CELAYA, Gto.- (OEM-Informex).- La familia Hernández sigue a la deriva, y después de haber sido desalojada de las vías en donde tenían más de 35 años viviendo, terminaron en una cochera de una casa en donde los dueños les permitieron quedarse con la señora Claudia Jiménez, convaleciente de cáncer avanzado.
Mientras todos los días el señor José Alfredo Hernández Velázquez sale a buscar una modesta casa o cuartos para rentar, su esposa se queda en la cochera techada, sufriendo del cáncer en los riñones.
“Cuando en la mañana del pasado miércoles vimos que había llegado la maquinaria de Ferromex, mi esposa se puso más mala, no sólo por el miedo a lo que nos pudieran hacer, sino porque iban a quedar en la calle. En cuanto una señora se dio cuenta por la transmisión que se hacía, una señora llegó en su camioneta y junto con otras personas nos ayudó a salir. Salimos porque mi esposa me rogó, y porque una buena persona se ofreció en ayudarnos”, comentó.
Explicó que logró sacar pocas cosas, la estufa, el refrigerador, la cama, el colchón, ropa, cobijas, trastes y algunos juguetes de su hijo de ocho años de edad, de tal manera que cuando llegaron las máquinas, ya no estaban y barrieron con la vivienda de madera y tablas con muchas cosas todavía dentro.
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Ese mismo día, otra familia aceptó llevarse a su mamá, la señora Angélica González Coyote, de 69 años de edad, pero don José Alfredo sabe que deberá ir a buscarla tarde o temprano, para volver a vivir todos juntos, pero en una casa en la que puedan rentar.
El señor Alfredo corta pasto y poda árboles, pero hace cualquier tipo de trabajo de ayudante como albañil, y asegura que hay gente que le ha ayudado mucho, y él busca pagarlo con trabajos que le encargan.
Hace un mes, asegura, hubo una familia de España que le ayudó, y dos familias de Estados Unidos que también le mandó dinero para los medicamentos de su esposa que tiene que llevar cada semana a León.
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Lamenta no saber leer, porque no tuvo la oportunidad de ir a la escuela, ya que tenía que trabajar desde muy pequeño para ayudarles a sus papás, y ya unido con su pareja, le fue imposible estudiar, pero a sus dos hijos sí los mandó a la escuela.
“La cochera ha sido un lugar en donde hemos hecho nuestro hogar, y estamos muy agradecidos con los dueños, pero comprendemos que todos sus cuartos ya están ocupados y vivir en la cochera es por poco tiempo. Por eso tengo que seguir buscando una casa para rentar. El problema es que tengo los gastos del tratamiento de cáncer de mi esposa, y tengo que llevarla a León una o dos veces por semana, y por eso no tengo mucho tiempo para entrar a una fábrica o tener un trabajo estable. Se me ha complicado, pero aun así sigo buscando una casa para que mi familia pueda por fin estar en paz”, concluyó.