Con un gran respeto y acercamiento al público el maestro André Rieu subió al escenario del Auditorio Nacional de una forma diferente a la acostumbrada y llegó por una de las puertas laterales del recinto y caminó por el pasillo principal saludando al público que llenó todas las butacas del primero de sus conciertos en México.
Vestido con esmoquin al igual que todos los hombres de su compañía, mientras que las mujeres cautivaron con sus vestidos de tono pastel al estilo de las princesas de Disney, el holandés agradeció la presencia del público antes de iniciar con su serie de vals y arias.
“Empecé hace 30 años esta aventura con 13 compañeros músicos, no teníamos dónde ensayar y el director de la escuela donde estudiaban mis hijos me prestó las instalaciones en un duro invierno donde no teníamos calefacción”, señaló.
Posteriormente, el maestro dio la orden y se escucharon los acordes del primer vals de la noche ante los aplausos de los espectadores.
Al terminar su primera pieza musical pidió un aplauso para los 40 integrantes de la orquesta Johann Strauss así como para los tres tenores que lo acompañaron y quienes interpretaron un aria de la ópera Turandot de Giacomo Pucinni y posteriormente Aleluya.
La mejor parte la dejó al regresar del intermedio e interpretó el vals El Danubio azul, hubo parejas que no se resistieron a bailarla en los pasillos y remató la noche con Cielito lindo de una forma magistral.
La noche para nada fue solemne, sino todo lo contrario, pues los momentos divertidos fueron por parte de sus músicos que bromeaban con movimientos y gestos las canciones que se interpretaban, lo que el público agradeció con risas.