CELAYA, Gto. (OEM-Informex).- El colegio Charles Dickens es el único plantel en Celaya que enseña el otomí, mientras que en Comonfort hay grupos de jóvenes maestros que promueven su lengua como un legado intangible y de gran valor cultural e histórico.
En el marco del Día mundial de lenguas madres, que se celebró ayer lunes, el cronista de Celaya, Fernando Amate, amplió que en Celaya no hay más de mil personas que hablan alguna lengua materna, y precisó que las lenguas maternas son conocidas como aquellas lenguas de los pueblos originarios de Mesoamérica.
“El Bajío es una región en donde estuvo lo que se conoce como la nación chichimeca, pueblo seminómada, que tenía varias vertientes, y en Celaya estaba el otomí y el ñañú, del grupo de los chichimecas; y también por la colindancia con el Estado de Michoacán, el tarasco o purépecha”, explicó.
Señaló que a la fecha, en Celaya hay pocos hablantes de alguna lengua materna, no más de mil, pero en Celaya está el colegio Charles Dickens que ha hecho una gran labor rescatando estas lenguas, y hay niños que se dedican a ilustrar poemas.
“Merece especial reconocimiento Comonfort, ya que un grupo de jóvenes maestros han hecho una labor de rescate muy interesante y extraordinaria. Por qué es importante tener en cuenta estas lenguas que antecedieron al español. Porque son parte de nuestra esencia, son parte de nuestra raíz. Toda lengua es un ente vivo, nos da noticias de cómo era el mundo antiguo, el mundo antes de la llegada del conquistador europeo”, enfatizó.
Reconoció que sería utópico pensar que se volviera hablar lenguas originales, porque es parte de la evolución, el cambio constante de las sociedades, pero consideró que sí es importante conocer estas lenguas.
Comentó que hace unos 30 años todavía había grupos más numerosos que hablaban alguna lengua materna, pero en la actualidad y sobre todo en el centro histórico hay mujeres conocidas como “las marías”, que se comunican entre ellas con alguna lengua ajena al español.
Reiteró que la importancia de reconocer el Día Mundial de las Lenguas Madres, es porque la lengua imperante en Celaya, hasta el siglo XVI, 1571, fecha de la fundación de la Villa de la Concepción de Zalaya, era el otomí, y por ello es importante conocer un poco la historia.
“El otomí ya no se va a utilizar como un mecanismo de comunicación, como un instrumento social, pero sí es importante como un valor histórico, como un legado cultural como es la lengua otomí”, concluyó.