CORTAZAR, Gto. (OEM-Informex).- Quien ingresa a la Cocina Café Culiacán aprecia que no es nada parecido a un restaurante común, lo primero que ve en sus espacios cómodos, es una galería múltiple de arte donde se conjuntan muebles, juguetes tradicionales, pintura, tallas de madera, cartonería, imágenes religiosas policromadas, figuras de barro prehispánicas y coloridos espacios, con los que se disfruta la comida tradicional, pero sin bebidas alcohólicas.
Está ubicada en la esquina de las calles de Manuel Doblado y Guillermo Prieto, a una cuadra del Jardín Principal de esta ciudad.
Lo atiende Antonio Santillán, originario de San Juan de la Vega, comunidad de Celaya. Santillán, licenciado en Turismo, creó hace unos meses este negocio innovador, combinando la riqueza culinaria con el arte antiguo y contemporáneo: La Cocina Café Culiacán, cuyo lema es "Qué bonito es Cortazar".
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"Hice un negocio y no me gusta llamarle restaurante sino "cocina café", es un concepto de San Miguel de Allende y Ciudad de México, los restauranteros o los que estudiamos turismo manejamos el concepto para aquella cocina, lugar o restaurante que sirve comida tradicional", explicó.
"Nosotros no manejamos comida rápida, pizza o hamburguesas, vendemos pozole verde o rojo, mole verde o rojo, enchiladas, tortas ahogadas, gorditas de Cortazar, tamales, frappés mexicanos de canela, chocolate blanco, chocolate de Chiapas, hasta el agua mineral es una marca mexicana, tratamos de que todos los ingredientes que se sirven aquí en primera sean del mercado, de las yerberas, de esas señoras que venden fruta y verduras, no del Wal-Mart, se compran todos los días, no se refrigera casi nada, es la comida tradicional de la abuelita, cuando íbamos a comer con ella y te daba tus frijoles refritos y chilaquiles, todo eso es lo que hacemos aquí, a un costo accesible para que toda la población puedo acudir".
"Los postres que servimos como el volteado de piña, volteado de nuez o fresas con crema, son de una señora que es una eminencia en Cortazar, todo es de aquí, de esta ciudad y sus comunidades, no hay nada de tiendas de las grandes cadenas comerciales".
Somos un concepto único. En San Miguel Allende hay un restaurante así, en Querétaro está el San Miguelito también y de ahí en fuera Morelia y la Ciudad de México, explicó, es un concepto tradicionalista folklórico y artesanal en todos los sentidos, olores y sabores.
Comentó que la idea fue que la gente de Cortazar se sienta orgullosa y con identidad; "que vengan los niños y se sientan orgullosos de su pueblo".
"Hemos tenido franceses comiendo aquí, quienes no conocían Cortazar y vinieron nada más a conocer al restaurante, un grupo de norteamericanos, hemos tenido ya unos 100 extranjeros en este lugar, los que vienen no a Cortazar, sino a este lugar".
En cuanto a las artesanías, comentó que la mayoría de la talla de madera es de Apaseo el Alto, pero también hay algunas piezas de Cortazar de un adulto mayor que las hace, la cartonería es de Cortazar y de Celaya, las pinturas de artistas de comunidades de Celaya y de Cortazar también, todo es de Guanajuato y México.
"Un amigo me comentaba que esto no es una cocina sino un museo, han venido niños y es bien padre ver que no tiran ni rompen, observan, es un lugar tradicional y familiar, no se vende alcohol, han venido personas de la tercera edad y discapacitados, es un desfile".
Comentó que es un concepto que le aprendió a los norteamericanos, "a mí mis papás si me enseñaron a amar mi país, pero quienes me enseñaron a apreciar mi cultura son los norteamericanos. Estudié Turismo y me tocó en Querétaro y San Miguel de Allende trabajar con grupos de ellos, tiene un valor impresionante para ellos nuestra cultura, lo que muchos mexicanos a veces no tenemos, no apreciamos y no valoramos a nuestros artesanos ni a nuestra cocina, preferimos ir por unas alitas, una pizza o una hamburguesa, y el costo es el mismo, aquí con 75 esos tengo unas enchiladas verdes, bien servidas, nuestra comida es patrimonio inmaterial de la humanidad".
Agregó que este lugar lo hizo pensando como un sueño, más que como un objetivo económico, acondicionamos una casa que tiene como unos 300 años de historia, es una finca de la familia de los Cano, que es de abolengo aquí y tiene sus leyendas.
"Aquí fue la primera cantina de Cortazar y al parecer era la primera casa de cambio, hay muros de piedra y adobe, tiene mucha historia y leyendas, por ahí en una pared encontraron restos humanos, hay otra leyenda de que en un cuarto se encontró un piso dibujado, al final la casa volvió a retomar esa magia y misticismo que tenía la construcción, la gente se siente muy a gusto y viene aquí a pedirme comida tradicional".
Aclaró que el arte que exhibe no está a la venta, es su colección privada, ya que es un coleccionista de arte y artesanías mexicanas desde los 15 o 16 años y de ahí se ha vuelto algo que nunca piensa dejar "es todo para exhibición".
En el sitio trabajan en unas 9 personas, no hay chefs o cocineras profesionales, son señoras de comunidades de las que la más joven tiene 62 años, los adultos mayores hacen turnos de 4 horas solamente, por edad y porque se sienten a gusto laborando aquí "les doy dos días de descanso a la semana y a veces no quieren descansar".