CELAYA, Gto.- Este jueves 13 de junio, la Iglesia Católica celebra a San Antonio de Padua, santo que perteneció a la Orden de Frailes Menores O.F.M. y que fue muy conocido por su espiritualidad, inteligencia y sus grandes consejos matrimoniales. De acuerdo con el padre Natanael Torres García, se ha establecido una superstición entre los fieles que no encuentran pareja que consiste en ponerlo de cabeza para alcanzar el favor solicitado y, aunque esta acción no está considerada como pecado, es recomendable dejar eso a un lado y mejor seguir su ejemplo de vida.
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El sacerdote explicó que poner a San Antonio de Padua de cabeza “se trata de una superstición que se ha sincretizado con la devoción al santo, pues en vida, se dice que él era muy buen consejero matrimonial, y así como ayudaba a las parejas en conflicto, también brindaba apoyo a las mujeres que, deseando el matrimonio, debían por parte de su familia dar la dote correspondiente a la familia de aquél con quien deseaba contraer matrimonio. Se cuenta también que, alguna vez, entregó 13 monedas a las hijas de un hombre que no se habían casado porque no tenían dinero, y esto les habría ayudado a entregar su dote y poder conseguir un esposo”.
“Fue así, que los misioneros franciscanos introdujeron su devoción en nuestro continente, como el intercesor de las parejas en conflicto y de las solteras en busca de marido. La tradición indígena, cuenta que sus devotos establecieron un ritual, que consistía en ponerle 13 monedas, una veladora, y rezar por trece días, un Ave María, Padre nuestro y Gloria, para alcanzar el favor solicitado”.
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Mencionó que hasta el momento no existe un registro verosímil sobre el hecho, pero considera que quizá las solteras más desesperadas lo comenzaron a poner de cabeza, para urgirle el favor de conseguir marido, porque no se sentían escuchadas por san Antonio con prontitud.
También indicó que ponerlo de cabeza no es pecado, pero sí una superstición y, es que asegura, los santos son quienes alcanzan los favores divinos de carácter espiritual y si lo material resulta conveniente para la salvación de la persona, “no dudo que también por su medio, Dios ponga en nuestro camino lo que se necesita para el desarrollo humano en aquello que nos está imposibilitando una vida en comunión con él”.
Por otra parte, destacó que el santo es conocido por el trabajo pastoral que desempeñó, no solo con las parejas y las personas en busca de matrimonio, sino también por su espiritualidad y pensamiento, ya que era un hombre sumamente inteligente, que además vivía la fe con mucho amor y devoción, especialmente hacia la Eucaristía.
“Y lo mejor de todo, es que su fe no le llevó a refugiarse solo en los libros o a encerrarse en los oratorios a rezar todo el día, sino que esa sabiduría y ese fervor cristiano lo llevaron a realizar muchas acciones concretas por los necesitados y a enfrentar cara a cara a los herejes de aquel entonces. Como diría un personaje de su tiempo: la flama interior de su amor irradiaba al exterior”.
¿Què hay que pedirle a los santos?
¿Qué pedirle por su intersección?, se le preguntó, a lo que respondió que “los santos, antes de ser intercesores, son primero modelos de vida, es decir, todo cristiano y persona de buena voluntad puede conocer sus vidas preguntándose sobre aquello que les llevó a vivir una vida tan unida a Dios. Es así, que, conociendo sus pensamientos, palabras y actitudes, nos sentimos movidos a ser como ellos, para también un día llegar al Cielo con el Señor.”
“Luchando por vivir una vida a ejemplo de quienes son nuestros santos de devoción, ahora sí podemos pedirles, en primer lugar, que nos alcancen de Dios la gracia, la fortaleza y la perseverancia, que requerimos para lograr esas virtudes que tanto necesitamos para vivir cristianamente, y más en un mundo como el nuestro, donde vivir la fe se torna cada día un desafío más difícil de conseguir”.
Para concluir, el padre Natanael Torres invitó a todos los cristianos a “trabajar por un mundo mejor, imitando la vida de nuestros santos de devoción, y tratando de vivir lo mejor posible, esta vida que Dios nos ha regalado, y ser de ella un testimonio evangélico de la verdad y la justicia, por el cual nos podamos convertir en personas de paz para esta sociedad herida, triste y confundida, sin rumbo y sin sentido. Nosotros los cristianos estamos llamados a ser la diferencia”.