GUANAJUATO, Gto. (OEM-Informex).- Con un concierto lleno de entusiasmo comenzó la primera temporada de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (OSUG) en la que el público del Teatro Juárez escuchó un programa con los compositores Maurice Ravel y Serguéi Rachmaninov.
Bajo la batuta del director titular Roberto Beltrán Zavala, los músicos de la orquesta interpretaron dos obras de Ravel, el poema coreográfico “La valse” y una de las piezas musicales más conocidas e interpretadas en la historia: “Bolero”.
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“La valse” es un poema coreográfico que está construido por siete temas encadenados y tiene su motor y su dinamismo en el ritmo de vals. Esta obra se articula de manera agónica e implacable pues se percibe ansiedad y un sentimiento irrevocable de fatalidad que se manifiesta en su versión de orquesta.
En “Bolero” la escritura orquesta es simple y directa a lo largo de toda la pieza, esa es una de las singularidades de la obra y a lo que se debe un gusto genuino por el público, el mismo Ravel mencionó “no hay contrastes y apenas invención, si exceptuamos el plano y modo de ejecución”.
Quizá “El Bolero” de Ravel sea una de las obras más interpretadas, pero escuchar la con la OSUG en el Teatro Juárez logró a través del lenguaje de la música, hacer que se fusionara la diversidad de público en un ánimo de júbilo y vitalidad.
Para concluir con el primer concierto de la primera temporada del 2019, los músicos de la orquesta universitaria interpretaron la “Sinfonía No. 3 en la menor, op. 44” de Sergei Rachmaninov.
Rachmaninov compuso dicha sinfonía en la casa que poseía en el lago de Lucerna durante los veranos de 1935 y 1936. La obra está estructurada en tres movimientos. Comienza con una sección lenta con un motivo, quizá inspirado en las antiguas melodías religiosas rusas, que será el tema cíclico de la sinfonía.
El segundo movimiento empieza con el tema cíclico en el corno, sobre acordes del arpa, que muta en un tema doloroso y anhelante introducido por el violín solista y desarrollado extensamente con los demás instrumentos.
El último movimiento es seguro y enérgico. Esto se alterna con episodios con armonías cada vez más agresivas y mordaces, al final, el tema cíclico se presenta triunfalmente.
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La OSUG comenzó su temporada con vitalidad y fuerza y se espera que su público crezca y se fortalezca cada vez más pues en esta temporada ofrecen un repertorio sinfónico de la más alta calidad y complejidad interpretativa de los siglos XIX y XX.