/ lunes 20 de septiembre de 2021

¿Cuánto cuesta vivir donde menos tiembla?

Para los mexicanos, septiembre tiene dos significados: fiestas patrias y temblores

Para los mexicanos, septiembre tiene dos significados: fiestas patrias y temblores. Los capitalinos, los guerrerenses, los oaxaqueños y los chiapanecos, así como las personas de algunas otras entidades del país han vivido en carne propia la tensión de escuchar una alerta sísmica y estar a la expectativa del movimiento telúrico que pone los pelos de punta a los más valientes.

No es para menos. El recuerdo de los dos sismos de septiembre de 2017 está muy fresco en la mente de los oaxaqueños y de los habitantes de la Ciudad de México. Y después del sismo del 7 de septiembre de este año, es válido considerar mudarse a otra entidad, donde los temblores no sean una preocupación, pero ¿a dónde ir y cuánto cuesta vivir en esas zonas?

Por principio de cuentas, nunca es 100 por ciento seguro que no habrá un movimiento sísmico en cualquier región del país.

De acuerdo con el Servicio Sismológico Nacional, el organismo de la UNAM encargado de medir la actividad telúrica en el país, México se divide en cuatro zonas, que van de la A a la D.

La última región, la D, es donde tradicionalmente ocurren los sismos fuertes y son los que han dado origen a la mayor potencia destructiva en la historia del país.

Hay dos zonas, la C y la B, donde la frecuencia de los sismos es menor, y poco perceptible.

Finalmente, en la A entran los estados donde no se han reportado sismos en los últimos 80 años y en los que, mayormente, no se espera que ocurran. Estos estados son Yucatán, Quintana Roo, Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas.

De acuerdo con la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF), al cierre de la primera mitad de este año, el precio promedio de una casa en estas cinco entidades se ubica en 1.1 millones de pesos, con fuertes diferencias entre cada estado.

El documento, que publica la dependencia cada trimestre, señala que las propiedades más económicas se pueden encontrar en Tamaulipas, con precios que van desde los 450 mil pesos.

El valor de la vivienda en cualquiera de esos cuatro estados representa menos de la mitad del costo promedio en la capital del país, que según el documento es de 2.9 millones de pesos.

Foto: El Sol de Tampico

COSTO DE VIDA, OTRO FACTOR

El primer paso para cambiarse a otro estado es un sitio para vivir, pero el segundo es el costo de residir en esos lugares, que incluye desde el transporte público, los energéticos, hasta el entretenimiento.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la inflación anual por ciudades ha pegado más a urbes como Monclova y Torreón, ambas en Coahuila. El organismo precisa que estas dos ciudades están entre las tres primeras donde la inflación, es decir, los precios de la canasta básica, se ha incrementado a un mayor ritmo entre agosto de 2020 y el mismo mes de 2021.

En Monclova el incremento en la inflación araña siete por ciento y es la segunda ciudad que más alzas ha sufrido en los últimos 12 meses, mientras que en Torreón, que ocupa el tercer puesto a nivel nacional en la medición del Inegi, el indicador ha subido 6.93 por ciento.

En sentido contrario, las ciudades de Quintana Roo están entre las de menores incrementos, con tasas que apenas rebasan el cuatro por ciento.

Además, de acuerdo con el sitio Expatistan, que proporciona información sobre el costo de vida en diferentes ciudades del mundo, reporta que en México, la urbe más cara es Monterrey, en Nuevo León, incluso por encima de los costos que representa la capital del país.

En el top cinco de este índice también aparece Cancún, mientras que al fondo de la tabla, en el sitio 31 de 33 ciudades incluídas en el indicador, está Reynosa, en Tamaulipas.

¿SEPTIEMBRE ES EN VERDAD EL MES EN EL QUE MÁS TIEMBLA?

No existe evidencia científica que apunte a que septiembre sea el mes que tenga mayor propensión a los temblores.

De acuerdo con el Servicio Sismológico Nacional de los temblores con una intensidad mayor a 7 en la escala Richter desde 1900, septiembre no es el mes que registra más movimientos de este tipo.

Si bien, este mes está en el top tres, es diciembre cuando se han registrado más movimientos de esta magnitud en los últimos 111 años, con 12, mientras que el noveno mes del año tiene 11 y junio tiene 10.

El pasado 13 de septiembre, el Servicio Sismológico Nacional (SSN) ofreció una conferencia de prensa, donde explicó, con datos de más de un siglo, en los últimos años también hubo movimientos fuertes en febrero y junio.

“Si nos guiamos por la historia de los sismos importantes, nos daremos cuenta que esta distribución no tiene un pico en septiembre si es que la muestra se toma suficientemente amplia”, apuntó el jefe del SSN, Arturo Iglesias Mendoza.

En este mismo sentido, Luis Quintanar Robles, secretario académico del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM, dice que la memoria reciente nos hace pensar que septiembre es efectivamente un mes con propensión a los sismos, pero al ampliar el periodo de análisis, la historia cambia.

"Esto es una percepción. Percepción válida, percepción lógica de la gente, porque estamos acostumbrados a medir los fenómenos naturales a escala de la vida humana, lo cual no siempre es el punto de vista más adecuado. Para medir su frecuencia, su intensidad, debe de ser a escala geológica, no a escala de la vida humana, que son 60, 70 años, sino a escala un poco mayor de los 100, 200 o más años", añadió.

El 7 de septiembre de este año, se registró un movimiento de 7.1 en la escala richter, que fue ampliamente percibido en Acapulco, donde tuvo su epicentro, así como en la Ciudad de México.

En este apartado, el investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM, Jorge Aguirre González, señaló que este organismo académico registra los sismos de gran magnitud con acelerógrafos.

Estos dispositivos, explicó, permiten al Servicio Sismológico generar mapas de intensidad, que muestran la distribución espacial de los movimientos, es decir, qué tan fuerte se sintió un temblor en diferentes lugares.

Según los estudios del Instituto de Ingeniería, el movimiento telúrico del 7 de septiembre fue percibido por aproximadamente un millón 113 mil personas como “muy fuerte”, mientras que otros 22 millones lo sintieron de forma “moderada” y 16 mil lo sintieron “leve”.

Detalló que en Guerrero 20 localidades sintieron el movimiento de manera fuerte, 14 de forma moderada y las demás leve. La aceleración más grande que se captó fue en una estación de Acapulco.

“Tuvimos la oportunidad de registrar los movimientos de diferentes estados (como Guerrero, Oaxaca, Puebla, Morelos) y verificar los niveles de aceleración de estas sacudidas”, argumentó.

En la Ciudad de México se compararon estos registros con los códigos de construcción y vimos que los movimientos estuvieron por debajo de los últimos sismos presentados como el del 19 de septiembre de 2017 o el de 1985.

Estos estudios también permiten determinar qué infraestructura de alto valor estuvo expuesta, como hospitales. En este sentido, precisó que hubo 210 nosocomios que experimentaron el sismo de manera fuerte, tres mil 90 de manera moderada y dos mil 570 de manera leve.

Además, el director del Instituto de Geofísica (IGf), José Luis Macías Vázquez, precisó que entre el 7 se septiembre y las 8:00 horas el 13 del mismo mes, habían ocurrido 772 réplicas.

Guerrero, la entidad costera del Pacífico mexicano, es una zona con gran potencial de sismos y tsunamis, por lo que la prevención es parte de la clave, recordó el especialista.

Macías Vázquez aseguró que el Servicio Sismológico Nacional fue creado en 1910 y que su principal misión es localizar los sismos, medirlos y participar en la toma de decisiones en materia de Protección Civil.

La misión del organismo también incluye la base de datos histórica en formato digital y en papel para avanzar en el conocimiento científico sobre los sismos.

Además, el secretario académico del IGf, Luis Quintanar Robles, reiteró que la costa de Guerrero es una de las zonas del país donde los sismos ocurren con mayor frecuencia junto con el área costera de Oaxaca.

Pero en medio de esas entidades, particularmente en la zona entre Acapulco y Zihuatanejo, existe un área llamada “brecha sísmica”.

De acuerdo con Quintanar Robles, en esa área no ha habido un sismo grande desde 1911, un año después de la creación del Servicio Sismológico Nacional. En este sentido, el especialista mencionó que en esa zona se ubica la placa oceánica, conocida como la Placa de Cocos.

Un sismo en esa zona, según el analista, puede causar un movimiento telúrico de alta magnitud y que podría desembocar en grandes daños para la Ciudad de México, debido a su cercanía con la capital del país.


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Para los mexicanos, septiembre tiene dos significados: fiestas patrias y temblores. Los capitalinos, los guerrerenses, los oaxaqueños y los chiapanecos, así como las personas de algunas otras entidades del país han vivido en carne propia la tensión de escuchar una alerta sísmica y estar a la expectativa del movimiento telúrico que pone los pelos de punta a los más valientes.

No es para menos. El recuerdo de los dos sismos de septiembre de 2017 está muy fresco en la mente de los oaxaqueños y de los habitantes de la Ciudad de México. Y después del sismo del 7 de septiembre de este año, es válido considerar mudarse a otra entidad, donde los temblores no sean una preocupación, pero ¿a dónde ir y cuánto cuesta vivir en esas zonas?

Por principio de cuentas, nunca es 100 por ciento seguro que no habrá un movimiento sísmico en cualquier región del país.

De acuerdo con el Servicio Sismológico Nacional, el organismo de la UNAM encargado de medir la actividad telúrica en el país, México se divide en cuatro zonas, que van de la A a la D.

La última región, la D, es donde tradicionalmente ocurren los sismos fuertes y son los que han dado origen a la mayor potencia destructiva en la historia del país.

Hay dos zonas, la C y la B, donde la frecuencia de los sismos es menor, y poco perceptible.

Finalmente, en la A entran los estados donde no se han reportado sismos en los últimos 80 años y en los que, mayormente, no se espera que ocurran. Estos estados son Yucatán, Quintana Roo, Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas.

De acuerdo con la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF), al cierre de la primera mitad de este año, el precio promedio de una casa en estas cinco entidades se ubica en 1.1 millones de pesos, con fuertes diferencias entre cada estado.

El documento, que publica la dependencia cada trimestre, señala que las propiedades más económicas se pueden encontrar en Tamaulipas, con precios que van desde los 450 mil pesos.

El valor de la vivienda en cualquiera de esos cuatro estados representa menos de la mitad del costo promedio en la capital del país, que según el documento es de 2.9 millones de pesos.

Foto: El Sol de Tampico

COSTO DE VIDA, OTRO FACTOR

El primer paso para cambiarse a otro estado es un sitio para vivir, pero el segundo es el costo de residir en esos lugares, que incluye desde el transporte público, los energéticos, hasta el entretenimiento.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la inflación anual por ciudades ha pegado más a urbes como Monclova y Torreón, ambas en Coahuila. El organismo precisa que estas dos ciudades están entre las tres primeras donde la inflación, es decir, los precios de la canasta básica, se ha incrementado a un mayor ritmo entre agosto de 2020 y el mismo mes de 2021.

En Monclova el incremento en la inflación araña siete por ciento y es la segunda ciudad que más alzas ha sufrido en los últimos 12 meses, mientras que en Torreón, que ocupa el tercer puesto a nivel nacional en la medición del Inegi, el indicador ha subido 6.93 por ciento.

En sentido contrario, las ciudades de Quintana Roo están entre las de menores incrementos, con tasas que apenas rebasan el cuatro por ciento.

Además, de acuerdo con el sitio Expatistan, que proporciona información sobre el costo de vida en diferentes ciudades del mundo, reporta que en México, la urbe más cara es Monterrey, en Nuevo León, incluso por encima de los costos que representa la capital del país.

En el top cinco de este índice también aparece Cancún, mientras que al fondo de la tabla, en el sitio 31 de 33 ciudades incluídas en el indicador, está Reynosa, en Tamaulipas.

¿SEPTIEMBRE ES EN VERDAD EL MES EN EL QUE MÁS TIEMBLA?

No existe evidencia científica que apunte a que septiembre sea el mes que tenga mayor propensión a los temblores.

De acuerdo con el Servicio Sismológico Nacional de los temblores con una intensidad mayor a 7 en la escala Richter desde 1900, septiembre no es el mes que registra más movimientos de este tipo.

Si bien, este mes está en el top tres, es diciembre cuando se han registrado más movimientos de esta magnitud en los últimos 111 años, con 12, mientras que el noveno mes del año tiene 11 y junio tiene 10.

El pasado 13 de septiembre, el Servicio Sismológico Nacional (SSN) ofreció una conferencia de prensa, donde explicó, con datos de más de un siglo, en los últimos años también hubo movimientos fuertes en febrero y junio.

“Si nos guiamos por la historia de los sismos importantes, nos daremos cuenta que esta distribución no tiene un pico en septiembre si es que la muestra se toma suficientemente amplia”, apuntó el jefe del SSN, Arturo Iglesias Mendoza.

En este mismo sentido, Luis Quintanar Robles, secretario académico del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM, dice que la memoria reciente nos hace pensar que septiembre es efectivamente un mes con propensión a los sismos, pero al ampliar el periodo de análisis, la historia cambia.

"Esto es una percepción. Percepción válida, percepción lógica de la gente, porque estamos acostumbrados a medir los fenómenos naturales a escala de la vida humana, lo cual no siempre es el punto de vista más adecuado. Para medir su frecuencia, su intensidad, debe de ser a escala geológica, no a escala de la vida humana, que son 60, 70 años, sino a escala un poco mayor de los 100, 200 o más años", añadió.

El 7 de septiembre de este año, se registró un movimiento de 7.1 en la escala richter, que fue ampliamente percibido en Acapulco, donde tuvo su epicentro, así como en la Ciudad de México.

En este apartado, el investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM, Jorge Aguirre González, señaló que este organismo académico registra los sismos de gran magnitud con acelerógrafos.

Estos dispositivos, explicó, permiten al Servicio Sismológico generar mapas de intensidad, que muestran la distribución espacial de los movimientos, es decir, qué tan fuerte se sintió un temblor en diferentes lugares.

Según los estudios del Instituto de Ingeniería, el movimiento telúrico del 7 de septiembre fue percibido por aproximadamente un millón 113 mil personas como “muy fuerte”, mientras que otros 22 millones lo sintieron de forma “moderada” y 16 mil lo sintieron “leve”.

Detalló que en Guerrero 20 localidades sintieron el movimiento de manera fuerte, 14 de forma moderada y las demás leve. La aceleración más grande que se captó fue en una estación de Acapulco.

“Tuvimos la oportunidad de registrar los movimientos de diferentes estados (como Guerrero, Oaxaca, Puebla, Morelos) y verificar los niveles de aceleración de estas sacudidas”, argumentó.

En la Ciudad de México se compararon estos registros con los códigos de construcción y vimos que los movimientos estuvieron por debajo de los últimos sismos presentados como el del 19 de septiembre de 2017 o el de 1985.

Estos estudios también permiten determinar qué infraestructura de alto valor estuvo expuesta, como hospitales. En este sentido, precisó que hubo 210 nosocomios que experimentaron el sismo de manera fuerte, tres mil 90 de manera moderada y dos mil 570 de manera leve.

Además, el director del Instituto de Geofísica (IGf), José Luis Macías Vázquez, precisó que entre el 7 se septiembre y las 8:00 horas el 13 del mismo mes, habían ocurrido 772 réplicas.

Guerrero, la entidad costera del Pacífico mexicano, es una zona con gran potencial de sismos y tsunamis, por lo que la prevención es parte de la clave, recordó el especialista.

Macías Vázquez aseguró que el Servicio Sismológico Nacional fue creado en 1910 y que su principal misión es localizar los sismos, medirlos y participar en la toma de decisiones en materia de Protección Civil.

La misión del organismo también incluye la base de datos histórica en formato digital y en papel para avanzar en el conocimiento científico sobre los sismos.

Además, el secretario académico del IGf, Luis Quintanar Robles, reiteró que la costa de Guerrero es una de las zonas del país donde los sismos ocurren con mayor frecuencia junto con el área costera de Oaxaca.

Pero en medio de esas entidades, particularmente en la zona entre Acapulco y Zihuatanejo, existe un área llamada “brecha sísmica”.

De acuerdo con Quintanar Robles, en esa área no ha habido un sismo grande desde 1911, un año después de la creación del Servicio Sismológico Nacional. En este sentido, el especialista mencionó que en esa zona se ubica la placa oceánica, conocida como la Placa de Cocos.

Un sismo en esa zona, según el analista, puede causar un movimiento telúrico de alta magnitud y que podría desembocar en grandes daños para la Ciudad de México, debido a su cercanía con la capital del país.


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