CELAYA, Gto.- (OEM-Informex).- Con más de 32 años como enfermera, María Luisa Martínez Arzate aseguró que su profesión requiere de muchos sacrificios, como estar al pie del enfermo en festividades como Navidad y Año Nuevo, mientras todos festejan; pero también representa un servicio con grandes satisfacciones, sobre todo cuando el paciente sale del hospital y le muestra su profundo agradecimiento al estrechar fuertemente la mano que difícilmente se suelta porque gracias a sus atenciones le salvó la vida.
Su amplia trayectoria ha sido clave para resumir su filosofía de servicio como enfermera en la tesis de atender al paciente como si fuera el familiar más querido, para que así reciba la mejor atención; incluso, que la enfermera atienda al enfermo en la medida de que le gustaría que a ella la atiendan.
Enfatizó que mucha gente suele pensar que las enfermeras tienen corazón de piedra, sin embargo, aseguró que es todo lo contrario, porque una cualidad de la enfermera es la sensibilidad hacia toda persona, porque en ello radica la posibilidad de salvarle la vida.
De forma aparente, se le atiende al paciente con cierta frialdad; pero realmente de lo que se trata, es mantener la calma, no llorar junto con los familiares, no doblegarse por el dolor o la desdicha, sino mantenerse fuerte como enfermera para dar mayor fortaleza al paciente y a la familia. Las enfermeras estamos obligadas a ser fuertes ante la desventura de otros, pero la finalidad es para ofrecer fortaleza a quienes llegan en camillas o gravemente enfermos, así como a los familiaresMaría Luisa Martínez Arzate
Dijo que ser enfermera ha sido una bendición, porque desde niña, en vez de jugar a la cocinita o a ser maestra, jugaba a ser enfermera, y curaba a sus muñecas que también les hacía daño el frío.
Comentó que desde pequeña quería ser enfermera, porque fue testigo de que su tía abuela falleció después de varios meses de estar enferma; y desde entonces, consciente de la tristeza que producía la enfermedad de la tía en todos los familiares, quería ser enfermera para cuidarla, para atenderla noche y día, para sanarla.
Pero cuando murió mi tía abuela, con más razón me propuse de pequeña ser enfermera, y de joven, al terminar la secundaria, estudié la carrera técnica en enfermería en el Hospital General de Celaya, antes ubicado en la calle de Mutualismo, como en el 83María Luisa Martínez Arzate
Se gradúa en el 85, y entra a trabajar en el 87 en el Hospital General, como auxiliar en enfermería; para más tarde estudiar en el Conalep de Acámbaro Enfermería Básica; lo que le dio pauta a estudiar Administración y Docencia en la Facultad de Enfermería, ya en Celaya; y también ahí, estudió Cuidados Intensivos, dos años cada una de las especialidades.
De auxiliar en enfermería en el Hospital General, asciende a Jefe de Terapia Intensiva, en el 2003, tiempo en que estudia la Licenciatura en Enfermería, en la Universidad Autónoma de Querétaro; y después de que le asignan el cargo como Jefa de Enfermeras en el Hospital General, en el 2006, estudia la Maestría en Gestión Administrativa en Servicios de Salud, en el Instituto Tecnológico de Celaya, del 2010 al 2012.
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En el 2013 regresa como personal operativo en Terapia Intensiva del Hospital General, y desde el 2016 es Jefa de servicio del Hospital General de Villagrán, y Jefa de Enfermeras en el mismo hospital de Villagrán.
En los cursos que ha impartido, siempre recomienda a las nuevas generaciones asumir la carrera de enfermera con vocación de servicio, en donde, de antemano, se debe renunciar a muchas cosas, como estar con la familia en celebridades claves del año, como el Día de las Madres, pero también estar dispuestas a que en cualquier hora del día se le puede llamar y se tendrá que asistir.
Para concluir, aclaró que todo sacrificio como enfermera será altamente gratificante, sobre todo cuando se salva una vida. “La mayor recompensa es la mirada del enfermo que profundamente agradecido se despide, después de que estuvo al borde de la muerte, pero que ahora está en un nueva etapa de su vida”.