VILALGRÁN, Gto. (OEM-Informex).- Nadie habla en Santa Rosa de Lima, optan el silencio. Ni los elementos de las Fuerzas de Seguridad Pública del Estado (FSPE), que mantienen blindada la comunidad y las céntricas calles del pueblo. Nada informan sobre el dispositivo mientras se percibe una tensa calma en un día que parece ordinario, luego de un nuevo enfrentamiento entre civiles armados y policías en la cabecera con un saldo de un muerto.
Luego de los múltiples ataques el fin de semana en diferentes municipios del estado en respuesta al operativo para la captura de José Antonio Yépez “El Marro” y la aprehensión de su mamá, sus hermanas y su prima, la comunidad, de más de tres mil habitantes, se esboza en claroscuros, bajo un cielo nublado y un ambiente sombrío, contrastante con las cúpulas blancas de la parroquia de la patrona del lugar, Santa Rosa de Lima.
Los lugareños ven con recelo a los extraños que se acercan a la plazoleta, donde trabajadores de una empresa de la construcción realizan obras de rehabilitación y mejoramiento.
Unos metros adelante se instala una barricada de seguridad de bultos con arena, en la fachada de una finca asegurada al crimen organizado y que ahora funciona como guarnición.
Al paso de los extraños por la calle Miguel Hidalgo, la gente se "escurre" y cierra las puertas de sus casas, mientras poca gente circula por las calles recién compactadas con tepetate, base de la urbanización pendiente.
Al filo del medio día un convoy con al menos cinco patrullas de las Fuerzas del Estado recorrían la mancha urbana de la cabecera municipal por el bulevar Colosio, mientras unidades de Policía Municipal hacían lo propio por diversas calles de esta ciudad semivacías.
La ruta hacia Santa Rosa de Lima es por la salida de la calle Titán, donde se leen los rótulos de la señalética de vialidad anunciando la salida a los municipios de Juventino Rosas, Querétaro e Irapuato.
Apenas saliendo a la carretera estatal, del lado izquierdo, en una campiña con siembra de maíz en fase vegetativa se observa a la distancia un cerco policial. En los caminos de acceso al punto, en la colonia arboledas los elementos prohíben el acceso al sitio donde se registró el enfrentamiento. La escaramuzara entre civiles armados y elementos de seguridad dejó como saldo un presunto criminal muerto.
En la periferia de esta ciudad clasificada por los protocolos en código rojo de seguridad, la policía repelió la agresión de los civiles armados, causándoles una baja, por lo que los caminos de terracería que conducen al lugar permanecen estrechamente vigilados con un cerco de seguridad que impide el libre tránsito.
En el acceso al camino que conduce a Santa Rosa de Lima -comunidad, principal territorio de Juan Antonio Yépez "El Marro"-, elementos de seguridad mantienen blindada la colonia Arboledas.
La colonia aledaña a la Unidad Deportiva, fue temprano por la mañana escenario del enfrentamiento de un grupo de civiles armados con elementos de las Fuerzas de Seguridad Pública del Estado.
La revisión de vehículos de motor y de personas es minuciosa y los patrullajes en todo el municipio permanentes.
Para llegar hasta el corazón de Santa Rosa de Lima, circulando por caminos de terrecería cienegosos por las lluvias recientes, hay que pasar por varios retenes de las fuerzas de seguridad.
En el recorrido de 20 minutos en vehículo se puede apreciar, entre la falta de urbanización, fincas de grandes extensiones, terminadas o a medio construir, que evidencian el poder económico de los dueños.
Al llegar propiamente a la comunidad se puede contrastar las condiciones económicas de los propietarios de fincas y viviendas humildes, algunas con equipos y maquinaria agrícola.
Al arribar al punto céntrico de la localidad se pueden observar camiones de servicio de transporte suburbano y escasa circulación de deambulando por las calles.
Al arribar al kiosco que se localiza en la Plaza Cuauhtémoc se observa el templo de la patrona Santa Rosa de Lima, mudo testigo del miedo que hay en la comunidad.
Carmen de 70 años, vecina del lugar acepta hablar con ciertas reservas y dice que “está tranquilo (el sitio). Aunque sí tenemos miedo. No sé mucho, porque si pasa algo, nos encerramos yo y mi viejito. Pero ahí vemos a esos señores de negro que están allí de la Fespe (elementos de las FSPE)”.
Los santarrocenses están temerosos y no hablan. Tampoco dicen nada los elementos de seguridad pública. Ellos sólo siguen instrucciones de los altos mandos, de estar ahí vigilantes y no descuidar la barricada.
En la calle Miguel Hidalgo, adelante de una edificación que evoca, a escala, al monumento a la Revolución en la ciudad de México, se instaló, desde hace días, la barricada de seguridad en donde se apostan un grupo de hasta 10 elementos.
En la vialidad está restringido el paso no sólo por cuestiones de seguridad, sino por los trabajos de pavimentación que se realizan a expensas de la delegada de la comunidad Benigna Fajardo.
Este municipio y particularmente la comunidad de Santa Rosa de Lima, icono del Cártel del mismo nombre, ubicada al noreste del municipio en los límites con Celaya y Santa Cruz de Juventino Rosas, es un territorio “caliente” en código rojo de seguridad del estado, se pincela bajo un cielo encapotado que lo hace ver como paisaje en lienzo de luces y sombras.