CELAYA, Gto.- (OEM-Informex).- A 22 años de las explosiones de pólvora y pirotecnia en negocios de Antonio Plaza y Felipe Ángeles, comienza a borrarse de la memoria colectiva la mayor tragedia contemporánea ocurrida en Celaya en los últimos 100 años.
Por segundo año consecutivo no hubo acto conmemorativo y esta vez ni siquiera se sabía solicitado una misa en memoria de las víctimas en la Parroquia de la Resurrección.
La mañana de este domingo permanecía cerrada la negociación de botanas y desechables dónde existió la Abarrotera Celaya, epicentro de las conflagraciones del "Domingo Negro", lo que es muy común en esta fecha.
Tal vez ignorantes de lo que ahí ocurrió, una fila de personas esperaba turno para comprar carnitas en un local vecino y sobre la banqueta, comerciantes vendían utensilios domésticos, fruta, hortalizas, jugos, bisutería, entre otras cosas.
En el arroyo, que antes dejaban libre para el rezo o misa, había muchos vehículos estacionados en doble fila.
En las cortinas del negocio con razón social "Lupita", donde antes se colocaban retratos de algunas de las víctimas, flores y veladoras, y se colocaba una tarima y equipo de sonido, todo permanecía vacío esta mañana.
No solicitaron misa
En la iglesia del Barrio de la Resurrección, el párroco Wilfrido Mancera informo que antes venían familias de personas que fallecieron en ese fatídico día para dedicar a una misa a sus difuntos en el templo, pero que este domingo no se había solicitado ninguna. Normalmente se les recordaba en la misma de las 8:00 de la mañana.
La historia
Cómo ya es público, la mañana del 26 de Septiembre de 1999, como a las 9:30 de la mañana, material pirotécnico que se exhibía en una vitrina en la Abarrotera Celaya se incendiaron y estallaron, al parecer por el "efecto lupa" al dar el sol en ese punto y algunas empleadas resultaron lesionadas.
Acudió una unidad de Bomberos y una ambulancia de Cruz Roja, así como elementos de policía y tránsito, quienes ignoraban que en el local había almacenadas toneladas de pirotecnia y también en otro vecino, dedicado a la venta de pañales desechables.
Con ellos, cientos de curiosos observaban la escena, ignorantes del peligro.
Mientras realizaban las maniobras, a eso de las 10:20 horas, el intenso calor hizo entrar en ignición lo almacenado y estalló el lugar, demoliendo la esquina de Antonio Plaza y Felipe Ángeles, así como los negocios ubicados enfrente, la onda expansiva y los restos de los inmuebles, convertidos en proyectiles, mataron decenas de personas y mutilaron a otras.
Un hongo de humo negro se elevó y fue visible a varios kilómetros a la redonda.
El conteo oficial fue de 72 muertos, un desaparecido y 350 lesionados, aproximadamente, entre los fallecidos hubo socorristas, policías y bomberos, comerciantes y fotógrafos de prensa, que habían llegado a cubrir el evento.
En el lugar murieron los socorristas Juan Rodríguez Corona, Cristina Camarena Laguna y Jesús Revilla Sánchez, así como el bombero Juan Manuel Segoviano, y Rafael Santoyo, de Rescate SOS, con ellos también falleció el fotógrafo Matías Niño y resultó lesionado el fotógrafo de El Sol del Bajío, Leonicio Lira, quien falleció horas después, entre otros.
En esa época no existía Protección Civil ni los protocolos que hoy se siguen en los siniestros.
Corporaciones de auxilio de todo el estado acudieron al lugar y con ellos las fuerzas armadas, la remoción de escombros duro unas tres semanas y en esos días se celebró una misa en el lugar, luego, en los siguientes 20 años se repitieron misas, rosarios y eventos conmemorativos cada 26 de Septiembre, por familiares de los fallecidos y personas sobrevivientes que resultaron afectadas, incluso con presencia de fuerzas de seguridad y cuerpos de auxilio, los que con el tiempo se retiraron.
Durante ese tiempo, decenas de afectados, entre lesionados, viudas y huérfanos aún buscaron la justicia en contra de los responsables, pero sólo hubo una persona sancionada, la dueña de la Abarrotera Celaya: Angélica Vargas Bocanegra, viuda del propietario del negocio, quien fue condenada a 10 años y 4 meses de prisión, los cumplió en 2018 y quedó libre, no hubo reparación del daño, luego de agotarse las instancias legales, tanto en lo penal como en lo civil.
Para el aniversario número 21 ya no hubo ningún evento conmemorativo, al igual que el 22, y todo comienza a caer en el olvido público.