CELAYA, Gto.- El poeta José H. Velázquez presentó su más reciente libro “Versos en la niebla”, como parte de la conmemoración del décimo aniversario luctuoso de Herminio Martínez, tertulia organizada por el taller literario Diezmo de Palabras.
➡️ Suscríbete a nuestra edición digital
Después de que la integrante del taller literario, Georgina Gómez Chavarin, diera lectura al poema “Presagio” que el novelista Herminio Martínez escribió a poco tiempo de su último suspiro, se hizo un minuto de silencio en la sala Hermilo Novelo, de la Casa de la Cultura, donde sólo se escuchó el extenso rumor de la lluvia del sábado por la tarde.
Agotado el silencio, el coordinador del taller Diezmo de Palabras, Julio Edgar Méndez dio lectura a una sincera reflexión sobre la vida y obra del también novelista José Herlindo Velázquez, fundador de los Encuentros Internacionales de Salvatierra, autor de más de 10 libros de cuento, poesía y novela, pero también integrante de dicho taller de construcción poética.
“Entre versos nebulosos caminan hombres solitarios. Los poetas enfrentan temor y desolación, vagan sin luz. Se inclinan de repente a recoger sus pasos, como queriendo desandar lo andado… siguen por la ruta del esfuerzo”, son algunos versos que abren el poema que da título a este libro del entrañable compañero de letras, José H. Velázquez, poeta y promotor incansable de la cultura en Salvatierra y el Bajío.
Edgar Méndez dijo además que cada uno de los treinta y ocho poemas de esta selección, forman un arcoíris esplendente de tropos y figuras dirigidas a un público sensible; y agregó que es el momento de invocar a las letras, de convocar a los lectores ávidos de buenos libros.
“Estos Versos en la niebla devienen entonces en una paráfrasis de la visión literaria según el evangelio de José Velázquez. Son “…lluvia fina como mínimos trocitos de cristal, como brisa que apenas se percibe… que moja el paño gris con que se arropa el alma”, citó.
Ante un público de todas las edades, se dijo que el mérito de escribir poesía, tejer pacientemente los hilos de la memoria colectiva, dirigir la pluma entre los escollos de la metáfora, la paradoja y el resto de figuras literarias tiene una importancia fundamental:
“No dejes que tu espíritu se vaya tras el aire de otro tiempo, actualiza el ritmo antiguo de tu respiración, aguza los cinco sentidos que alumbran la conciencia de tu ser, abre la puerta y sal al patio de la vida”, reza el poema para enfrentar la soledad.
José, el buen doctor, es un personaje bien conocido y reconocido entre los autores del Bajío. Siempre interesado en descubrir nuevos autores, así como es ávido lector de otros poetas y narradores ya con alguna carrera en las letras o consagrados por el inefable público conocedor.
En los encuentros de escritores que año con año se dan cita en su bella ciudad de Salvatierra, se abren espacios para las voces de jóvenes y adultos, mujeres y hombres, libres pensadores y filósofos de café o religiosos chocolateros. Todos son bien recibidos.
“Por eso José escribe desde el convencimiento de que su voz se escucha, así como nuestro fallecido amigo, Herminio Martínez, decía de los poetas de Guanajuato:”…Como locos, cada uno en su tema, asomándose a lo profundo de su historia personal (¿o qué otra cosa si no es la poesía?), nos llevan a conocer los agradables rumbos por donde su sangre chicotea al compás de la lluvia que, como el vino de la Ilíada, cae generosa sobre los sembradíos inmensos de la tarde, en estas tierras donde aún se cosechan cebollas de cuarenta kilos, alfalfas azules que alcanzan la altura de los tres metros y medio, coles con las hojas más grandes que orejas de elefante, zanahorias, lechugas, jitomates y milpas, como la imaginación, de grandeza extraordinaria… ¡Poetas del Bajío tenían que ser”, dijo Edgar Méndez.
Ante un público atento, observador minucioso, de buen oído para disfrutar la musicalidad de los versos, se dijo “Versos en la niebla es la obra personalísima de José H. Velázquez, como debe ser todo corpus poético que se ha afinado con las notas del alma. Las vivencias, historias de amor y desamor, el dolor ante la injusticia, el reclamo por la indiferencia, cuando el autor “…navegaba el mar de la memoria con los remos de sus manos…”, porque esa es la razón de la poesía. Desvelar el alma y los recuerdos de un porvenir que, de tan lejos, no lo vimos pasar a tiempo.
Entonces el poeta José Velázquez habló y durante su lectura guardó silencio la lluvia, y todos atentos, su poesía fue conjuro para despertar recuerdos.