CELAYA, Gto.- Hay personas que han presenciado en cuerpo y alma diversos hechos inimaginables. De ellos se derivan libros que brindan una perspectiva enriquecedora o bien, pruebas que aportan más conocimientos para entender un episodio.
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En 2022 la editorial Debate publicó “Mi nombre es Broni”, el cual tiene una portada azul que muestra una estrella de seis picos, similar a la que utiliza Israel en su bandera. El niño que se encuentra en la portada es Bronislaw Zajbert, nacido el 18 de abril de 1933 en Polonia, quien llegó a México décadas después para contraer nupcias, por tanto fue naturalizado mexicano.
Entre las páginas del libro yace un legado que ha resucitado después de un arduo trabajo de entrevistadores que frecuentaron a Broni, tales como la Doctora en Ciencias Políticas, Yael Siman. La obra versa sobre la vida y el testimonio de Bronislaw Zajbert, quien presenció el Holocausto en carne propia, inclusive en el relato están inmersos sus pensamientos más íntimos, así como recuerdos desgarradores.
La Doctora Siman, quien tuvo una participación importante en el proceso y en la realización de este libro, declara que el pueblo judío ha vivido persecución desde tiempos remotos, como en el caso de la Inquisición que condenó a muchos practicantes de esta religión:
“Históricamente hemos vivido mucho asedio. El Holocausto fue la persecución cúspide del siglo XX, algo irracional para nosotros que estábamos integrados en las sociedades, porque justo se dio en el mundo civilizado. Después de tantas luchas de reivindicaciones de derechos, quién hubiese imaginado que vendría esto.
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EL ODIO ALEMÁN
“Hitler tomó el poder en 1933 y claro, no todos los judíos abandonaron el país, fueron pocos los que sí, pues no asimilaban que su vida cambiaría y además todos los humanos tenemos esperanza en que las cosas mejorarán. El dirigente de Alemania promulgó cosas y la gente pensaba que no las cumpliría. Por otro lado, hay un sector que migró, como intelectuales y empresarios, gente acomodada que percibe lo mal de la situación y sabe que empeorará; pero la mayoría de los judíos en Alemania deciden quedarse. No es hasta ‘La noche de los cristales rotos’, en noviembre de 1938, que la mayoría se da cuenta de lo que sucede y comprende que es urgente salir del país. Para entonces ya había muchas restricciones y a pesar del pronóstico, algunos lograron viajar”.
La vida dio un vuelco diferente para Broni aquel 8 de septiembre de 1939, pues los alemanes se apoderaron de Łódź (Polonia), su ciudad natal. Además de ello y del odio que se visibilizaba, así como las diferencias que realizaban los primeros con los judíos, el frío de cierto día anunció que el 30 de abril de 1940 los semitas debían trasladarse a guetos y abandonar sus casas. No era una petición, era una orden. Sin embargo, antes de todo eso, Bronislaw Zajbert recuerda que su vida era diferente y explica el contraste que existía entre ambas etapas:
“Yo era un niño muy feliz, muy contento y muy consentido por todos. Łódź era lo único que conocía a esa edad, entonces me gustaba mi ciudad. Había muchos parques y mis padres me llevaban ahí, no me dejaban jugar en la calle, pero el edificio donde vivíamos tenía un patio grande, había otros chicos y ahí nos reuníamos; el portero del edificio, como quien dice, nos cuidaba”.
TRABAJÓ EN FÁBRICA DE JUGUETES
Hubo dificultades para que la familia renunciara a su hogar, porque Broni enfermó y además existía incertidumbre de saber qué les esperaba, pero no hubo resistencia, pues todos marcharon hacia una casa compartida con otras parentelas, la cual estaba ubicada dentro del gueto. Curiosamente los padres del chico, Hanna y León, ya habían visitado el lugar para buscar algún rincón, y pese al panorama negativo, el matrimonio encontró un buen sitio y con ayuda de conocidos se instalaron en la pequeña cocina del inmueble.
Bronislaw trabajó a su corta edad en una fábrica de juguetes destinados a los alemanes, de lo contrario podía ser deportado a un campo de concentración. La larga jornada, la explotación y la escasez de alimentos definieron dicha etapa en la vida del niño:
“Trabajaba en una fábrica de madera, como cosa absurda, en el gueto; con todos los sufrimientos. Ahí se hacían sillas de playa, juguetes, huevos de Pascua; obviamente eso era para Alemania. Estuve ahí desde los nueve años. La jornada iniciaba a las siete u ocho de la mañana, y regresaba al cuarto para las siete u ocho de la noche. Todo ese tiempo estábamos trabajando y ahí, teóricamente nos daban de comer, que era un poco de agua sucia con algunas verduras, como si fuera caldo. Regresaba más cansado y más hambriento, en la casa no había más que comer. Llegaba con mis papás y después de tomar algo que lograba preparar mi mamá, me iba a dormir para despertar un poco más descansado y empezar la rutina otra vez. Siempre pensamos que eso no duraría, obviamente todos estábamos equivocados, porque la vida transcurrió así durante cinco años”.
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HUMILLACIÓN
Por otro lado, aunque la obra “Mi nombre es Broni”, relata estos hechos, también específica el acercamiento que el polaco tuvo con personalidades importantes como Chaim Rumkowski o bien, con el alemán Hans Biebow, quien golpeó a Zajbert: “La gente común y corriente no tenía ninguna relación con él. Solamente tuve contacto con Biebow una vez, en una inspección en la fábrica donde yo trabajaba. Me aparté de los demás y cuando pasó me soltó una cachetada, la cual hasta hoy me duele. Fue la única ocasión que estuve cerca de él”.
Quizá la mejor idea era escapar del gueto, pero esto era imposible, pues Bronislaw mencionó que el sitio era muy hermético, ya que en cierta ocasión tres personas trataron de huir y aunque en la estación de tren pudieron burlar a las autoridades, cuando pagaron los boletos se les cayeron sus distintivos y fueron descubiertos, por tanto los asesinaron y colgaron sus cuerpos en la plaza principal.
Pero el momento crucial inició cuando los alemanes transportaban a judíos desde los guetos y los llevaban a campos de concentración, con la finalidad de deshacerse de ellos.
Aunque algunos confiaban en las palabras de los dirigentes, la familia de Broni se mantuvo alerta y pudieron eludir la selección de personas que realizaban los germanos, pues presentían que les esperaba algo peor que limpiar cadáveres. Por tal razón, se refugiaron en un escondite, pocos días antes de que el ejército soviético los liberara.
LA LIBERACIÓN
“El día de la liberación lo recuerdo muy bien. Ya nos habían encontrado en el escondite. Nos adjuntaron a las 500 personas que dejaron a propósito para limpiar el gueto, aunque quedaban menos. De repente, un día oímos bombardeos, gritos y la gente supuso que era la liberación. En esa noche todos nos dispersamos a donde podíamos, nosotros nos quedamos con otra familia y en una casita abandonada, hasta que el 19 de enero de 1945 en la mañana, escuchamos vociferaciones que decían <<vengan, vengan, ya somos libres, ya los alemanes se fueron>>. Pero los que estábamos ahí pensamos que era un truco y mi papá salió y comprobó que era cierto. Me desmayé y él frotó nieve en mi cuerpo para despertarme”, señaló Broni.
Pareciera que los hechos mencionados eran desconocidos en otros países, pero esto no es verdad, pues Yael Siman aclara que en México se conocían esas noticias, por ejemplo en las sinagogas se reunían judíos para tener información sobre sus familiares y deducían que habían muerto o que habían sido capturados cuando no recibían correspondencia, como en el caso de la abuela de la Doctora, quien llegó al país y con los años se enteró de que toda su familia murió a manos de los nazis:
“La prensa, a diferencia de lo que uno supondría, le dio una cobertura amplia a lo que sucedía en Europa. Comento esto porque hice una revisión de la misma y me sorprendió que todo se relatara, las noticias llegaban por agencias, pues no había corresponsales mexicanos en todos esos lugares. Se conocieron hechos como la quema de libros, el boicot económico, se supo de la creación de guetos, así como asesinatos con gas y de los campos de concentración. Sería una falacia pensar que la gente no sabía lo que sucedía, porque aunque desconocía detalles que salieron a la luz después de la guerra, sí tuvo acceso a información”.
Aunque existen diversos testimonios que muestran cuán cruenta fue la Segunda Guerra Mundial y específicamente el Holocausto, las vivencias de Broni se suman para conocer otra cara de los sufrimientos y de la persecución nazi, al punto de que él ha expresado el deseo de que su biografía tenga utilidad para evitar la repetición de episodios así:
“Ojalá la gente que hasta hoy día sigue negando el pasado, no lo haga, sino más bien que aprenda de lo que pasó, para que no vuelva a repetirse”; manifestó el autor Zajbert.