CELAYA, Gto.- En un ambiente lluvioso, jubiloso y con una emotiva misa de acción de gracias, el padre Gilberto Rico Gómez celebró su “XXV Aniversario de Ordenación Sacerdotal”, en el Seminario Diocesano de la Inmaculada Concepción. El Obispo de la Diócesis de Celaya, Monseñor Víctor Alejandro Aguilar Ledesma, ante la mirada de todos los asistentes, reconoció al sacerdote por su profundo compromiso con la formación espiritual y profesional de los futuros sacerdotes y le agradeció por haber aceptado la encomienda que Jesús le dio a través de él.
➡️ Suscríbete a nuestra edición digital
Durante la celebración eucarística, la cual se celebró en el área del Seminario Menor, el obispo invitó al padre Gil, como cariñosamente se le conoce, que al cumplir sus bodas de plata comparta un profundo agradecimiento a Dios padre que por la unción del Espíritu Santo le regaló la gracia de ser sacerdote para colaborar en la salvación de las almas.
“Al cumplir 25 años de vida sacerdotal de ministerio te invito a que compartas también tú un agradecimiento a Dios por este don tan inmerecido y ratificar tu decisión consciente definitiva y alegre de seguir luchando por ser más fiel a esta vocación. Al ser ordenado sacerdote por imposición de las manos de mi predecesor, Monseñor Jesús Humberto Velázquez Garay, participaste desde ese momento de Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, Cabeza y Pastor, Siervo y Esposo de la Iglesia”.
Te puede interesar: Sacerdote realiza su primera misa en el barrio de San Miguel en Celaya
El obispo, mencionó que existen muchas personas que están faltas de orientación, de formación y, por desgracia, muchas veces el ministerio del sacerdote es pobre en su enseñanza porque lo absorbe el sacramentalismo, por lo que, el presbítero debe ocupar tiempo en hablar del reino de Dios, de sus valores y su presencia en medio de todos, ya que para eso fue ordenado.
Y, es que dijo, “cuanto bien hace un sacerdote que se acerca a las personas que son víctimas de la violencia y la enfermedad, que tiene el tiempo y la delicadeza de sanar sus vidas atormentadas hoy por el dolor, el sufrimiento, la enfermedad, la violencia”.
También mencionó que las “ovejas” que le han sido encomendadas por Dios debe apacentarlas de buena gana, lo que significa, que lo haga con gusto y alegría, porque es un encargo que Jesús le hizo y es a Él al que le debe dar cuentas, ya que de el también recibirán la recompensa merecida.
“Ahora, padre Gil eres pastor en el seminario como rector. Durante mucho tiempo se pensó que el servicio en el seminario como formador no era una acción pastoral, que esa solo se podía llevar a cabo en una parroquia o en otros lugares menos en el seminario”.
“Hoy somos conscientes de que nada es más pastoral que formar pastores, es en el seminario donde se desgasta y también se da la vida por las ovejas, esto implica estar a disposición de cuanto se les ofrezca a los alumnos, preparar y dar clases, sujetarse a un horario, convivir con un equipo formador, participar en reuniones periódicas con el equipo presbiterial, tomar decisiones, entre otras, es decir, dar la vida”.
“Yo quiero públicamente agradecer el que hayas aceptado de buena gana apacentar a estas ovejas en el seminario, estos seminaristas que Jesús, a través de mi humilde ministerio te ha confiado. Es verdad que la vida del seminario es un poco ingrata y a veces monótona, los seminaristas pocas veces y agradecen lo que se hace por ellos, más bien exigen siempre más y parece que nuca están contentos con lo que se les da”.
Desafortunadamente, dijo, la comunidad diocesana en particular algunos sacerdotes, cuando ven ciertas fallas en los recién ordenados culpan inmediatamente a los formadores y a la cabeza que es el recto, sin embargo, cuando se entregan apasionadamente a su misión y el ministerio pastoral en el seminario la satisfacción es más grande y profunda.
“Padre Gil, hoy te invito a que des gracias a Dios por este ministerio y este servicio tan importante en la diócesis de ser el rector de nuestro seminario. Gracias Señor por habernos llamado a ser tus sacramentos, a ser cabeza y ser pastores, gracias por el sacerdocio del Papa Francisco, de los obispos y de todos mis hermanos sacerdotes”.
“Gracias porque no te has arrepentido de confiarnos a nosotros, hombres débiles y pequeños, el cuidado de tus ovejas. Perdona Señor tantas infidelidades, mías y las de los demás, perdona que por nuestras deficiencias haya muchas personas que se alejen de ti, perdona que a veces seamos los primeros en no creer lo que somos”.
De igual forma, pidió a Jesús a que ayude al padre Gil y a todos los sacerdotes a ser fieles, a ser lo que son y a valorar lo que ha realizado en ellos en su ordenación sacerdotal. Por otra parte, al finalizar la eucaristía, los familiares, amigos, seminaristas, sacerdotes y fieles laicos que se dieron cita en el lugar, se reunieron en el Seminario Mayor para disfrutar del convivio que se llevó a cabo en su honor.