CELAYA, Gto.- Armando Campos, de 69 años de edad, nunca, en la mayor parte de su vida como ferrocarrilero, había visto tantos migrantes trepados en la Bestia, como ha estado sucediendo en estos dos meses, y en especial desde las últimas dos semanas, a partir del problema con los venezolanos, y parece que los trenes repletos de indocumentados van a continuar, porque el sueño americano no tiene fin.
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“En la madrugada del sábado es cuando pasó el tren repleto de gente que van con niños y jóvenes, con miedo a caerse, pero van bien agarrados, cuidándose unos a otros, siempre empujados por el sueño americano”, dijo, mientras regaba sus plantas y un pasto tristón.
Comentó que en el día casi no pasan migrantes arriba del tren, uno que otro que se quedó atrás, que se le hizo tarde o de plano quieren andar solos, pero eso es peligroso para ellos.
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“Desde las siete de la tarde noche se empieza a ver gente trepada en los trenes. O se van juntando por aquí, pero los vigilantes los echan para allá, al lado del puente que pasa por la calle a desnivel, la calle Insurgentes, la que va al centro. Pero los migrantes buscan la manera para burlar la vigilancia y trepan en un descuido. Son tantos los migrantes, que la vigilancia no se da abasto. Hay otros vigilantes que se tientan el corazón y se hacen de la vista gorda”, comentó mientras pasaba otro de los trenes, pero sin migrantes.
Recordó que en sus tiempos esas peregrinaciones de tantos migrantes no pasaban, uno que otro, pero parecía que lo hacían por gusto, por no tener nada qué hacer, o por puro destino.
Sin embargo, hace años que empezaron a verse los trenes llenos de gente, pero cuando ya es de sorprender, fue desde hace dos meses, y en especial desde hace dos semanas.
“Todos los venezolanos quieren irse al norte, y creen que los van a dejar, pero no saben que sólo se les dejó pasar a los Estados Unidos sólo unos cuanto, y no más”, comentó, lamentando que también llevan niños y niñas, pequeños y jovencitos, madres embarazadas que buscan dar a luz en el vecino país, para que el niño nazca con papeles bajo el brazo.
Don Armando Campos explicó que su padre, también ferrocarrilero, levantó casa a orilla de las vías, pero explicó que están dentro de lo legal, porque se puede fincar después de 10 metros de distancia, y señaló la vía principal que estaba a más de 10 metros.
Contó que ya después se hizo también ferrocarrilero, viajando por todas partes, pero al final, con un cáncer en el cuello, se pensionó, y volvió al mismo punto de origen, desde donde es testigo de cientos de migrantes que van arriba de los trenes, con la esperanza de que su sueño americano se haga realidad.