/ domingo 26 de diciembre de 2021

[Fotos] Barrio de Tierras negras: referente gastronómico y cultural

Las gorditas surgieron de una necesidad en 1860 aproximadamente

CELAYA, Gto.- (OEM-informex).- El Barrio de Tierras Negras es conocido en todas partes del país por su tradición cultural, gastronómica y religiosa. La zona abarca un área aproximada de 34 hectáreas, y hace poco más de 160 años fueron habitadas por Otomíes y Chichimecas.

Actualmente viven aproximadamente cuatro mil 510 habitantes, y tiene un output económico estimado en mil 300 millones de pesos anuales, de los cuales 220 millones corresponde a ingresos generados por los hogares y mil 100 millones de pesos de los 440 establecimientos que ahí operan que emplean a alrededor de 413 personas.

ORIGEN

Pedro Mendoza Álvarez de 83 años, descendiente directo de Laureano Collante, platicó con El Sol del Bajío que su tatarabuelo era originario de la etnia de los Guamares, también conocidos como Chichimecas blancos, pero después de que por cuatro años no lloviera en el norte del estado emigró a Celaya, donde compró el terreno que ahora se conoce como Barrio de Tierras Negras y les regaló una parte a los trabajadores que se vinieron con él.

Indicó que las tierras que adquirió abarcaban lo que ahora se conocen como las calles Leandro Valle, hasta Francisco Juárez, toda la calle de Jiménez y por el norte hasta Las Américas. “Aquí había mucha agua, había buenas tierras, ellos llegaron entre 1806 y 1807 a trabajar y fue cuando se creó el barrio”.


“Se le llama Barrio de Tierras Negras, no porque había tierras buenas, sino porque nació en el rancho de Tierras Negras que se ubica entre la carretera de Villagrán a Juventino Rosas. Tiempo después de la muerte de Laureano y su esposa por los años de 1860, su hijo Simón y su esposa Alejandra se dan a la tarea de construir un templo a la Virgen a base de piedra y tabique horneado que se inauguró un 12 de enero de 1864”.


GORDITAS

Mencionó que las gorditas surgieron de una necesidad en 1860 aproximadamente, ya que se organizaba la fiesta del barrio, en las que se reunían todos los parientes de diferentes partes de la región de Celaya. “Los responsables de los festejos eran Juan y Laureano, que eran padre e hijo y se dieron cuenta que no había nada de comer para los visitantes, porque ese año no había llovido”.

“Mi tata Alejandra y mi bisabuela Rafaela Martínez, quienes eran las responsables de darles de comer fueron a la capilla de la Virgen de Guadalupe para pedirle que les ayudara y las iluminara para hacer algo que les alcanzara para todos y al salir se sentaron en las bancas que había bajo los árboles, que todavía existen, e hicieron un recuento de todo lo que tenían”.

“Ahí sentadas vieron que había mucho maíz del negro y rojo, había poco chile, leche de las vacas e hicieron quesos, ahí entre lo que pensaron Rafaela y su mamá Alejandra, también conocida como Nanajanda, pusieron casos de nixtamal e invitaron a las parientas a hacer la molienda del nixtamal, a moler el chile y mezclarla con queso”.


“Entonces hicieron la masa quebrada, el testal, que es la porción de masa que la tortean, la ponen en la mano, sumen la masa y le ponen el amasijo de chile molido, con el queso bien molido, entre otras cosas, cerraron, lo torteaban y al comal, y así resultaron las gorditas”.


LUMINARIAS

Comentó que también por los años de 1860 aproximadamente, casi a la par de las gorditas, falleció Laureano, fundador del barrio, y fue sepultado junto a su papá Juan Collante en el camposanto que actualmente es el atrio del Templo de San Antonio. Años más tarde se anunció que los restos que ahí descansaban serían reubicados en el Panteón Norte, el cual se inauguró en la segunda mitad del siglo XIX.

Cuando Simón, quien fue uno de los hijos de Laureano se enteró, convocó a todos los parientes del barrio, y a los trabajadores “para que hicieran algo en agradecimiento de Tata Juan y Tata Laureano, entonces se decidió que todos fueran el día de los difuntos después de las 16:00 horas en la capilla, vestidos de luto, con veladoras y su santo de devoción, donde se hizo una ceremonia con los concheros que tocaba la pieza llamada Alabao”.

“Las personas iban por las calles que ahora se conocen como Las Américas, daban vuelta por Leandro Valle para tomar Liborio Crespo, y llegaban a la puerta oriente de lo que ahora es el Templo de San Antonio y que se llamaba la Iglesia del Descanso. Ahí hicieron otra ceremonia y pidieron a las ánimas del purgatorio que les permitiera salir a las almas. En cada casa se puso una luminaria para que no se perdieran las almas que se atrasaran”.


Indicó que, saliendo del panteón, iban cargadores con mantas y flores picadas para regarlas en el piso, sobre todo, cempasúchil, nube, betónica, para que las almas no se perdieran y llegaran a sus casas donde hubiera una luminaria para que el alma entrara a convivir con sus familiares vivos.

Recordó que hace tiempo, al conmemorarse las luminarias “hicieron un concurso, eso no tiene nada que ver. Las luminarias parten de 1860 aproximadamente, es una tradición centenaria y quisieron echarles encima el desfile porque según ellos querían preservar las tradiciones y buenas costumbres, pero lejos de preservarlas las agredieron. Afortunadamente ya no se hizo”.


DANZA

Refirió que las danzas, los cuetes, castillos y las bandas de música fueron detonadas por su bisabuela Rafaela entre la década de los 70’s y 80’s, y luego de que hizo una visita a la Ciudad de México, se trajo un libro de la Basílica de Guadalupe llamado: Las cuatro apariciones, y a partir de eso creó el primer coloquio, también realizó pastorelas, inventó la representación de la Pasión y Muerte de Cristo, Los 12 Pares de Francia, entre otras.


CULTURA Y RELIGIÓN

Mendoza Álvarez, mencionó que por los años de 1860 su tatarabuelo Simón y su esposa Alejandra se dieron a la tarea de construir un templo a la Virgen de Guadalupe a base de piedra y tabique horneado que se inauguró un 12 de enero de 1864.

Mientras que la fiesta de la Virgen se fijó para el 12 de enero, ya que no quisieron juntar la festividad con la gente rica a la que llamaban ‘Los Curros’ de la Alameda, debido a la rivalidad que existió en ese tiempo.


De acuerdo con el historiador Rafael Soldara, la festividad tiene una duración de tres semanas, tiempo en que se hacen representaciones de danzas de concheros y aztecas Xochiquétzal, así como representaciones escénicas populares que muestran pasajes religiosos, así como vendimias de las tradicionales gorditas de queso. Otras de las festividades anuales del barrio comprenden “La quema de judas” durante semana santa, en las que se queman figuras hachas de cartonería con forma de diablitos que llevan enredos de fuegos pirotécnicos.

Don Pedro también indicó que su bisabuela Rafaela Martínez, fue amiga de la reconocida Emeteria Valencia, quien compró y regaló instrumentos a la banda de música que había formado su abuelo Lorenzo Álvarez.

Por otra parte, la gente del barrio recuerda al padre Rogelio Segundo Escobedo, quien fue rector del Templo de Nuestra Señora de Guadalupe, en el Barrio de Tierras Negras, hasta el 2020 como el precursor de la Banda de Viento Infantil y la Orquesta Comunitaria.

Por promover la cultura, el turismo religioso, por crear micro negocios, por fundar el Centro Humanitario Caminemos Juntos, y la Casa del Migrante El Buen Samaritano. También lo recuerdan en las pinturas que realizó Arturo Elías que se encuentran en los muros del atrio y en la representación junto a la Virgen de Guadalupe y San Juan Diego hecha por Jesús Landín Mendoza.

También lo recuerdan por ser impulsor del festival de la gordita, de los danzantes, de los artistas, artesanos, la medicina, por su trabajo espiritual y servicio social.


DEPORTE

Por otra parte, Ricardo Ramírez Olivares, más conocido como Jonás, nació en el Barrio de Tierras Negras en las famosas gorditas de Doña Remedio Calixto. Indicó que desde sus bisabuelos se ha promovido el deporte a través de las carreras que se realizan cada año en el lugar.

Indicó que la tradición, la cual tiene cerca de 70 años, la continuó su papá realizando carreras ciclistas y terrestres, pero después se dejaron de hacer hasta que, él junto a sus primos lo retomaron.

“Yo la tuve por cinco años, pero en 2020 por la pandemia se canceló, este 2021 no se ha concretado nada, los del barrio me pidieron que la organizara, pero aún esperamos a que nos confirmen si vamos a tener permiso para realizarla o no”, finalizó.

CELAYA, Gto.- (OEM-informex).- El Barrio de Tierras Negras es conocido en todas partes del país por su tradición cultural, gastronómica y religiosa. La zona abarca un área aproximada de 34 hectáreas, y hace poco más de 160 años fueron habitadas por Otomíes y Chichimecas.

Actualmente viven aproximadamente cuatro mil 510 habitantes, y tiene un output económico estimado en mil 300 millones de pesos anuales, de los cuales 220 millones corresponde a ingresos generados por los hogares y mil 100 millones de pesos de los 440 establecimientos que ahí operan que emplean a alrededor de 413 personas.

ORIGEN

Pedro Mendoza Álvarez de 83 años, descendiente directo de Laureano Collante, platicó con El Sol del Bajío que su tatarabuelo era originario de la etnia de los Guamares, también conocidos como Chichimecas blancos, pero después de que por cuatro años no lloviera en el norte del estado emigró a Celaya, donde compró el terreno que ahora se conoce como Barrio de Tierras Negras y les regaló una parte a los trabajadores que se vinieron con él.

Indicó que las tierras que adquirió abarcaban lo que ahora se conocen como las calles Leandro Valle, hasta Francisco Juárez, toda la calle de Jiménez y por el norte hasta Las Américas. “Aquí había mucha agua, había buenas tierras, ellos llegaron entre 1806 y 1807 a trabajar y fue cuando se creó el barrio”.


“Se le llama Barrio de Tierras Negras, no porque había tierras buenas, sino porque nació en el rancho de Tierras Negras que se ubica entre la carretera de Villagrán a Juventino Rosas. Tiempo después de la muerte de Laureano y su esposa por los años de 1860, su hijo Simón y su esposa Alejandra se dan a la tarea de construir un templo a la Virgen a base de piedra y tabique horneado que se inauguró un 12 de enero de 1864”.


GORDITAS

Mencionó que las gorditas surgieron de una necesidad en 1860 aproximadamente, ya que se organizaba la fiesta del barrio, en las que se reunían todos los parientes de diferentes partes de la región de Celaya. “Los responsables de los festejos eran Juan y Laureano, que eran padre e hijo y se dieron cuenta que no había nada de comer para los visitantes, porque ese año no había llovido”.

“Mi tata Alejandra y mi bisabuela Rafaela Martínez, quienes eran las responsables de darles de comer fueron a la capilla de la Virgen de Guadalupe para pedirle que les ayudara y las iluminara para hacer algo que les alcanzara para todos y al salir se sentaron en las bancas que había bajo los árboles, que todavía existen, e hicieron un recuento de todo lo que tenían”.

“Ahí sentadas vieron que había mucho maíz del negro y rojo, había poco chile, leche de las vacas e hicieron quesos, ahí entre lo que pensaron Rafaela y su mamá Alejandra, también conocida como Nanajanda, pusieron casos de nixtamal e invitaron a las parientas a hacer la molienda del nixtamal, a moler el chile y mezclarla con queso”.


“Entonces hicieron la masa quebrada, el testal, que es la porción de masa que la tortean, la ponen en la mano, sumen la masa y le ponen el amasijo de chile molido, con el queso bien molido, entre otras cosas, cerraron, lo torteaban y al comal, y así resultaron las gorditas”.


LUMINARIAS

Comentó que también por los años de 1860 aproximadamente, casi a la par de las gorditas, falleció Laureano, fundador del barrio, y fue sepultado junto a su papá Juan Collante en el camposanto que actualmente es el atrio del Templo de San Antonio. Años más tarde se anunció que los restos que ahí descansaban serían reubicados en el Panteón Norte, el cual se inauguró en la segunda mitad del siglo XIX.

Cuando Simón, quien fue uno de los hijos de Laureano se enteró, convocó a todos los parientes del barrio, y a los trabajadores “para que hicieran algo en agradecimiento de Tata Juan y Tata Laureano, entonces se decidió que todos fueran el día de los difuntos después de las 16:00 horas en la capilla, vestidos de luto, con veladoras y su santo de devoción, donde se hizo una ceremonia con los concheros que tocaba la pieza llamada Alabao”.

“Las personas iban por las calles que ahora se conocen como Las Américas, daban vuelta por Leandro Valle para tomar Liborio Crespo, y llegaban a la puerta oriente de lo que ahora es el Templo de San Antonio y que se llamaba la Iglesia del Descanso. Ahí hicieron otra ceremonia y pidieron a las ánimas del purgatorio que les permitiera salir a las almas. En cada casa se puso una luminaria para que no se perdieran las almas que se atrasaran”.


Indicó que, saliendo del panteón, iban cargadores con mantas y flores picadas para regarlas en el piso, sobre todo, cempasúchil, nube, betónica, para que las almas no se perdieran y llegaran a sus casas donde hubiera una luminaria para que el alma entrara a convivir con sus familiares vivos.

Recordó que hace tiempo, al conmemorarse las luminarias “hicieron un concurso, eso no tiene nada que ver. Las luminarias parten de 1860 aproximadamente, es una tradición centenaria y quisieron echarles encima el desfile porque según ellos querían preservar las tradiciones y buenas costumbres, pero lejos de preservarlas las agredieron. Afortunadamente ya no se hizo”.


DANZA

Refirió que las danzas, los cuetes, castillos y las bandas de música fueron detonadas por su bisabuela Rafaela entre la década de los 70’s y 80’s, y luego de que hizo una visita a la Ciudad de México, se trajo un libro de la Basílica de Guadalupe llamado: Las cuatro apariciones, y a partir de eso creó el primer coloquio, también realizó pastorelas, inventó la representación de la Pasión y Muerte de Cristo, Los 12 Pares de Francia, entre otras.


CULTURA Y RELIGIÓN

Mendoza Álvarez, mencionó que por los años de 1860 su tatarabuelo Simón y su esposa Alejandra se dieron a la tarea de construir un templo a la Virgen de Guadalupe a base de piedra y tabique horneado que se inauguró un 12 de enero de 1864.

Mientras que la fiesta de la Virgen se fijó para el 12 de enero, ya que no quisieron juntar la festividad con la gente rica a la que llamaban ‘Los Curros’ de la Alameda, debido a la rivalidad que existió en ese tiempo.


De acuerdo con el historiador Rafael Soldara, la festividad tiene una duración de tres semanas, tiempo en que se hacen representaciones de danzas de concheros y aztecas Xochiquétzal, así como representaciones escénicas populares que muestran pasajes religiosos, así como vendimias de las tradicionales gorditas de queso. Otras de las festividades anuales del barrio comprenden “La quema de judas” durante semana santa, en las que se queman figuras hachas de cartonería con forma de diablitos que llevan enredos de fuegos pirotécnicos.

Don Pedro también indicó que su bisabuela Rafaela Martínez, fue amiga de la reconocida Emeteria Valencia, quien compró y regaló instrumentos a la banda de música que había formado su abuelo Lorenzo Álvarez.

Por otra parte, la gente del barrio recuerda al padre Rogelio Segundo Escobedo, quien fue rector del Templo de Nuestra Señora de Guadalupe, en el Barrio de Tierras Negras, hasta el 2020 como el precursor de la Banda de Viento Infantil y la Orquesta Comunitaria.

Por promover la cultura, el turismo religioso, por crear micro negocios, por fundar el Centro Humanitario Caminemos Juntos, y la Casa del Migrante El Buen Samaritano. También lo recuerdan en las pinturas que realizó Arturo Elías que se encuentran en los muros del atrio y en la representación junto a la Virgen de Guadalupe y San Juan Diego hecha por Jesús Landín Mendoza.

También lo recuerdan por ser impulsor del festival de la gordita, de los danzantes, de los artistas, artesanos, la medicina, por su trabajo espiritual y servicio social.


DEPORTE

Por otra parte, Ricardo Ramírez Olivares, más conocido como Jonás, nació en el Barrio de Tierras Negras en las famosas gorditas de Doña Remedio Calixto. Indicó que desde sus bisabuelos se ha promovido el deporte a través de las carreras que se realizan cada año en el lugar.

Indicó que la tradición, la cual tiene cerca de 70 años, la continuó su papá realizando carreras ciclistas y terrestres, pero después se dejaron de hacer hasta que, él junto a sus primos lo retomaron.

“Yo la tuve por cinco años, pero en 2020 por la pandemia se canceló, este 2021 no se ha concretado nada, los del barrio me pidieron que la organizara, pero aún esperamos a que nos confirmen si vamos a tener permiso para realizarla o no”, finalizó.

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