En las alturas del Palacio de Bellas Artes, en su último piso, se encuentra el Museo Nacional de Arquitectura, espacio que había permanecido cerrado por diversos trabajos de restauración poco más de un año y medio, hasta el pasado mes de octubre. Como parte de su reapertura, se inauguró la exhibición Patrimonio a través de la lente de Santiago Arau, una muestra de 80 imágenes que retratan el patrimonio del Valle de México, hechas por este fotógrafo de 43 años que en la última década ha llamado la atención tanto en redes sociales como exposiciones físicas.
Desde ahí, a vuelo de águila, recargado sobre uno de los barandales que da al vacío del máximo recinto artístico de México, Santiago mira sus fotografías, los acabados y los murales en los otros pisos del edifico, y habla, con El Sol de México, sobre esta nueva muestra y del libro que la acompaña, titulado Patrimonio, así como de su propia visión sobre el arte de la fotografía.
“Creo que la gran importancia que tiene la fotografía se debe a que los seres humanos somos seres visuales que, al ver imágenes, podemos interpretar la realidad, aunque no sea la realidad misma la que hay en ellas. La fotografía es una disciplina realista, porque no es la realidad lo que retrata y ni es hiperrealista, pues los fotógrafos decidimos la técnica y el lente que vamos a usar para representarla, a partir de un cuadro y nuestros propios ojos”, explica Arau, sobre su visión de su disciplina.
TODOS SOMOS FOTÓGRAFOS
Con 196 mil seguidores en Instagram, donde ha publicado varias de las IMAGENES que aparecen tanto en la exposición como en el libro, Arau confiesa que una de sus intenciones es contribuir a la tendencia, casi universal, de llevar de nuevo la fotografía a los espacios museográficos.
Al preguntarle por la diferencia que hay entre las fotografías que pueden ser consideradas artísticas y las que todos subimos a diario en nuestras redes sociales, declara: “Esa diferencia es muy abstracta y subjetiva, puede haber alguien que tome una gran fotografía porque puede tener los elementos narrativos y estéticos accidentales o puede ser una fotografía muy pensada que los contenga. Yo pienso que al final del día cada persona con una cámara es un fotógrafo, porque está interpretando la realidad o algún aspecto de ella.
“La única diferencia es cómo la gente lo percibe y la manera en que se comparte el trabajo; es como, tal vez, pintar: todos tenemos la posibilidad de hacerlo, pero no muchos podemos llegar a tener una técnica como los grandes muralistas que estamos viendo allá abajo”.
Arau piensa en las grandes imágenes que son virales en el mundo, muchas de ellas hechas por amateurs, que documentan, con gran fuerza, hechos como la explosión en Líbano o el conflicto entre Palestina e Israel.
EL BOOM DE LA FOTOGRAFÍA
Cercano a la fotografía desde los 15 años, al haber estudiado en la Escuela Activa de Fotografía, Arau afirma haber sido de la última generación de esa institución que fue educada pensando en la fotografía convencional, es decir análoga. Al pertenecer a una generación que vivió la transición de uno a otro modo de ver la fotografía, piensa que ambas visiones marcaron su propio estilo. Sin embargo, admite las ventajas que la tecnología digital ha traído para el arte fotográfico.
“Siempre que me hacen esta pregunta, volteo y hay alguien tomando fotos. El mundo digital tiene la cualidad de darnos la oportunidad de hacer demasiadas imágenes, lo cual también puede ser un problema porque hay demasiada información que muchas veces no tiene un nombre. Creo que estamos en el momento en que gracias a la tecnología puedo usar un dron y tomar imágenes, ángulos que antes no eran posibles”, afirma, Arau, quien al explicar qué es lo que busca en sus fotografías, dice que cada una tiene su propia narrativa e intención.
Para ejemplificar esta última idea, Arau frente a una fotografía de la cúpula del mismo Palacio de Bellas Artes, donde dice que lo que buscó fue destacar “el remate”, del edificio, que son las musas
PATRIMONIO, MÁS QUE LO QUE TENEMOS
Sobre esta exposición y el libro, Arau narra que fue una solicitud hecha por el Palacio de Bellas Artes, el cual había sufrido retrasos por los tiempos de la restauración del recinto. Fue en ese momento que decidió hacer un catálogo que derivo en un libro.
Respecto a la intención de la exposición, menciona que tanto la muestra como la publicación hace un recorrido de toda la herencia que forma parte del Valle de México, desde sus volcanes, las distribuciones de población, expresiones artísticas y arquitectónicas, el pasado mesoamericano, los vestigios de diferentes etapas de la historia de México y su permanencia o cambios hasta nuestros días. Todo con imágenes panorámicas y aéreas o enfocadas en el detalle y lo cotidiano.
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“Nuestra herencia es muy basta, hasta antes de la exposición yo creía que el patrimonio era lo que estaba en nuestros bolsillos y nuestras cuentas, nuestras propiedades. Pero el patrimonio es mucho más que eso, es la herencia cultural y geográfica, natural y humana”, afirma Arau, quien pone énfasis en la importancia de la fotografía como documento histórico.
“Creo que registrar con la fotografía es importante, hay muchas fotografías en esta sala de lugares que ya no existen o que están cambiando. Un ejemplo son los murales del Centro SCOP, que ya no están ahí, que los acaban de quitar. Una vez más, los seres humanos somos visuales, es por eso que es importante capturar con imágenes lo que hoy está y que probablemente mañana no estará”, finaliza.