CELAYA, Gto.- Mónico Lemus, Melchor Estrada y Javier López, reunieron a sus compañeros del equipo Celaya F.C. que hace 50 años lograron de manera invicta ascender de tercera a segunda división profesional.
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Qué, mejor escenario que las gradas del estadio Miguel Alemán Valdés para que los futbolistas que aún tienen muy presente en su memoria aquella gran hazaña lograda en 1973-74, se volvieran a saludar en este estadio donde jugaron hace algunos ayeres y que fue una de las épocas de oro del fútbol celayense yendo con el banderín original, así como una réplica de la playera con el tradicional diseño en color blanco con la tradicional “V” en tono azul.
Tras la sesión de fotografías a las que se sumaron más futbolistas de otros años y que también tienen su historia, salió el presidente del Club Celaya, Carlos Benavides, les hizo entrega de un reconocimiento al Celaya F.C. 1973-74, reconociendo y agradeciendo el que sean parte de la brillante historia del fútbol celayense.
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Celaya F.C. 1974-74, está conformado por Leopoldo Rojas, Luis Almanza Gallegos, Carlos Pantoja, Roberto Vargas, Sergio Gaspar, José Morales, Raúl Lara, José Luis Damián, Luis Barba, Raúl Ángel Mañón, José Luis Tapia, Mónico Lemus, Melchor Estrada, Jesús Villegas, Javier “Pato” López, Jesús Torres y Ramón Orosco, así como Aurelio Jiménez y Jorge Montoya, estos últimos que ya gozan de estar con el Todopoderoso.
Otros futbolistas a los que también les reconocieron su trayectoria son, José Luis Guerrero, Rafael del Río, German Zamudio, Antonio Jorge Gaspar, Carlos Cerritos, Alejandro Pérez, Juan Aguilar, Francisco Bárcenas, Moisés Estrada, Luis Bejarano, Ranulfo Rosas, Ramón Cruz, Elías Muñoz, Cándido González, Ignacio Alcocer, Florentino Uribe, José Luis Olalde, Ignacio Martínez, Jesús Vázquez, Juan Rodríguez, José Luis Obvia, Alfredo Téllez y J. Refugio Patlán.
Mónico Lemus, Melchor Estrada y Javier López, organizadores de esta significativa reunión, prepararon varios reconocimientos que les fue entregados en un predio donde degustaron de una comida y bebidas, conviviendo y, dicho sea de paso, recordar infinidad de anécdotas.