GUANAJUATO, Gto. (OEM-Informex).- Juguetes Rotos, una historia de amor cruda y sin censura, que nos presenta a Mario en la búsqueda por su libertad sexual en un entorno hostil y colmado de señalamientos, se robó las palmas y los corazones del público cervantino.
Fue el teatro principal la sede que albergó está muy exquisita obra de la compañía “Producciones Rokanboleskas”, bajo una muy buena dirección de la argentina Carolina Román.
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La historia nos presenta a, un joven homosexual que en medio del régimen franquista de la España de los 60s y 70s, decide huir de su pueblo natal para instalarse en Barcelona.
Es en Barcelona donde conoce a Dorin, una mujer transexual, quien se convierte en el amor de su vida y con quien vive una serie de aventuras y desventuras, en su mayoría propiciadas por un intolerante gobierno hacia la diversidad sexual.
Juguetes rotos no es una obra apta para todo público, pues ajeno a los desnudos que en el entarimado se aprecian, toca temas como la violación y agresión física hacia la comunidad LGBTTIQ, acciones que todavía son latentes una la sociedad contemporánea.
Es Nacho Guerreros quien da vida a Mario, sin duda una interpretación excelsa, que desde el inicio de la obra hasta un final trágico, logra captar al espectador en todo momento con la vibrante evolución del personaje en cada acto.
Por su parte, Kike Guaza, si bien interpreta a varios personajes previo tomar el papel de Dorin, se encarga en su mayoría de la parte chusca de la obra, pero es contundente cuando los momentos de terror, incertidumbre y desconsuelo toman el escenario.
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Sin lugar a dudas, Juguetes Rotos es un claro ejemplo de que no se necesitan grandes elencos para presentar una puesta en escena de primer nivel, muestra de ello es que con solo dos personajes logró arrebatar más de tres minutos de aplausos al público guanajuatense.
Si bien esta obra solamente tuvo una exhibición durante el FIC, es muy recomendable estar atentos a la llegada de esta obra a cualquier teatro de la República, pues es una pieza que vale la pena apreciar y deleitar el alma con las ocurrencias y desaciertos de estos dos pintorescos personajes.