CELAYA, Gto. (OEM-Informex).- Ejercer el ministerio sacerdotal siendo invidente no ha sido fácil para el padre José Humberto Negrete Lesso, quien desde hace ocho años perdió la vista a causa de un exceso de glucosa en la sangre debido a la diabetes y, desde entonces, ha desarrollado sus actividades en el tenor del esfuerzo, el sufrimiento, el dolor y, al mismo tiempo, con entusiasmo, alegría y amor a Dios por la vida que le ha dado.
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El sacerdote de 58 años, quien es rector de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe en Tenería del Santuario, mencionó que hace 27 años comenzó su ministerio y, desafortunadamente, también su padecimiento. Al no cuidarse, “tuve una complicación y ahora estoy pagando las consecuencias de una enfermedad mal llevada”.
“Cuando perdí la vista al principio fue muy difícil sobrellevarlo, tuve que buscar asistencia profesional, fui en ocasiones con una psicóloga, me refugié en la oración, pero gracias a mi carácter, alegría y entusiasmo puede salir adelante. Yo siempre le pido a Dios que me enseñe a vivir con lo que tengo, no con lo que quisiera tener, porque al final este es mi ministerio y mi vida sacerdotal”.
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Negrete Lesso, comentó que para oficiar la sagrada eucaristía los domingos y algún día entre semana se aprendió de memoria algunos evangelios y prefacios, sin embargo, tiene a una señorita quien le asiste en la misa y le va leyendo mientras él va repitiendo.
Mencionó que hasta el momento en la Diócesis de Celaya no se cuenta con una biblia en braille, “y tampoco he buscado aprenderlo, he reflexionado mucho sobre mi situación y mi caso, no es que no me haga falta aprender, no lo estoy desestimando, pero ahorita tengo mucha gente que me ayuda a sacar adelante el trabajo con mucho entusiasmo y mucha alegría, gracias a ellos puedo dar a conocer el mensaje de Dios a otros para conducirlos al cielo”.
Su principal micrófono es la radio y, es que dijo, participa en un programa llamado: “La Hora de la Misericordia”, el cual se transmite diariamente a las 15:00 horas, por lo que, “los días que puedo estar al aire haciendo oración puedo llevar mi mensaje a los que están en cama esperando salir al encuentro de la muerte”.
Aseguró que dentro de su imposibilidad física ha tenido mucha aceptación y mucha gente que lo acompaña por tal motivo, no se siente solo, ni olvidado y aunque dijo que le ha costado aceptar lo que le sucedió, de a poco lo ha ido asimilando.
“Los que pasan algo similar que yo, deben recordar que no es un castigo de Dios, es un castigo propio, si me hubiese cuidado la diabetes, si hubiera ido con un buen médico, si hubiera asistido por mis medicinas y hubiera hecho los ejercicios no estaría así, pero el hubiera ya no existe, ahora lo que me toca es continuar con mi ministerio en esta nueva realidad”.
A quienes han perdido la vista los exhorta a que tengan mucha serenidad, porque ésta también se llega a perder, de igual forma, les pide que acepten su realidad, a que no piensen que Dios los castigó de esa forma, porque no es así, sino que muchos diabéticos han perdido la vista al entender y aceptar mal la propia diabetes.
“Un día mi padre me dijo cuando yo estaba quedando con poca visión: Hijo por qué tanto brinco estando el suelo tan parejo y esa frase paterna cómo me ha aliviado, me ha hecho seguir avanzando y caminando en este valle de lágrimas como dice la oración”.
“Hay que ponerle muchas ganas a la vida, hay que aprender y enseñar a vivir con lo que se tiene, no con lo que se quisiera tener porque ya lo perdimos, si llega nuevamente aquí estamos para aceptarlo”.
Recordó que hace un año estuvo muy enfermo y estuvo seis días en el hospital, por dos días dijo, estuvo dispuesto a morir, sin embargo, Dios le dio la oportunidad de seguir viviendo y esto lo aprovechará hasta donde llegue.
“Yo sé, hay muchos enfermos solitos, olvidados, pero no están solos, ni olvidados de Dios, anímense en sus camas, en sus dolores, en sus enfermedades, no hay que esperar la muerte, hay que salir a su encuentro. Los enfermos sienten cuando están cerca el cielo y la redención, por eso hay que disponernos a aceptar la muerte”.
“Decir, Señor sé que esto es lo último, estoy preparado y me entrego a ti, somos cera blanda entre tus dedos, moldéanos a tu querer. También hay que recordar qué es lo que le hemos dado a Dios, si de Dios es todo, ánimo”.
Finalmente, pidió a todos los enfermos y a quienes los cuidan que pese a las dificultades se acerquen y vivan con Dios, porque solo con Él encontrarán la paz, la alegría y el regocijo.