/ lunes 11 de marzo de 2024

Octavio Ocampo, un artista metamórfico

Lo que me duele, es mi ciudad que amo tanto. “Quisiera que hubiera paz”: Ocampo

CELAYA, Gto.- A unos días de cumplir 81 años, el prolífico pintor celayense Octavio Ocampo, presenta una exposición de 50 obras de una colección particular que tenía a la mano en su casa de Cuernavaca, realizadas en el transcurso de 65 años, desde su autorretrato que hizo como estudiante, hasta obras terminadas este 2024, una exposición imperdible.

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“Yo tuve muchos oficios, fui escenógrafo de teatro, de cine, incluso incursioné en la actuación en papeles no importantes, en películas, en telenovelas y teatro, y hacía muchas cosas para ganar dinero, hacía decoraciones, bailaba, cantaba, en fin, a los 33 años, la edad de Cristo, pensé que debía sentar cabeza y dije, tengo que dedicarme a una sola cosa y lo mejor que sé hacer es pintar, me voy a dedicar exclusivamente a la pintura, ¿pero qué estilo voy a tener? y como se repetía mucho esto de la doble imagen, por ahí decidí llamarle a mi estilo metamórfico”.

Ocampo nos regresa a la contemplación, una necesaria detención de varios minutos en cada una de sus obras, para poder distinguir cada objeto plasmado en su arte metamórfico y el cual requiere sustraerse de los ruidos externos para alcanzar a apreciar cada cambio de forma, de ahí su nombre y su significado en cada pintura.

“Yo desde muy niño tengo la tendencia de representar dos imágenes a la vez, tengo un dibujo que hice a los cinco años, con las primeras letras y números hechos con figuras, en la escuela de Bellas Artes nos ponían a dibujar naturaleza muerta y nos pidieron un autorretrato que hice en la escuela reflejado en un espejo para la figura humana, mismo que se encuentra en esa exposición después estuve incursionando en el surrealismo, pintando temas libres, pertenecí a una corriente que fue muy importante a mediados del siglo pasado, en la cual participaron artistas como Remedios Varo, Leonora Carrington y yo, en un libro denominado el surrealismo en México”, recuerda.

Ligero, sencillo y orgulloso de ser celayense, se justifica diciendo que desde niño buscaba en los mármoles del piso, en las nubes y en todas partes imágenes de personas u objetos, señalando que hay personas con más asiduidad que incluso ven más de dos imágenes en su obra, “no es una obsesión maligna, me divierte ver los mármoles, y veo grandes cantidades de imágenes y descubro formas nuevas.”


Don Octavio, es uno de los pocos pintores mexicanos que ha logrado traspasar fronteras. | Foto: Nayely Martínez / El Sol del Bajío



Entre los personajes que podrá apreciar en esta exposición, hay demasiados símbolos que tienen una relación directa con el personaje o con el paisaje que está pintando, lo cual requiere una investigación profunda en cada caso, según nos cuenta, “hay una documentación detrás de la pintura, tardo más tiempo pensando en lo que voy a plasmar, que el tiempo que paso pintando, además hay admiración, nunca pintaría por ejemplo a Porfirio Díaz”.

Dice que una vez que recorrió completa la exposición, antes de ponerla al público, se dio cuenta que sus obras están llenas de desnudos, “espero no incomodar a nadie con tantos desnudos, pero es que el cuerpo humano es muy bello” y más en una obra de Ocampo, donde cada músculo del cuerpo humano, cada hueso se pinta con un detalle sorprendente.



En esa sala de personajes en el segundo piso del Museo que lleva su nombre, se puede ver un cuadro llamado, “Arriba Celaya”, me cuenta que esa obra tomó mayor relevancia justo ahora que la ciudad necesita levantar el ánimo, unirse y salir adelante, refiriéndose el momento de violencia por el que atraviesa.

“Lo que más me apena estando en mi ciudad, es el peligro que enfrentan por la gente malvada, que ojalá pase pronto esta racha de inseguridad, en la cual no quiero adentrarme más porque bueno, para qué, ni exponerme tampoco a revanchas ni nada, pero sí quisiera que hubiera más paz, ahora que veo Celaya y voy por las calles y veo muchos negocios y locales cerrados, muchas casas abandonadas por la peligrosidad, las malas noticias que se oyen de lo que pasa en Celaya y sus alrededores, a mí lo que me duele es mi ciudad que amo tanto, aunque hace unos 65 años que salí de aquí, pero sigue siendo mi ciudad, donde yo nací y pienso morir”.

Compartió que, en un futuro no muy lejano, piensa venir a vivir aquí a Celaya para estar cerca de su familia y lo que más desea es poder morir también en la ciudad que lo vio nacer hace 81 años.

Ocampo, además de lo metamórfico, utiliza varios efectos visuales, como la anamorfosis, que, si las pinturas se ven de canto toman un significado, pero si se ven de frente puedes ver algo más, también echa mano del tiempo-espacio, de la relatividad del tiempo, lo cual representa en algunas obras; cuando le pregunto si puede conciliar el sueño con esa cantidad de formas y pensamientos responde: “Si duermo, pero me tardo mucho antes de dormir, pensando en cómo solucionar un cuadro para llegar a visualizar qué voy a hacer y cómo lo voy a hacer, para hacerlo más interesante, a mí sí me interesa agradar al público, interesarlo, darle algún mensaje, hoy, hay unos artistas que solo piensan en sí mismos, o aquellos que creen que destruyendo hacen arte”.

Cuando le cuestiono sobre el cliché de que los artistas se mueren de hambre, opina: “yo animaría a los jóvenes que tengan la tendencia y el ánimo para dedicarse al arte, a no desanimarse, que no paren en su empeño, con paciencia, tenacidad, disciplina y amor a los demás y a su arte, no dejen de hacerlo y procuren convencer a sus padres, aunque les digan como me dijo mi papá a mí, que me iba a morir de hambre, por no ser una carrera lucrativa, él me insistía que buscara otra carrera, pero ya demostré que eso no es verdad”.

Ocampo es el único integrante vivo de su familia, un hombre muy bien conservado y con una lucidez extraordinaria, “tuve la satisfacción de poder despedir a mis tres hermanos y a mis dos papás, con lo que me ha dado la pintura, mi padre insistía en que me dedicara a algo más decente, como a la arquitectura por aquello del dibujo, pero yo insistí en dedicarme a la pintura, a la escultura, puedo decir abiertamente que me hizo feliz la decisión”.

Don Octavio, es uno de los pocos pintores mexicanos que ha logrado traspasar fronteras, con la solicitud del presidente de México López Portillo, en febrero de 1979, hizo un retrato a Jimmy Carter que le fue regalado en su gobierno y hasta la fecha se encuentra exhibido en el centro Carter en la ciudad de Atlanta, Georgia, pero durante su gestión fue la obra que acaparó un espacio en el salón oval, siendo la única pintada por un artista mexicano.

Jane Fonda pidió conocerlo al ver el retrato que le hizo en 1989 y de ahí comenzó una larga amistad con ella y su segundo esposo Ted Turner, quien dirigía CNN y muchos años más trabajó para ellos, lo mismo con Cher, una cantante muy admirada por el maestro y quien encargó el arte para la portada de su disco Heart of Stone, la cual tuvo que presentarle varias veces en su casa en Malibú y finalmente la cantante, eligió la que simula junto a su figura una calavera.

CELAYA, Gto.- A unos días de cumplir 81 años, el prolífico pintor celayense Octavio Ocampo, presenta una exposición de 50 obras de una colección particular que tenía a la mano en su casa de Cuernavaca, realizadas en el transcurso de 65 años, desde su autorretrato que hizo como estudiante, hasta obras terminadas este 2024, una exposición imperdible.

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“Yo tuve muchos oficios, fui escenógrafo de teatro, de cine, incluso incursioné en la actuación en papeles no importantes, en películas, en telenovelas y teatro, y hacía muchas cosas para ganar dinero, hacía decoraciones, bailaba, cantaba, en fin, a los 33 años, la edad de Cristo, pensé que debía sentar cabeza y dije, tengo que dedicarme a una sola cosa y lo mejor que sé hacer es pintar, me voy a dedicar exclusivamente a la pintura, ¿pero qué estilo voy a tener? y como se repetía mucho esto de la doble imagen, por ahí decidí llamarle a mi estilo metamórfico”.

Ocampo nos regresa a la contemplación, una necesaria detención de varios minutos en cada una de sus obras, para poder distinguir cada objeto plasmado en su arte metamórfico y el cual requiere sustraerse de los ruidos externos para alcanzar a apreciar cada cambio de forma, de ahí su nombre y su significado en cada pintura.

“Yo desde muy niño tengo la tendencia de representar dos imágenes a la vez, tengo un dibujo que hice a los cinco años, con las primeras letras y números hechos con figuras, en la escuela de Bellas Artes nos ponían a dibujar naturaleza muerta y nos pidieron un autorretrato que hice en la escuela reflejado en un espejo para la figura humana, mismo que se encuentra en esa exposición después estuve incursionando en el surrealismo, pintando temas libres, pertenecí a una corriente que fue muy importante a mediados del siglo pasado, en la cual participaron artistas como Remedios Varo, Leonora Carrington y yo, en un libro denominado el surrealismo en México”, recuerda.

Ligero, sencillo y orgulloso de ser celayense, se justifica diciendo que desde niño buscaba en los mármoles del piso, en las nubes y en todas partes imágenes de personas u objetos, señalando que hay personas con más asiduidad que incluso ven más de dos imágenes en su obra, “no es una obsesión maligna, me divierte ver los mármoles, y veo grandes cantidades de imágenes y descubro formas nuevas.”


Don Octavio, es uno de los pocos pintores mexicanos que ha logrado traspasar fronteras. | Foto: Nayely Martínez / El Sol del Bajío



Entre los personajes que podrá apreciar en esta exposición, hay demasiados símbolos que tienen una relación directa con el personaje o con el paisaje que está pintando, lo cual requiere una investigación profunda en cada caso, según nos cuenta, “hay una documentación detrás de la pintura, tardo más tiempo pensando en lo que voy a plasmar, que el tiempo que paso pintando, además hay admiración, nunca pintaría por ejemplo a Porfirio Díaz”.

Dice que una vez que recorrió completa la exposición, antes de ponerla al público, se dio cuenta que sus obras están llenas de desnudos, “espero no incomodar a nadie con tantos desnudos, pero es que el cuerpo humano es muy bello” y más en una obra de Ocampo, donde cada músculo del cuerpo humano, cada hueso se pinta con un detalle sorprendente.



En esa sala de personajes en el segundo piso del Museo que lleva su nombre, se puede ver un cuadro llamado, “Arriba Celaya”, me cuenta que esa obra tomó mayor relevancia justo ahora que la ciudad necesita levantar el ánimo, unirse y salir adelante, refiriéndose el momento de violencia por el que atraviesa.

“Lo que más me apena estando en mi ciudad, es el peligro que enfrentan por la gente malvada, que ojalá pase pronto esta racha de inseguridad, en la cual no quiero adentrarme más porque bueno, para qué, ni exponerme tampoco a revanchas ni nada, pero sí quisiera que hubiera más paz, ahora que veo Celaya y voy por las calles y veo muchos negocios y locales cerrados, muchas casas abandonadas por la peligrosidad, las malas noticias que se oyen de lo que pasa en Celaya y sus alrededores, a mí lo que me duele es mi ciudad que amo tanto, aunque hace unos 65 años que salí de aquí, pero sigue siendo mi ciudad, donde yo nací y pienso morir”.

Compartió que, en un futuro no muy lejano, piensa venir a vivir aquí a Celaya para estar cerca de su familia y lo que más desea es poder morir también en la ciudad que lo vio nacer hace 81 años.

Ocampo, además de lo metamórfico, utiliza varios efectos visuales, como la anamorfosis, que, si las pinturas se ven de canto toman un significado, pero si se ven de frente puedes ver algo más, también echa mano del tiempo-espacio, de la relatividad del tiempo, lo cual representa en algunas obras; cuando le pregunto si puede conciliar el sueño con esa cantidad de formas y pensamientos responde: “Si duermo, pero me tardo mucho antes de dormir, pensando en cómo solucionar un cuadro para llegar a visualizar qué voy a hacer y cómo lo voy a hacer, para hacerlo más interesante, a mí sí me interesa agradar al público, interesarlo, darle algún mensaje, hoy, hay unos artistas que solo piensan en sí mismos, o aquellos que creen que destruyendo hacen arte”.

Cuando le cuestiono sobre el cliché de que los artistas se mueren de hambre, opina: “yo animaría a los jóvenes que tengan la tendencia y el ánimo para dedicarse al arte, a no desanimarse, que no paren en su empeño, con paciencia, tenacidad, disciplina y amor a los demás y a su arte, no dejen de hacerlo y procuren convencer a sus padres, aunque les digan como me dijo mi papá a mí, que me iba a morir de hambre, por no ser una carrera lucrativa, él me insistía que buscara otra carrera, pero ya demostré que eso no es verdad”.

Ocampo es el único integrante vivo de su familia, un hombre muy bien conservado y con una lucidez extraordinaria, “tuve la satisfacción de poder despedir a mis tres hermanos y a mis dos papás, con lo que me ha dado la pintura, mi padre insistía en que me dedicara a algo más decente, como a la arquitectura por aquello del dibujo, pero yo insistí en dedicarme a la pintura, a la escultura, puedo decir abiertamente que me hizo feliz la decisión”.

Don Octavio, es uno de los pocos pintores mexicanos que ha logrado traspasar fronteras, con la solicitud del presidente de México López Portillo, en febrero de 1979, hizo un retrato a Jimmy Carter que le fue regalado en su gobierno y hasta la fecha se encuentra exhibido en el centro Carter en la ciudad de Atlanta, Georgia, pero durante su gestión fue la obra que acaparó un espacio en el salón oval, siendo la única pintada por un artista mexicano.

Jane Fonda pidió conocerlo al ver el retrato que le hizo en 1989 y de ahí comenzó una larga amistad con ella y su segundo esposo Ted Turner, quien dirigía CNN y muchos años más trabajó para ellos, lo mismo con Cher, una cantante muy admirada por el maestro y quien encargó el arte para la portada de su disco Heart of Stone, la cual tuvo que presentarle varias veces en su casa en Malibú y finalmente la cantante, eligió la que simula junto a su figura una calavera.

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