/ sábado 30 de diciembre de 2023

Iglesia Católica en desacuerdo por bendiciones de parejas del mismo sexo: padre José Natanael

Esto después de la controversia que surgió dentro y fuera de la Iglesia Católica en el mundo, a causa del documento: “Declaración Fiducia Supplicans”, publicado con el consentimiento del Papa Francisco

CELAYA, Gto.- Después de la controversia que surgió dentro y fuera de la Iglesia Católica en el mundo, a causa del documento: “Declaración Fiducia Supplicans” sobre el sentido pastoral de las bendiciones de parejas del mismo sexo, publicado con el consentimiento del Papa Francisco, el padre José Natanael Torres García, aclaró que la Iglesia no está de acuerdo ni acepta este tipo de uniones como tal, sin embargo, lo que dicho documento indica es que “cualquier persona puede, por derecho, acercarse a solicitar una bendición, si la Iglesia no se lo ha prohibido expresamente”.

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El sacerdote comentó que en esta declaración, la cual no se tenía desde el año 2000, la Iglesia postula por medio del Dicasterio para la Doctrina de la Fe las respuestas y orientaciones pastorales a seguir para resolver las preguntas que surgieron entre varios cardenales y que enviaron al Papa en el contexto del Sínodo sobre la sinodalidad, celebrado en octubre de este año, destacando aquella que cuestionó si concuerda la bendición de parejas del mismo sexo con la Revelación y el Magisterio Eclesial.

“La respuesta ha sido negativa y con Fiducia supplicans se nos brinda una interpretación estricta de lo que es el dar una bendición y el por qué no puede bendecirse una unión de naturaleza contraria al matrimonio, y se delinean dentro de lo aceptable, pautas a seguir de manera pastoral para la acogida y bendición de personas que, siendo parejas del mismo sexo, se acercan a sus parroquias a solicitar al párroco una bendición”.

“Puede ser, como cualquier otra persona que al final de la misa se acerca al sacerdote para pedirle la bendición sobre sus hijos, su automóvil o instrumentos de trabajo o bien, malinterpretando la doctrina cristiana y pensando que con una bendición pueden recibir una gracia similar a la que los esposos reciben dentro del rito sacramental del matrimonio”.

Sobre la primera situación de las antes mencionadas, dijo, la declaración postula que “cualquier persona puede, por derecho, acercarse a solicitar una bendición, si la Iglesia no se lo ha prohibido expresamente” y, puso como ejemplo cuando al término de la misa el sacerdote da la bendición a todos por igual y “sin distinción de quién es más pecador o quién menos, y a todos les desea que Dios todopoderoso permanezca con ellos”.

“Cuando nos topamos en la calle con algún niño, anciano, joven adicto o señor alcohólico, los sacerdotes los bendecimos pidiendo al Señor que les libre de todo mal y de esos terribles vicios que dañan su vida”.

Refiriendo a la segunda situación, explicó que dar la bendición a una pareja del mismo sexo no significa estar de acuerdo con su unión o incluso concederles, por medio de ella, una gracia como la del matrimonio, sino que la declaración especifica que una bendición se brinda en un contexto más espontáneo, incluso fuera del templo y al margen de un determinado rito sacramental, que es algo totalmente distinto.

“El magisterio declara que los clérigos deben hacer todo lo posible por no dar a entender que dicha bendición corresponde a su unión como tal y evitar por ello cualquier formalidad que implique ritos o palabras parecidas a las del rito del consentimiento matrimonial, sino más bien, se bendice a cada uno de ellos, con palabras nacidas del corazón e inspiradas por el Espíritu Santo, deseando que pronto inicien su conversión y así lleven una vida conforme al evangelio”.

“Es deber, por tanto, de cada sacerdote aclararles a esas parejas que la Iglesia no está de acuerdo ni acepta su unión como tal, porque no está capacitada para darle un carácter sacramental, aún y a pesar de que en el ámbito de la ley civil sí se reconozca contradictoriamente como matrimonio. En cambio, ora por ellos y pide el auxilio de Dios todopoderoso, para que cambien de vida y encuentren dentro de la Iglesia, los medios necesarios para alcanzar su salvación. Reitero, de que no se trata de una novedad, una aprobación o desaprobación”.

Mencionó que muchos sectores dentro y fuera de la Iglesia están haciendo “mucho drama sin siquiera leer detenidamente el documento y darse cuenta de que lo que allí se manifiesta”, ya que, si lo hicieran, se darían cuenta que el documento es simplemente un esbozo teológico y doctrinal de lo que se ha sostenido desde siempre sobre la bendición, de todas formas, esta pronunciación, dijo, es necesaria en estos tiempos para ir aplicando la caridad pastoral de una forma más astuta, justa e imparcial, libre de prejuicios y con un sentido más claro de la doctrina.

Torres García, refirió que es necesario recordar a “estas personas que Jesús acogió a todos por igual, pero después de librarlos de su enfermedad, pecado y sufrimiento, les invitó a no volver al pecado y salir en búsqueda de una vida más espiritual y superior”.

Para concluir, el sacerdote expresó: “para mí es una oportunidad de acercar a estas personas a las parroquias, acogerlos, insertarlos en una pastoral específica donde puedan ir trabajando por su conversión y, del mismo modo, que ellos se sientan alegres y comprometidos a dar testimonio del nombre cristiano, atrayendo a más hermanos que como ellos, buscan a Dios de maneras equivocadas”.

CELAYA, Gto.- Después de la controversia que surgió dentro y fuera de la Iglesia Católica en el mundo, a causa del documento: “Declaración Fiducia Supplicans” sobre el sentido pastoral de las bendiciones de parejas del mismo sexo, publicado con el consentimiento del Papa Francisco, el padre José Natanael Torres García, aclaró que la Iglesia no está de acuerdo ni acepta este tipo de uniones como tal, sin embargo, lo que dicho documento indica es que “cualquier persona puede, por derecho, acercarse a solicitar una bendición, si la Iglesia no se lo ha prohibido expresamente”.

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El sacerdote comentó que en esta declaración, la cual no se tenía desde el año 2000, la Iglesia postula por medio del Dicasterio para la Doctrina de la Fe las respuestas y orientaciones pastorales a seguir para resolver las preguntas que surgieron entre varios cardenales y que enviaron al Papa en el contexto del Sínodo sobre la sinodalidad, celebrado en octubre de este año, destacando aquella que cuestionó si concuerda la bendición de parejas del mismo sexo con la Revelación y el Magisterio Eclesial.

“La respuesta ha sido negativa y con Fiducia supplicans se nos brinda una interpretación estricta de lo que es el dar una bendición y el por qué no puede bendecirse una unión de naturaleza contraria al matrimonio, y se delinean dentro de lo aceptable, pautas a seguir de manera pastoral para la acogida y bendición de personas que, siendo parejas del mismo sexo, se acercan a sus parroquias a solicitar al párroco una bendición”.

“Puede ser, como cualquier otra persona que al final de la misa se acerca al sacerdote para pedirle la bendición sobre sus hijos, su automóvil o instrumentos de trabajo o bien, malinterpretando la doctrina cristiana y pensando que con una bendición pueden recibir una gracia similar a la que los esposos reciben dentro del rito sacramental del matrimonio”.

Sobre la primera situación de las antes mencionadas, dijo, la declaración postula que “cualquier persona puede, por derecho, acercarse a solicitar una bendición, si la Iglesia no se lo ha prohibido expresamente” y, puso como ejemplo cuando al término de la misa el sacerdote da la bendición a todos por igual y “sin distinción de quién es más pecador o quién menos, y a todos les desea que Dios todopoderoso permanezca con ellos”.

“Cuando nos topamos en la calle con algún niño, anciano, joven adicto o señor alcohólico, los sacerdotes los bendecimos pidiendo al Señor que les libre de todo mal y de esos terribles vicios que dañan su vida”.

Refiriendo a la segunda situación, explicó que dar la bendición a una pareja del mismo sexo no significa estar de acuerdo con su unión o incluso concederles, por medio de ella, una gracia como la del matrimonio, sino que la declaración especifica que una bendición se brinda en un contexto más espontáneo, incluso fuera del templo y al margen de un determinado rito sacramental, que es algo totalmente distinto.

“El magisterio declara que los clérigos deben hacer todo lo posible por no dar a entender que dicha bendición corresponde a su unión como tal y evitar por ello cualquier formalidad que implique ritos o palabras parecidas a las del rito del consentimiento matrimonial, sino más bien, se bendice a cada uno de ellos, con palabras nacidas del corazón e inspiradas por el Espíritu Santo, deseando que pronto inicien su conversión y así lleven una vida conforme al evangelio”.

“Es deber, por tanto, de cada sacerdote aclararles a esas parejas que la Iglesia no está de acuerdo ni acepta su unión como tal, porque no está capacitada para darle un carácter sacramental, aún y a pesar de que en el ámbito de la ley civil sí se reconozca contradictoriamente como matrimonio. En cambio, ora por ellos y pide el auxilio de Dios todopoderoso, para que cambien de vida y encuentren dentro de la Iglesia, los medios necesarios para alcanzar su salvación. Reitero, de que no se trata de una novedad, una aprobación o desaprobación”.

Mencionó que muchos sectores dentro y fuera de la Iglesia están haciendo “mucho drama sin siquiera leer detenidamente el documento y darse cuenta de que lo que allí se manifiesta”, ya que, si lo hicieran, se darían cuenta que el documento es simplemente un esbozo teológico y doctrinal de lo que se ha sostenido desde siempre sobre la bendición, de todas formas, esta pronunciación, dijo, es necesaria en estos tiempos para ir aplicando la caridad pastoral de una forma más astuta, justa e imparcial, libre de prejuicios y con un sentido más claro de la doctrina.

Torres García, refirió que es necesario recordar a “estas personas que Jesús acogió a todos por igual, pero después de librarlos de su enfermedad, pecado y sufrimiento, les invitó a no volver al pecado y salir en búsqueda de una vida más espiritual y superior”.

Para concluir, el sacerdote expresó: “para mí es una oportunidad de acercar a estas personas a las parroquias, acogerlos, insertarlos en una pastoral específica donde puedan ir trabajando por su conversión y, del mismo modo, que ellos se sientan alegres y comprometidos a dar testimonio del nombre cristiano, atrayendo a más hermanos que como ellos, buscan a Dios de maneras equivocadas”.

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