CELAYA, Gto.- (OEM-Informex).- Decenas de fieles llevaron ayer al Niño Dios a presentar al templo, como lo marca la tradición en el Día de la Candelaria, como la señora Consuelo Meléndez Soto, quien vive en Salvatierra y desde hace tres años, como madrina, asiste a la Catedral de Celaya a llevar la imagen del niño Jesús, que permanece en su familia, desde hace tres generaciones.
Asimismo, coincidió Alfredo Vargas Trejo, quien viene de la comunidad de Yustis y que tiene 10 años de llevarlo a misa para darle gracias por los favores recibidos y por la paz en el mundo.
Cada año, lo visto con un ropón diferente, como de San Miguel Arcángel, San Judas, Niño Doctor; esta vez le toco del Niño de Atocha; esto depende de las suplicas y favores que piden de acuerdo a la necesidad que hay de la familia
Alfredo Vargas Trejo
El año pasado pidieron por sus hermanos que están en Estados Unidos y por los inmigrantes; este año “yo pedí por mi salud”, debido a que tiene un dolor en la espalda y por tal motivo vistió a la imagen del niño dios de Niño de Atocha.
Karla Colorado Ramírez fue la encargada en llevar a ocho niños dios a la catedral de Celaya, pese a que es originaria de Comonfort; vino acompañada por una sobrina. Dijo que del total de niños, cuatro son de la familia y tres son adoptados, porque en una ocasión fueron madrina y ya no regresaron por los niños.
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En lo particular, la familia Ramírez no le gusta vestir a sus niños con ropón de ningún santo, debido a que es el “Niño Dios es un recién nacido”, por eso es que siempre trae ropa de bebé y tejida.
Por su parte, Liliana Salmerón quien tiene siete años de llevarlo al templo, señalo: “es una tradición de traer al niño a misa cada año, lo traemos para que nos proteja, nos cuide y ayude a la familia”.
La señora Andrea Ramírez mencionó que el amor a sus niñitos dios es lo que las hace seguir asistiendo a misa, quien iba acompañada su mamá Petra Granados.
“Uno los quiere mucho a los niños, forman parte de la familia, inclusive a veces platicamos con ellos”.
Asimismo, algunos de los creyentes que levantan al niño realizan una comida, tamales o simplemente una reunión de la familia; ya que, presentar al Niño Dios en la iglesia, provoca sentimientos de reunión familiar.