/ miércoles 3 de julio de 2024

El Medio Ambiente

“Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no la escucha”. Víctor Hugo.

De una tesis de hace 15 años, cuyos autores son Claudio R. Vázquez Martínez y Jorge Téllez López acuñé la palabra “naturogénico” según la cual los valores no solo existen en la persona. Atribuciones que la endosan a las plantas, a los animales y a los ecosistemas. En los animales las encuentran en la manifestación de bienestar y de sufrimiento. En los últimos años hemos visto en nuestro país un lento y paulatino cambio en el trato en las mascotas y en general con los animales domésticos. Las asociaciones en pro de los animales han tenido eco al menos en ese sector y en el sacrificio de animales que proveen carne para el consumo humano, lo que se interpreta como el respeto a un valor intrínseco del animal. Si las plantas no tienen sistema nervioso capaz de sentir dolor, en cambio sí reaccionan al frío, al calor, a la aridez o a tantos elementos que constituyen el medio ambiente que modifican, diciéndolo en término más común aplicado al humano, la anatomía y la fisiología de una planta.

El artículo editado por la Universidad de San Buenaventura en el verde país de Colombia, con tino señala la concepción creada por la ciencia en un mundo donde la tecnología de una sociedad industrializada, ve, por ejemplo, a un cerdo o a una res como un vehículo de producción sin considerar la idea aristotélica que los animales tienen alma irracional que se mueve y lo mismo puede sentir dolor que bienestar. Lo que interesa a la industria es cuánta grasa, cuánta carne, cuánta piel puede producir para que reditúe económicamente.

En contraste, al respeto de la vida de las plantas y animales, llamémosles urbanos, la protección a la vida silvestre, a los árboles y a la fauna, dista mucho de ser meritoria. El cuidado de elementos indispensables para la vida de fauna y flora y para nuestra misma supervivencia, como mares, ríos, lagos, montañas, bosques etc. en nuestro país deja mucho qué desear. El valor del jaguar de la selva Maya o de la escasa población de ciervos de los cerros de los Agustinos o de la sierra gorda guanajuatense o los bosques de robles y encinos que un día poblaron la serranía entre San Miguel de Allende y nuestra arruinada zona de árboles que rodeaba nuestra ciudad es reflejo de la falsa y trillada frase “amor a la naturaleza,” amor que no deja de ser una frase estereotipada de poco valor.

Ante este ruinoso panorama, aún es tiempo de abrir los ojos y concienciar a las grandes masas de población lo importante de detener lo que puede ser un mundo inhabitable para nuestra descendencia y no perder el camino para mantener un mundo habitable, sano y sustentable.

En el día internacional del Medio Ambiente, la ONU propuso este año el tema “restauración de las tierras. Desertificación y resiliencia frente a las sequías” lo que interpreto como una lucha contra los perturbadores elementos que afectan la vida, una batalla global para preservar una vida de calidad de vegetales y animales; la fertilidad de la tierra, la pureza del agua y del aire de los factores negativos cuya principal causa destructora es la ambición humana.

Soy optimista, veo como ha tenido impacto la iniciativa de un grupo de médicos que ha trascendido a otros, entre los cuales está el Club del Automóvil Antiguo, agrupaciones a las que pertenezco, donde se palpa el entusiasmo por preservar y mejorar el medio ambiente de nuestra violenta ciudad.

Gracias Dr. Oscar Andrés, tu ciudad adoptiva lo agradece.

flokay33@gmail.com

“Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no la escucha”. Víctor Hugo.

De una tesis de hace 15 años, cuyos autores son Claudio R. Vázquez Martínez y Jorge Téllez López acuñé la palabra “naturogénico” según la cual los valores no solo existen en la persona. Atribuciones que la endosan a las plantas, a los animales y a los ecosistemas. En los animales las encuentran en la manifestación de bienestar y de sufrimiento. En los últimos años hemos visto en nuestro país un lento y paulatino cambio en el trato en las mascotas y en general con los animales domésticos. Las asociaciones en pro de los animales han tenido eco al menos en ese sector y en el sacrificio de animales que proveen carne para el consumo humano, lo que se interpreta como el respeto a un valor intrínseco del animal. Si las plantas no tienen sistema nervioso capaz de sentir dolor, en cambio sí reaccionan al frío, al calor, a la aridez o a tantos elementos que constituyen el medio ambiente que modifican, diciéndolo en término más común aplicado al humano, la anatomía y la fisiología de una planta.

El artículo editado por la Universidad de San Buenaventura en el verde país de Colombia, con tino señala la concepción creada por la ciencia en un mundo donde la tecnología de una sociedad industrializada, ve, por ejemplo, a un cerdo o a una res como un vehículo de producción sin considerar la idea aristotélica que los animales tienen alma irracional que se mueve y lo mismo puede sentir dolor que bienestar. Lo que interesa a la industria es cuánta grasa, cuánta carne, cuánta piel puede producir para que reditúe económicamente.

En contraste, al respeto de la vida de las plantas y animales, llamémosles urbanos, la protección a la vida silvestre, a los árboles y a la fauna, dista mucho de ser meritoria. El cuidado de elementos indispensables para la vida de fauna y flora y para nuestra misma supervivencia, como mares, ríos, lagos, montañas, bosques etc. en nuestro país deja mucho qué desear. El valor del jaguar de la selva Maya o de la escasa población de ciervos de los cerros de los Agustinos o de la sierra gorda guanajuatense o los bosques de robles y encinos que un día poblaron la serranía entre San Miguel de Allende y nuestra arruinada zona de árboles que rodeaba nuestra ciudad es reflejo de la falsa y trillada frase “amor a la naturaleza,” amor que no deja de ser una frase estereotipada de poco valor.

Ante este ruinoso panorama, aún es tiempo de abrir los ojos y concienciar a las grandes masas de población lo importante de detener lo que puede ser un mundo inhabitable para nuestra descendencia y no perder el camino para mantener un mundo habitable, sano y sustentable.

En el día internacional del Medio Ambiente, la ONU propuso este año el tema “restauración de las tierras. Desertificación y resiliencia frente a las sequías” lo que interpreto como una lucha contra los perturbadores elementos que afectan la vida, una batalla global para preservar una vida de calidad de vegetales y animales; la fertilidad de la tierra, la pureza del agua y del aire de los factores negativos cuya principal causa destructora es la ambición humana.

Soy optimista, veo como ha tenido impacto la iniciativa de un grupo de médicos que ha trascendido a otros, entre los cuales está el Club del Automóvil Antiguo, agrupaciones a las que pertenezco, donde se palpa el entusiasmo por preservar y mejorar el medio ambiente de nuestra violenta ciudad.

Gracias Dr. Oscar Andrés, tu ciudad adoptiva lo agradece.

flokay33@gmail.com