CELAYA, Gto.- (OEM-Informex).- Con motivo del Aniversario Luctuoso número 100 del general Emiliano Zapata Salazar, ayer inauguraron la Casa Agraria Ejido de Gasca, en el municipio de Celaya; misma que se ocupará como casa de la cultura del ejido, en beneficio de los habitantes.
Contaron con la presencia de la banda de guerra y escolta de la secundaria técnica número #27.
Después de los honores a la bandera, se colocó una ofrenda floral frente a una imagen del líder agrario, Emiliano Zapata, por parte del presidente del ejido Simitrio Celedón, así como los campesinos de la CNC.
Posteriormente tomó la palabra para agradecer a los presentes el haber asistido, asimismo hizo hincapié en que esta nueva casa será para proporcionar servicios a los pobladores.
Y recordó algunas frases célebres del general Emiliano Zapata Salazar, como: “La tierra es de quien la trabaja” y “Tierra y Libertad”, culminando con una reseña del general, quien surgió la fama en la Revolución Mexicana, enarbolando la defensa de la tierra para los campesinos.
Emiliano Zapata
Emiliano Zapata Salazar fue uno de los líderes militares y campesinos más importantes de la Revolución mexicana y un símbolo de la resistencia campesina en México. Como parte del movimiento revolucionario, estuvo al mando del Ejército Libertador del Sur. También fue conocido como "el Caudillo del Sur".
Miembro de una humilde familia campesina, era el noveno de los diez hijos que tuvieron Gabriel Zapata y Cleofás Salazar, de los que sólo sobrevivieron cuatro.
Emiliano Zapata trabajó desde niño como peón y aparcero y recibió una pobre instrucción escolar. Quedó huérfano hacia los trece años, y tanto él como su hermano mayor Eufemio heredaron un poco de tierra y unas cuantas cabezas de ganado, legado con el que debían mantenerse y mantener a sus dos hermanas, María de Jesús y María de la Luz.
Luego de concluida la Revolución Mexicana, Zapata encabezaba la inconformidad por no cumplirse con el reparto de la tierra, por lo que el gobierno de federal urdió su muerte, a través de una traición, que tuvo lugar el 10 de abril de 1919, en la hacienda de Chinameca. No pocos condenaron el procedimiento.
Esto dio lugar a que, una vez muerto por más de veinte balas de escopeta en el cuerpo, Zapata se convirtiera en el apóstol de la revolución y símbolo de los campesinos desposeídos. El movimiento continuó, aunque ya con menos intensidad. Casi un año después de su muerte, los antiguos compañeros de Zapata se integrarían al gobierno, aunque algunos de ellos serían asesinados por el mismo gobierno.