CELAYA, Gto. (OEM-Informex).- Como sacerdote iré al frente para guiar a las personas, no conozco un plan que pueda cambiar la crisis de la sociedad actual, pero sí sé que lo importante es escuchar los gritos silenciosos, sobre todo de los adolescentes y jóvenes, que están siendo seducidos por el dinero, los bienes materiales y el poder. Siendo formador de seminaristas, ellos son mi prioridad para actuar.
Comentó que la Iglesia está muy lastimada por tantos escándalos dolorosos, abusos de autoridad por parte del presbiterio, pero explicó que esto se debe a que esos sacerdotes aún no se han dejado quemar por el fuego del amor de Dios, el cual es tan misterioso que logra transformar la vida de la persona misma.Jesús Humberto Pérez Girón
Estas fueron las palabras del Diácono de la Diócesis de Celaya, Jesús Humberto Pérez Girón, quien el día de hoy será ordenado Presbítero, por parte del Obispo de Celaya, Monseñor Benjamín Castillo Plascencia, en el Templo de Nuestra Señora del Carmen a las 11:00 horas, rodeado de sus familiares y amigos.
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Pérez Girón, manifestó que el sacerdocio es su camino, pero aseguró que con el paso de los años, se dio cuenta que cuando se es seminarista, la primera respuesta ante el cuestionamiento del por qué ser sacerdote, el 90% responden lo mismo, que es porque quieren servir a los demás.
Dicha situación dijo, con el paso del tiempo comienzan a darse cuenta que para ello no es necesario ser presbítero, ya que se puede servir a los demás, como médico, ejerciendo cualquier otra profesión, estilo de vida e incluso sin tener una carrera.
“Esto te lleva a bajar un peldaño y preguntarte, entonces para qué ser sacerdote, en qué es distinto de los demás; después te das cuenta que lo que lo hace diferente es el hecho de convertirse en una persona que se entrega para amar a Dios de una forma en la que otros no pueden hacerlo. El sacerdote es un hombre entregado por el cielo por amor, es una persona enamorada, no es un solterón como muchos piensan, sino que aprenden a amar con un amor limpio y puro”.
“El sacerdote es quien enciende la vela en el fuego que es Dios, para encender la vida de los demás, hay que encenderse en el fuego de amor de Dios para que podamos ayudar mejor a los demás y no a nosotros mismos”.