Delirio de persecución lo llevó al psiquiátrico

El hombre originario de Oaxaca, pero quien vive en Zacatecas, contó que esa experiencia sucedió hace 11 años, por lo que ahora, a sus 50 años lo recuerda como una situación muy complicada

Ana Medina | El Sol del Bajío

  · sábado 16 de octubre de 2021

Invita a las personas que estén pasando por una situación parecida que no duden en buscar ayuda. | Foto: Alfonso Berber | El Sol del Bajío

CELAYA, Gto. (OEM-Informex).- Era de noche y para el hombre de 39 años, a quien llamaremos ‘Francisco’ para conservar su anonimato, casi terminaba su turno en una fábrica, pero a causa de las secuelas que le dejó el haber trabajado por varios años en la ahora extinta Agencia Federal de Investigación (AFI) en Zacatecas lo llevaron a tener un delirio de persecución tan intenso que tuvo que ser trasladado, amarrado con correas de contención mecánica, ese mismo día a un hospital psiquiátrico en Monterrey.

El hombre originario de Oaxaca, pero quien vive en Zacatecas, contó que esa experiencia sucedió hace 11 años, por lo que ahora, a sus 50 años lo recuerda como una situación muy complicada que le cambió la vida por completo, pero afortunadamente para bien.


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Recordó que trabajó como policía de la AFI, donde vivió situaciones muy intensas con personas peligrosas, además de que tenía que hacer vigilancia para atrapar a quienes tenían una orden de aprehensión, pero después de algunos años sintió que él también era vigilado porque alguien quería hacerle daño.

Es por eso que dejó ese trabajo y entró a una empresa que fabrica máquinas para las minas, pero llegó un día en el que su delirio empezó a intensificarse, ya que sintió que lo estaban siguiendo, que lo iban a atrapar y a hacerle daño, entonces fue que ya no pudo seguir trabajando, ni estar tranquilo.

Cuenta que debido a esto decidió llamarle a su esposa a las 20:00 horas para que pasara por él, y al llegar, ella se percató que su situación ya no era controlable para ellos, sino que era necesario que fuera atendido por gente especializada, es por ello que decidió trasladarlo a un Hospital Psiquiátrico en Monterrey, pero debido a la desesperación que tenía, tuvo que ser anestesiado y amarrado con correas de contención mecánica a una camilla de plástico.

Ya en el hospital dijo que se sentía muy mal, debido a que las enfermeras y el resto del personal lo tenían aislado, no tenían con él un diálogo, no le hacían caso, sino que recibía un trato indiferente, además de que no le permitían leer un libro, ni realizar actividades recreativas para desestresarse, ya que lo consideraban una persona salida de su realidad, cuando él lo que quería era encontrarla.

Mencionó que en lugar había dos salas grandes y en una de ella había una televisión que no se veía bien y en el centro de la sala había dos sillas, una para el médico que los iba a ver y otra para que los pacientes se sentaran para ser entrevistados por el psiquiatra.


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También dijo que le daban un “coctel de medicamentos, eran entre siete y ocho pastillas que tenía que tomarme todas juntas cada determinado tiempo, no me decían para qué eran, solo que me las tomara y me daban agua en un cono de papel”.

Indicó que en el hospital se encontraban alrededor de 12 personas, pero “no podíamos hablar entre nosotros, cada uno estaba en su mundo deambulando por la sala hasta que nos cansáramos y luego nos íbamos a acostar en la cama cuando queríamos, porque en el lugar no había ventanas y no sabíamos si era de día o noche, solo había puras lámparas”.

Comentó que sabían que era hora de comer porque los llamaban para darles la charola de alimentos y agregó que, cuando los mandaban a bañar el agua salía completamente fría. Refirió que su estancia solo duró dos semanas, ya que al salir su hermano lo llevó nuevamente a Oaxaca a un movimiento llamado ‘La Villa de la Buena Voluntad 24 horas de Neuróticos Anónimos’, por lo que ahí se quedó en la casa hogar durante todo un año, por lo que ya no regresó a la revisión externa al hospital.

Destacó que afortunadamente en el grupo pudo eliminar las cosas malas que sentía y después regresó a Zacatecas, donde nuevamente regresó a trabajar a la empresa de fábrica de máquinas para las minas como instructor técnico, hasta la fecha ninguno de sus compañeros sabe lo que le sucedió, ya que se mantiene como un secreto.

Dijo que después de esta experiencia complicada su vida cambió por completo para bien gracias al movimiento, debido a que el trato que tuvo “fue más humano, ellos me escuchaban, me entendían, no me aislaban, conocí la experiencia de los demás y me sentí acompañado”.

Agradeció a su esposa y su familia por apoyarlo siempre y no abandonarlo en esta dura batalla. También invita a las personas que estén pasando por una situación parecida que no duden en buscar ayuda antes de que se intensifique.

Que acudan con especialistas, a los movimientos de ayuda e incluso “si es necesario a un hospital psiquiátrico donde sean tratados con humanidad”, ya que dijo, gracias a todo lo que tuvo que pasar ahora vive con una mejor calidad de vida y desde entonces ya no ha vuelto a tener otro episodio.