/ miércoles 28 de abril de 2021

Se unen para apoyar a la señora Ester Vega, vecinos de Arboledas de Camargo

Luego de que fuera quemada, según la gente, “por un joven que no tiene madre”

CELAYA, Gto.- (OEM-Informex).- “No necesitamos nada”, fue la franca y contundente expresión de una de las vecinas que desde hace 20 años se encargan de la alimentación y cuidado del señor Antonio Rangel de 92 años de edad y de su pareja, la señora Ester Vega Hernández, quien fue quemada, según la gente, “por un joven que no tiene madre”.

Los vecinos contaron la historia, pero antes explicaron que no necesitan nada, porque entre todos los vecinos de la colonia Arboledas, perteneciente a la comunidad de Camargo, siempre han estado al pendiente de los adultos mayores, sobre todo desde hace un año en que don Toño dejó de trabajar, recogiendo cartón y plástico para venderlo.

“De eso vivían, pero también la gente se turnaba para ir a darles una vuelta, y ver que nos les faltara nada, porque desde hace 20 años vivían solos, en un cuarto de cartón colocado en un terreno baldío que la misma gente les prestó, sin luz, sin drenaje, sin agua”, comentaron.

Contaron que don Antonio y Ester llegaron cuando todavía tenían las suficientes fuerzas para trabajar, y aunque en un principio se ayudaban mutuamente, poco a poco la señora fue perdiendo el sentido de los días, la idea del espacio y la coherencia de las ideas, aunque había momentos en que era lúcida y alegre, pero nunca fue agresiva y ni grosera con nadie, seguramente porque contaba siempre con el amor de don Toño.


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La gente siempre estuvo al pendiente de los dos; alguna vez doña Lupe les llevaba una sopa con sus tortillas; otras, la señora Claudia o Esther les arrimaba el caldo con pollo y agua de sabor.

“Nunca les faltó nada. Y a la fecha, no necesitan que la gente les regale nada, porque entre los vecinos les vamos a seguir cuidando”, dijo una de las vecinas, quien comentó que desde hace un año don Toño ya no pudo salir a trabajar, y su pareja empezó a ponerse cada vez más delicada.

“Doña Ester salía a caminar para quitarse un poco la mortificación de ver a su pareja enfermo, decaído, agotado por la vejez. Pero nunca se iba lejos, porque siempre estaba al pendiente de don Toño. Salía a ver a los de la tienda, y regresaba con un pan o algo para comer”, dijeron varias señoras que se comprometieron en llevarles una estufa y hasta un refrigerador, si había alguien quien los cuidara.


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Por su parte, la hija de don Toño, la señora Rufina Rangel, comentó que vive en León y el lunes se dio cuenta del muchacho que no tiene madre, y de inmediato se trasladó a Celaya para ver cómo estaba su papá y doña Ester.

Se enteró de todo y decidió desde entonces hacerse cargo de su papá y de doña Ester. Para ello, la vecina a cargo de los adultos mayores que desde hace 20 años viven cuando Camargo era un par de casas en la llanura perdida de Celaya, dijo que si la hija, Rufina, decide quedarse a cuidarlos, entonces le arrimarán la estufa y el refrigerador, además de dos camas que ya le llevaron, para que puedan vivir mejor.

La hija de don Toño aceptó quedarse, y los vecinos se comprometieron en llevarles comida, porque comprenden que, al quedarse todo el día a cuidarlos, no puede trabajar, sino que ahora su trabajo será cuidar a su padre y a la compañera de su padre, ahora que salga del hospital.

CELAYA, Gto.- (OEM-Informex).- “No necesitamos nada”, fue la franca y contundente expresión de una de las vecinas que desde hace 20 años se encargan de la alimentación y cuidado del señor Antonio Rangel de 92 años de edad y de su pareja, la señora Ester Vega Hernández, quien fue quemada, según la gente, “por un joven que no tiene madre”.

Los vecinos contaron la historia, pero antes explicaron que no necesitan nada, porque entre todos los vecinos de la colonia Arboledas, perteneciente a la comunidad de Camargo, siempre han estado al pendiente de los adultos mayores, sobre todo desde hace un año en que don Toño dejó de trabajar, recogiendo cartón y plástico para venderlo.

“De eso vivían, pero también la gente se turnaba para ir a darles una vuelta, y ver que nos les faltara nada, porque desde hace 20 años vivían solos, en un cuarto de cartón colocado en un terreno baldío que la misma gente les prestó, sin luz, sin drenaje, sin agua”, comentaron.

Contaron que don Antonio y Ester llegaron cuando todavía tenían las suficientes fuerzas para trabajar, y aunque en un principio se ayudaban mutuamente, poco a poco la señora fue perdiendo el sentido de los días, la idea del espacio y la coherencia de las ideas, aunque había momentos en que era lúcida y alegre, pero nunca fue agresiva y ni grosera con nadie, seguramente porque contaba siempre con el amor de don Toño.


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La gente siempre estuvo al pendiente de los dos; alguna vez doña Lupe les llevaba una sopa con sus tortillas; otras, la señora Claudia o Esther les arrimaba el caldo con pollo y agua de sabor.

“Nunca les faltó nada. Y a la fecha, no necesitan que la gente les regale nada, porque entre los vecinos les vamos a seguir cuidando”, dijo una de las vecinas, quien comentó que desde hace un año don Toño ya no pudo salir a trabajar, y su pareja empezó a ponerse cada vez más delicada.

“Doña Ester salía a caminar para quitarse un poco la mortificación de ver a su pareja enfermo, decaído, agotado por la vejez. Pero nunca se iba lejos, porque siempre estaba al pendiente de don Toño. Salía a ver a los de la tienda, y regresaba con un pan o algo para comer”, dijeron varias señoras que se comprometieron en llevarles una estufa y hasta un refrigerador, si había alguien quien los cuidara.


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Por su parte, la hija de don Toño, la señora Rufina Rangel, comentó que vive en León y el lunes se dio cuenta del muchacho que no tiene madre, y de inmediato se trasladó a Celaya para ver cómo estaba su papá y doña Ester.

Se enteró de todo y decidió desde entonces hacerse cargo de su papá y de doña Ester. Para ello, la vecina a cargo de los adultos mayores que desde hace 20 años viven cuando Camargo era un par de casas en la llanura perdida de Celaya, dijo que si la hija, Rufina, decide quedarse a cuidarlos, entonces le arrimarán la estufa y el refrigerador, además de dos camas que ya le llevaron, para que puedan vivir mejor.

La hija de don Toño aceptó quedarse, y los vecinos se comprometieron en llevarles comida, porque comprenden que, al quedarse todo el día a cuidarlos, no puede trabajar, sino que ahora su trabajo será cuidar a su padre y a la compañera de su padre, ahora que salga del hospital.

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