CELAYA, Gto. (OEM-Informex).- Durante un mensaje dirigido a los sacerdotes, el Obispo de la Diócesis de Celaya, Monseñor Víctor Alejandro Aguilar Ledesma, los exhortó a que en este año jubilar “transmitamos en nuestras homilías y catequesis la experiencia del amor que vivimos día a día en la eucaristía y que podamos auténticamente vivir lo que celebramos”. Además, realizó una comparativa entre las circunstancias que vivió en su tiempo San Juan María Vianney, más conocido como “El Santo Cura de Ars”, patrono de los presbíteros y la actualidad.
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Recordando la Audiencia General de Benedicto XVI del 5 de agosto de 2009, el obispo mencionó que los métodos pastorales del santo podrían parecer poco adecuados en las actuales condiciones sociales y culturales, por lo que, “¿Cómo podría imitarlo un sacerdote hoy, en un mundo tan cambiado?”.
Ante esta pregunta, respondió que, aunque los tiempos cambien, lo que no debe cambiar en ellos es la fidelidad a la misión que Dios les ha llamado. “Cambiarán las formas de vestir, hablar, de decir la homilía, pero lo que no debe cambiar es nuestra fidelidad a la misión encomendada”.
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Refirió, que en la Francia posrevolucionaria en la que se experimentaba una especie de dictadura de racionalismo orientada a borrar la presencia de los sacerdotes y de la Iglesia en la sociedad, el santo vivió en los años de su juventud una heroica clandestinidad recorriendo kilómetros durante la noche para participar en la santa misa.
Actualmente, dijo, “tenemos nuevas dictaduras. Dice el Papa, la del relativismo, el individualismo, el subjetivismo y ahora las ideologías de género, que son desafíos no menos arduos y difíciles que los que enfrentó el santo cura de Ars. Nuestro pueblo mendiga el significado y realización de su existencia, busca constantemente respuestas a las interrogantes de fondo, no deja de plantearse y que ansiosamente no espera respuesta cuando ya nos tiene otra pregunta”.
“Las respuestas nuestras son a las preguntas que el pueblo se hace o damos respuestas a preguntas que nadie hace. El santo cura de Ars tenía muy presente esta sed de verdad que arde en el corazón de todo hombre. Hoy nos toca a nosotros, a través de este sencillo esfuerzo que estamos realizando dentro del año jubilar, estimular, alimentar y fortalecer la vida cristiana en nuestro pueblo y prepararlo para ese gran combate y esa gran lucha espiritual que se nos viene, hay que preparar al pueblo. Nuestro testimonio debe señalar a Jesús como el camino, la verdad y la vida”.
Destacó que una de las grandes gracias y bendiciones que Dios les ha dado a los sacerdotes es la celebración eucarística, por lo que, los invita a que en este año jubilar recuperen la centralidad de la eucaristía para que la celebren con fe y devoción, esto para que exista una verdadera catequesis para el pueblo.
Recordó que el santo manifestó: “Qué cosa tan grande es el sacerdocio, no se comprenderá bien más que en el cielo. Si se entendiera en la tierra, se moriría, no de susto, sino de amor”. Con esta frase, el obispo exhortó a los presbíteros a recordar el motivo por el que se ordenaron, a no olvidar que son sacerdotes en donde quiera que estén y que le pertenecen a Dios.
Al igual que el santo, los invitó a ser buenos confesores y a recordar que también son pecadores que necesitan acercarse al sacramento de la reconciliación. Otra de las enseñanzas que deben poner en práctica, dijo, es el compromiso pastoral, la unión íntima con Cristo, el cual es preciso cultivar y acrecentar todos los días en la oración personal y, sobre todo, de rodillas ante el sagrario.
Ya que “sólo enamorados de Cristo podremos enseñar a todos la amistad íntima con el divino maestro para poder tocar el corazón de las personas y abrirlo al amor misericordioso del Señor. Sólo así, por tanto, podremos infundir entusiasmo y vitalidad espiritual a las comunidades que el Señor nos ha confiado y solo así podremos seguir caminado sinodalmente agradecidos en la fe con nuestro pueblo”.
Para concluir, pidió por la intercesión de san Juan María Vianney, la Purísima Concepción, así como del Sagrado Corazón de Jesús, el cual es patrono de la Diócesis de Celaya, que les conceda el don de ser santos sacerdotes, y que aumente en los fieles el deseo de sostener y colaborar generosamente con ellos en su ministerio.