CELAYA, Gto. (OEM-Informex).- La carpintería es un oficio completo. Para dedicarse a ella hay que ser hábil en las matemáticas, el cálculo, diseño y tener mucha creatividad, dice Jaime Ávila Domínguez, quien ha dedicado 35 años de su vida a la elaboración de muebles. Con él, coinciden Marvin Eduardo Pérez Zamora, quien recién se estrena en el oficio y Rogelio Guerra, quien con 43 años de maestro carpintero retoma sus actividades tras vencer al Covid-19.
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Aunque el día del carpintero se ha celebrado el 19 de marzo en alusión a la festividad de San José, padre de Jesús y que tenía como oficio carpintero y artesano; en México, desde 1995 quedó instaurado el 19 de marzo como el Día del Artesano por la Cámara de Diputados y entre ellos se incluya a quienes con sus manos dan innumerables formas a la madera.
OFICIO DE GRANDES SATISFACCIONES
En 1986, José Jaime Ávila fue empleado en una carpintería de la ciudad y ahí descubrió que era a lo que quería dedicarse. Más allá de una remuneración económica, asegura que lo más importante es el reconocimiento de los clientes por un buen trabajo, es ahí donde “valió la pena las horas invertidas”.
El trabajo es completo, dice, no hay muebles en serie como en las fábricas, sino al gusto de cada uno de los clientes.
La carpintería le ha dado grandes satisfacciones; sin embargo, con la pandemia, también se vio afectado el trabajo y los encargos que eran constantes ahora son esporádicos y le ha hecho frente a la situación con los arreglos que realiza en muebles como cocinas integrales, escaleras y puertas.
“Hay veces que sí mandan hacer muebles más grandes, que son mejor remunerados; pero es esporádico este tipo de trabajo. Ahorita más bien hacemos algún trabajo a la semana, si no hasta a la quincena”, señaló; por eso uno de sus hijos, quien tiene un empleo fijo, es su apoyo en este tiempo de crisis.
TRABAJO HECHO CON AMOR
La base principal para llevar a cabo el oficio de carpintero, es el amor, aseguró Rogelio Guerra, quien durante 43 años se ha dedicado a esta noble labor de crear con sus manos obras de arte y cada mueble que produce, lo hace con el mismo entusiasmo que el primer día.
“Ser carpintero va más allá de solamente cortar y pegar tablas, se necesita gusto por el oficio y disfrutar elaborar cada una de estas artesanías. Además hay que saber dibujar, tener creatividad y actualizarse, estar a la vanguardia. Esto es lo que marca la diferencia en mi trabajo”.
La pandemia, no sólo disminuyó en un 50% su trabajo, sino que también lo puso al borde de la muerte, ya que al contagiarse de SARS-CoV-2 estuvo en cuarentena desde el 10 de diciembre y apenas retoma nuevamente su actividad. “Ahorita que estoy mejor, me puse al corriente con la entrega de todos los trabajos y ya los entregué. Ahora estoy en la fabricación de muebles nuevos”.
CARPINTERO POR NECESIDAD
Marvin Eduardo Pérez Zamora inició en la carpintería hace medio año, luego de que la venta de ropa en los tianguis comenzó a bajar a causa de la pandemia; de ahí que empezó a trabajar con su suegro, con quien aprendió desde cero, desde observar cómo hacía los cortes hasta el ensamblado de los muebles.
Primero fabricó macetas, de ahí intentó con casas para perros, luego vinieron los bancos, mesas, bases para cama, esquineros y otros, pero todo, de manera rústica.
“Los muebles rústicos aún son tendencia”, dice Marvin, quien poco a poco se va haciendo de más clientes y conjuntando ideas con su suegro trabajan en la elaboración de nuevos diseños.
La carpintería es el oficio al que Marvin ha agarrado el gusto y al que llegó por necesidad de llevar el sustento a su familia, integrada por su esposa y sus dos hijos.