CELAYA, Gto.- Con mariachi y una convivencia fraterna, sacerdotes y fieles laicos de Catedral, festejaron el XXXIV Aniversario de ordenación sacerdotal de Monseñor Víctor Alejandro Aguilar Ledesma, Obispo de la Diócesis de Celaya, quien en estos años ha vivido entregando su vida, su libertad, su obediencia, su castidad y humildad al servicio de Dios.
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Después de las 11:00 horas, los asistentes le cantaron las mañanitas junto con el mariachi que se dio cita en la Catedral. Posteriormente, partió el pastel y agradeció a los fieles y sacerdotes por acompañarlo en la misión que Dios le encomendó en esta sede episcopal.
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Ya en entrevista, el obispo recordó que un 10 de diciembre de 1989 fue ordenado sacerdote en la Catedral de Morelia por el arzobispo Estanislao Alcaraz Figueroa y, desde entonces, comenzó “una aventura en la fe”, en la cual ha dado cada uno de sus pasos siguiendo a Dios.
“Son 34 años en los que he sido vicario parroquial, fui administrador parroquial, párroco, estudiante, encargado de varias comisiones diocesanas, di clases en el seminario, capellán de religiosas, vicario episcopal, obispo auxiliar y obispo diocesano”. En cada uno de estos ministerios, recordó, ha servido a Dios como su instrumento para salvar a las almas y ha aprendido de la riqueza que le han dejado.
Refirió que sigue y seguirá con la disposición de lo que Dios le pida, a través de las autoridades eclesiásticas, que en este caso es el Papa Francisco y el que le siga. Dijo que cuando se ordenó sacerdote, hizo una carta donde libremente aceptó y obsequio su libertad.
“Esa es la parte más difícil de una ordenación, más que la pobreza o la castidad, el más difícil es la obediencia, porque es entregar lo más sagrado que tenemos que es nuestra libertad y voluntad para ponerla a disposición de otra persona, a veces es humanamente doloroso, pero cuando se vive con fe y lo vives desde la fe tiene un sentido de trascendencia”.
Destacó que después de 34 años sigue con la misma disponibilidad, con la misma alegría y con la misma motivación, por lo que, si Dios así lo quiere, servirá a la Diócesis de Celaya los 5, 10 o 15 años que lo deje e incluso toda la vida si así lo dispone su voluntad.
“A mis 34 años de servicio sacerdotal me encuentro muy motivado, alegre, con fuerzas, me siento entero, capaz de muchas cosas. Tengo mis límites propios de la condición humana, pero trato de superarlas, no de justificarlas, superarlas para ir mejorando, para trabajar con el mejor empeño y deseo de continuar con esta labor”.
“El Señor me ha elegido, no he pedido nada, ni siquiera la vocación, todo ha sido de Él, Él me ha dado muchos signos que son como luces que me guían. Cuando tienes fe y descubres esos signos sabes en dónde aterrizar”, concluyó el obispo.
Es importante recordar que, el obispo nació el 5 de abril de 1965 en San Guillermo, municipio de Valle de Santiago. Es el segundo hijo de ocho hermanos de Víctor Manuel Aguilar Cendejas (fallecido) y Ma. Abigail Ledesma Guevara (fallecida).
Ingresó al Seminario Menor de Morelia de 1977 a 1982, ahí estudió secundaria y humanidades. Luego de 1982 a 1989 estudió Filosofía y Teología en el Seminario Mayor de Morelia. El 14 de mayo de 1989 fue ordenado diácono por el arzobispo Estanislao Alcaraz Figueroa. El 10 de diciembre de 1989 fue ordenado sacerdote en la Catedral de Morelia por el arzobispo Estanislao Alcaraz Figueroa.
El 1 de diciembre de 2015 fue nombrado por el Papa Francisco, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Morelia, quien le asignó la Sede Titular de Castulo. El 25 de febrero de 2016 fue ordenado Obispo. Del 2018 al 2021 fue nombrado responsable de la Dimensión Episcopal de Laicos de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
El 12 de junio de 2021 fue nombrado por el Papa Francisco, V Obispo de la Diócesis de Celaya y tomó posesión el 12 de julio de 2021 en el Estado Miguel Alemán Valdés frente a miles de fieles laicos, sacerdotes, la comunidad religiosa, autoridades estatales y municipales.
La celebración eucarística fue presidida por el Nuncio Apostólico de ese entonces, Monseñor Franco Coppola y concelebrada por Monseñor Benjamín Castillo Plascencia, administrador Diocesano y Obispo Emérito de Celaya; Monseñor Enrique Díaz Díaz, Obispo de Irapuato; así como Monseñor Fidencio López Plaza, Obispo de la Diócesis de Querétaro.