cabe señalar que la señora vive en la calle Juventino Rosas 102 de la colonia Santa María, para cualquier ayuda que se quiera ofrecer.
POLICÍA
Elena Ávila García, junto con su mamá, Juana García, organizaron el Rosario en memoria de su hermano policía y de todas las personas que perdieron la vida hace ya 23 años, en el conocido Domingo Negro en 1999.
“Mi hermano Pedro Ávila falleció a los 19 años de edad, cuando era la policía motorizada, era soltero, pero hasta estas fechas seguimos preguntándonos con quién se hubiera casado, cuántos hijos tuviera, cómo estaría pasando con nosotros la Navidad, el Año Nuevo, el Día de las Madres”, dijo la joven señora Elena.
Comentó que para ella y su madre les quedó fuertemente marcado el Domingo Negro, porque nos quitó a un ser querido, y para la gente puede ser un día normal.
“Mi hermano Pedro entró a Infopol a los 18 años de edad, tenía un año de policía motorizada, en el grupo llamado Los Pantera. Llegó después de la primera explosión para ayudar a la gente, pero recibió el impacto en la segunda explosión del tanque de gas”, comentó.
Explicó que los años anteriores no acudieron por la pandemia, pero de nuevo se organizaron junto con otras familias afectadas, quienes estuvieron en la misa de las ocho de la mañana en la parroquia de La Resurrección, y después se trasladaron al punto de las explosiones del Domingo Negro para organizar el Rosario.