CELAYA, Gto.- (OEM-Informex).- Cientos de familias conservan la tradición de colocar la imagen de la Virgen de Dolores y ofrecer agua a las personas que van caminando por las calles, como símbolo de unidad al dolor de la Madre de Dios, e inicio de la Semana Santa, porque mañana domingo es ya Domingo de Ramos, la entrada triunfal de Jesús a Nazaret.
El padre Gabriel Zamudio Tinoco dijo que el Viernes de Dolores es una celebración religiosa popular, que inspira a los feligreses para continuar con la Cuaresma en un día especial, en donde se invita con el vaso de agua seguir caminando y acompañar en el dolor de la Virgen María.
Comentó que, con el Viernes de Dolores los feligreses se preparan para la Semana Santa, que inicial con el Domingo de Ramos; por ello, la tradición de adornar las imágenes de la Virgen María está profundamente arraigada en el pueblo celayense, porque va de la mano con la Pasión de Cristo.
Invitó a seguir manteniendo viva la tradición del Viernes de Dolores, en donde la gente adorna su imagen de la Virgen de los Dolores, la cual está vestida de color morado por el luto del Hijo de Dios.
Dar agua a los que caminan por la calle, representa un acto de generosidad por parte de los encargados de los altares, pero también representa la unidad entre vecinos para seguir juntos la Cuaresma y ser parte de la Semana Santa.
Aceptar un vaso de agua, es aceptar el acompañar a la Madre de Dios en su dolor, es aceptar su cruz, su compromiso de vivir en estado de gracia la Semana Santa, y después la Resurrección de Cristo
Cabe señalar que desde la segunda mitad del siglo XVII, de 1660 aproximadamente, dio inicio en nuestro país la tradición de “levantar”, el sexto viernes de Cuaresma, los llamados “incendios” o Altares de Dolores.
Éstos se consagran a los sufrimientos que la Virgen María padecería durante la semana de Pasión de su hijo Jesucristo, simbolizados en las siete espadas que atraviesan su corazón.
Estas construcciones, colocadas sólo durante un día, son un homenaje para demostrar que la Madre de Dios no se encuentra sola, en su penar, y así estará acompañada por la piedad de los fieles.
Por ejemplo, las alfombras de flores, semillas y aserrín coloreado son una manera de hacer menos penoso su camino por “la Calle de la Amargura”; el trigo germinado, hecho crecer con las lágrimas de sus ojos, alude a su fecundidad como mujer corredentora de la humanidad.
Las aguas de colores, siempre en vistosos botellones, recuerdan también sus lágrimas derramadas a los pies de la cruz. El color característico de su manto es morado, en memoria de la Pasión. Siempre acompañan a la Dolorosa, angelitos pasionarios, es decir, que cargan las “armas de Cristo”: cruz, corona de espinas, esponja, lanza y manto de la Verónica.