ACÁMBARO, Gto.- Existe en el atrio del Santuario Mariano y el Templo del Hospital una réplica del reloj de sol que se instaló en el siglo 16, aunque ya no es funcional, éste fue muy necesario en aquella época para medir el tiempo.
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Una de las formas de saber el horario era a través de este tipo de reloj de sol, que solo se encontraba en algunos puntos en específico como en templos, casonas y haciendas.
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El reloj que se encuentra en el atrio parroquial tiene marcados números, partiendo en centro el doce, viéndolo de enfrente, y del lado derecho el uno, el dos, el tres hasta el cinco y del lado contrario once, diez, nueve ocho, siete y seis; anteriormente se colocaba un palito de madera, la sombra iba dando el horario; este reloj estaba colocado a 35 metros del Templo del Hospital y a 45 metros del Templo de San Francisco.
El Reloj Solar está labrado en una piedra inclinada de forma cóncava semicircular, tiene grabados y muestra dos caras correspondientes a las temporadas de solsticios con los radios y la numeración para el horario.
El Investigador Leonardo Amezcua Ornelas refirió que: “el reloj que se encuentra en el atrio ya no es el original, éste se retiró luego de que una persona en estado etílico lo derribó en los 90 con su vehículo, al caer el reloj se hizo pedazos, las autoridades de esa época decidieron reconstruirlo y colocarlo en el museo Doctor Luis Mota Maciel, es por eso, que ahora solo se cuenta con una réplica que no tiene ningún valor histórico y que ni siquiera está en el lugar correcto”.
Dijo que “con el traslado de los restos al museo local y con colocar una réplica del reloj original se perdió el valor de éste como tal, no sabemos precisamente de qué época data el reloj original, pero todo parece indicar que es del siglo 16, instalado por los primeros misioneros franciscanos; en ese tiempo como no había relojes mecánicos propiamente, obviamente se tenía que echar mano a estos relojes solares”.
Agregó que este tipo de relojes vienen desde la antigua Mesopotamia, de la región de lo que es Egipto pasando esta herramienta a Europa llegando en el siglo 16 por los primeros misioneros”.
Finalmente comentó que “es algo maravilloso tener un reloj de sol como tal, pero el hecho que se haya destruido el original y que las piezas que quedaron sean construidas en otro sitio ajeno al lugar original demeritó todo el valor del mismo; sería bueno en un momento dado que esas piezas que están en el museo local se volvieran a reconstruir tal y como estaban en el sitio original en el atrio parroquial y que se protegiera para que tuviera el valor que tuvo en ese sentido este monumento”.