CELAYA, Gto.- La señora Guadalupe Aguilar, donadora de órganos de su hijo, y Bertha Olvera, receptora, coincidieron que tanto donar como recibir, es la mejor forma de honrar el don de la vida, tanto en los que se han ido como en los que prolongan su existencia.
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La madre del donante Juan Jesús Jiménez, comentó que a su hijo le gustaba mucho jugar canicas, era muy alegre, y cuando perdió la vida, al conocer la posibilidad de ser donante lo pensaron, porque en el momento no les fue fácil.
“Pero vimos que durante la donación podíamos salvar la vida a otros niños. Y lo que me impulsó a donas sus órganos, es que mi hijo permanece vivo a través de otros niños. Cuando nosotros decidimos donar los órganos de mi hijo, significó que le dio vida a otros niños y eso nos dio esperanza de que mi hijo vive en otros niños”, dijo la señora Guadalupe.
Por su parte, la señora Bertha Olvera, comentó que es receptora de trasplante renal, en el Hospital General de León, duró doce años en lista de espera, es su segundo trasplante, el primero fue de donador vivo y desafortunadamente sólo le duró tres años.
“En el 2010 me volvieron a dializar, y desde entonces y hasta el 2022 estuve dializada, y nuevamente quedé en lista de espera. En febrero del año sufro una caída, me lastimé la cadera. Yo seguí adelante. En septiembre del año pasado fui afortunada de recibir tratamiento. Y me hicieron el trasplante nuevamente renal”, dijo.
Con lágrimas en los ojos, dijo que aquellas personas que donaron los órganos siguen vivos en los receptores, y le echan ganas, amando la vida y siguiendo adelante.
“Nosotros estamos aquí por los que se fueron, y ya sea por medio de la familia o a voluntad de ellos antes de partir, honramos su memoria al vivir dignamente. Gracias a las familias, porque por su dolor, estamos muchos de nosotros vivos. Aquí estoy de pie, y continuamos viviendo”, concluyó.