CELAYA, Gto. (OEM-Informex).- El Director de Desarrollo Urbano de Celaya, Luis Gustavo Báez Vega, señaló que la empresa Ferromex es quien tiene que hacerse cargo de la restauración de la antigua estación ferroviaria, después de que la tarde del miércoles varios vagones de tren se descarrilaron y se impactaran en uno de los muros del inmueble catalogado histórico por Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y que no tiene riesgo de colapso.
Mencionó que a inicios del año pasado la antigua estación del tren de Celaya, fue catalogada como edificio histórico de manera oficial por el INHA, y la cual es la más antiguas del estado. Luis Gustavo Báez Vega
Sobre lo ocurrido Luis Gustavo Báez Vega, dijo que, se entiende que fue un accidente, pero ya están preparando los oficios para mandárselos a la empresa y pedirles que realicen la reparación del muro que fue dañado.
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La empresa ferroviaria seguramente tendrá que contratar a un restaurador para que realice el proyecto de restauración, y este tendrá que ser avalado por el INHA y el municipio, para que puedan realizar la reparación del inmueble.
Poco de la historia
Los orígenes de las primeras rutas ferroviarias en lo que hoy es Guanajuato se remontan a finales de 1877, año en que el entonces gobernador del estado, Francisco Z. Mena, conseguía del gobierno federal la concesión que le autorizaba a construir y explotar el ferrocarril que cubriría la ruta entre Celaya y León, con un ramal hacia la ciudad de Guanajuato, y que pasaría por Salamanca, Irapuato y Silao. Además, contaría también con su correspondiente línea telegráfica.
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En enero de 1878, y utilizando la concesión que el mismo gobierno federal le otorgara, el gobernador del estado cede los derechos de explotación a una compañía formada por los señores Franco y Felipe Parkman, Gregorio Jiménez, Francisco Glennie, Francisco Castañeda y Joaquín Hordies.
Los trabajos de trazado de las vías se iniciaron en Celaya el 8 de abril del mismo año y se continuaron en forma ininterrumpida hasta el año de 1880, época en que la compañía traspasó sus derechos a la empresa denominada Ferrocarril Central Mexicano, que fue la que, finalmente, concluyó dicha obra.