CELAYA, Gto.- Aunque es conocida por albergar una de las leyendas más representativas de Celaya, la famosa casa de “Los Títeres” se encuentra destruida a causa del paso del tiempo. Esta propiedad se encuentra en pleno centro de la ciudad, concretamente en el Andador Nicolás Bravo. Quien se acerca a ella, no solo se sorprende por la ola de misterio que desprende el lugar, sino por el deterioro en el que se encuentra.
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Y, es que, al ser abandonada desde hace muchos años, la casa se observa muy deteriorada, sus paredes blancas ahora están llenas de grafiti, los barandales de la ventana se ven oxidados y la puerta de entrada, aunque tiene un candado nuevo, se ve frágil y también se encuentra llena de grafitis y stickers pegados. Al interior del edificio, se alcanza a vislumbrar maleza crecida y partes de concreto en el piso.
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Pese a que es una propiedad muy conocida por la leyenda de los títeres, actualmente los jóvenes pasan frente a la casa sin saber que es de la que tanto han escuchado hablar, de manera especial, antes y durante las celebraciones del Día de Muertos. Pero, qué dice la leyenda, aquí te lo contamos.
LEYENDA DE LOS TÍTERES
De acuerdo con la ex cronista de Celaya, Abigail Carreño de Maldonado en su libro “Imagen de Celaya, segunda edición”, relata que ella conoció al profesor José Oviedo, mejor conocido como “El Capi Oviedo”, quien falleció en 1984 a los 96 años.
Cuenta que el profesor, además de dar clases de cultura física, le encantaba todo lo relacionado con la cultura y las artes, por tal motivo, decidió entretener a sus alumnos y amigos que visitaban su casa con funciones de títeres.
Él mismo preparaba su teatro y los telones para el escenario, mientras que una viejecita experimentada era quien le confeccionaba el vestuario adecuado para el papel que fueran a representar los títeres.
Un día, el Capi Oviedo le platicó a Abigail Carreño algo misterioso que le sucedió y, es que explica que aún no estaba dormido cuando escuchó en el tendedero donde estaban colgados los 33 títeres que estos se empezaron a mover “y lo peor, escuché los pasos y bailes en la tarima del teatro. Al día siguiente encontré a la pareja que se supone en la noche anterior había ejecutado el bailable”.
“No quise impresionarme y seguí dando mis funciones como si nada hubiera pasado. Yo sólo me engañé, pues lo que platicó sucedió una y otra vez y a nadie quise comentar lo que ocurría, sino que opté por terminar con mis funciones de títeres, pues sería imaginación o no sé cómo atribuirlo, pero una vez que mis títeres daban una representación de un tribunal equis, uno de los monitos, el que la hacía de juez, como que me clavó sus ojos en los míos y como coincidencia, yo perdí en un juicio abogaderil mi casa de Hidalgo y de títeres no quise saber nada y siendo una auténtica obra de arte todo aquel conjunto de muñequitos, realmente no supe ni dónde quedaron”.
La leyenda cuenta que el “Juez”, no solo clavó su mirada en la del Capi Oviedo, sino que también volteó la cabeza y soltó una carcajada como si estuviera poseído, ante esto, el profesor decidió enterrar a todos los títeres que tenía en el patio de su casa.
Tiempo después, la ex cronista Abigail entró a la casa para desenterrar a todos los títeres y, posteriormente los resguardó. Actualmente, la casa de los títeres está abandonada a pesar de ser la poseedora de tan interesante leyenda.
Once de los 33 títeres se encuentran resguardados en el Museo de Celaya, Historia Regional. Seis de ellos se exhiben en una vitrina, junto a una ficha técnica en la que se explica las características de los muñecos y una breve sintaxis de la leyenda.