CELAYA, Gto.- Con 15 años de experiencia, el artesano Rigoberto Martínez ha logrado cautivar a locales y turistas con sus elaborados vehículos antiguos, creados a partir de materiales reciclables. En entrevista para El Sol del Bajío, Rigoberto nos compartió cómo esta creativa idea nació de los botes vacíos que sus hijos solían desechar. Decidido a darles un nuevo uso, comenzó a transformarlos en pequeñas obras de arte.
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El inicio de una pasión
La afición de Rigoberto por elaborar carros antiguos se inició tras su jubilación. Con habilidad autodidacta, no solo construye modelos tradicionales, sino también unidades de transporte público, carros de paleta, vaporeras, llaveros y las populares bolas del agua. Cada pieza es meticulosamente pintada a mano, y el tiempo de elaboración puede variar de dos horas a dos días, dependiendo de la complejidad del diseño.
Recuerdos y nostalgia
Para Rigoberto, ver cómo sus artesanías evocan recuerdos de infancia en los adultos es una de las mayores satisfacciones. Los turistas que visitan Celaya son sus principales clientes, mostrando especial interés por las bolas del agua en sus distintos tamaños..
Materiales y técnicas
El proceso de creación de Rigoberto es tan único como los materiales que utiliza: latas, cajas, empaques de chocolates, focos fundidos, palos de madera y tapaderas. Su dedicación y creatividad no solo le han ganado el corazón de los celayenses, sino también importantes reconocimientos en concursos de artesanía.
Logros y reconocimientos
Entre sus logros más destacados, Rigoberto ha obtenido el tercer lugar en la competencia nacional del juguete popular, así como el primero y segundo lugar a nivel estatal y varios primeros lugares a nivel local. Estos éxitos son fruto de su ingeniosa técnica de reciclado, que no solo crea arte, sino que también contribuye a reducir la contaminación.
Un pasatiempo que se convierte en legado
Para Rigoberto, la elaboración de estas piezas es un pasatiempo que le brinda horas de satisfacción en su taller. En un mundo donde los niños están cada vez más absorbidos por la tecnología, él espera que sus carritos antiguos ofrezcan una alternativa que fomente la movilidad y el juego activo.
Con una dedicación inquebrantable y una pasión que trasciende generaciones, Rigoberto Martínez continúa transformando el reciclaje en nostalgia, dejando una huella imborrable en la artesanía popular de Celaya. "Yo voy a dejar de hacer estos carritos hasta que me muera, porque me gustan mucho", afirma con una sonrisa.