CELAYA, Gto. (OEM-Informex).- Después de más de 160 años se suspenderán las tradicionales Posadas y el recorrido de los carritos alegóricos, a causa de la actual pandemia derivada del Covid-19, eventos que forman parte de los festejos navideños característicos de esta ciudad.
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Todavía hace un año, en el 2019, se llevaron a cabo las nueve posadas previas a la llegada de la Navidad, realizándose la primera de ellas el día 16 de diciembre, tanto en los tradicionales barrios de Celaya, como en las familias y colonias más populares.
Al término de las posadas que recuerdan el andar de María y José, desde hace más de 160 años se había realizado en Celaya, de forma ininterrumpida, el acostumbrado desfile de carros alegóricos, en el que participan los nueve barrios: Barrio de la Asunción o del Zapote, San Antonio, Tierras Negras, Santiaguito, Santo Cristo, San Miguel Arcángel, San Juan Bautista, Tierra Blanca y la Resurrección. Cada uno se da a la tarea de adornar su carrito de acuerdo a paisajes bíblicos o a características especiales de acuerdo a su origen y tradiciones.
CARROS ALEGÓRICOS, ANTIGUA TRADICIÓN
Sin embargo, no existe como tal una fecha exacta que afirme el inicio de esta tradición, por lo que historiadores, se han basado principalmente en crónicas de viajeros, prensa escrita y cronistas, tal es el caso de doña Abigail Carreño de Maldonado, quien menciona que esta tradición data desde el año de 1840, siendo impulsada por el sacerdote franciscano Mariano Sánchez, quien fue el encargado de congregar a la ciudadanía para celebrar las posadas, organizadas en los alrededores del templo de San Francisco, durante nueve noches, posteriormente, les invitaba a entrar al templo mientras se amenizaba su recorrido con cánticos de villancicos y aleluyas.
Una vez que se daba inicio a las Fiestas Navideñas, era común encontrar por las calles populares de la ciudad (según cuenta Luis Velasco y Mendoza en su recopilación histórica), procesiones que entonaban los Santos Peregrinos y la Letanía, al tiempo que se servían de velitas de colores, tronadores cohetes y luces de Bengala para mostrar su júbilo, los ánimos perduraban en la población hasta la ruptura de la piñata y la distribución de los regalos que a menudo estaban rellenos de dulces.
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Fue en estos años, cuando las festividades navideñas estaban profundamente arraigadas en la población, que salieron por primera vez los carritos alegóricos con temas bíblicos, mismos que por varias décadas representaron las tradiciones populares de la ciudad, siendo adornados con gran dedicación, poco tiempo después fueron organizándose más noches de rezos, estas se dedicaron a visitar cada barrio y sus Carritos de Posada, así se volvió a sentir la alegría de que se les tomara en cuenta, se esmeraban profundamente para decorar las calles y los disfraces de los niños que representarían diversos personajes, dichos carritos eran muy gustados y aplaudidos por el pueblo y a través del tiempo le dieron mucha fama a nuestra ciudad, convirtiéndose en una tradición establecida que la gente esperaba año con año, llevándose a cabo con el paso del tiempo, distintos recorridos uno de ellos en el centro histórico, en la calzada Independencia y alameda Hidalgo, además de las calles aledañas al jardín principal y boulevard Adolfo López Mateos.
VERDADERAS OBRAS DE ARTE
Fue el escultor Don Longinos Núñez (creador del Puente de las Monas) , quien fabricaba, junto a otros artesanos las figuras que decoraban los carros, hicieron verdaderas obras de arte; principalmente en talla de madera y pasta, las cuales se guardaban en una bodega de la Presidencia Municipal con todo cuidado para que lucieran formidables al siguiente año, los primeros carros alegóricos eran de gran altura, como en aquellos años no existía la luz eléctrica, las calles no eran interrumpidas por cables; así, entre más alto era el carrito, era más apreciado.
Cada año los vecinos entusiasmados ayudaban a los sacerdotes a organizar las jornadas navideñas hasta que, algunos años más tarde, siendo gobernador Luis I. Rodríguez, pidió que a las Fiestas Navideñas se les impusiera un sello de modernidad, poro que acordaron que, en cada carro se reflejara la vida artesanal e industrial de nuestra ciudad, sin embargo, y según las crónicas de aquél entonces, las escenas cotidianas no gustaron a la población, ya que decían que las encontraban faltas de gracia y no hacía falta ver escenas cotidianas de un hombre trabajando en un telar o a los que movían una enorme pala de madera, simulando hacer la cajetas.
A finales del siglo XIX y principios del XX, Rosendo Barrón, fue otro de los impulsores de esta tradición de los carritos alegóricos, teniendo la iniciativa de fomentar la realización de esta costumbre con apoyo de los artesanos entre ellos integrantes de las familias Rojas y Hernández, del barrio de Santiago.
SARITA MONTOYA, IMPULSORA
En el siglo XX y por varios años, sin duda una de las impulsoras de los carritos y del concepto de la posada, fue la conocida Sarita Montoya, quien marcó una importante etapa para esta tradición.
Después de varios años y hasta la actualidad, el Sistema y ahora Instituto de Arte y Cultura de Celaya a través de su coordinación de Culturas populares ha apoyado esta actividad y tradición celayense con logística y organización, resaltando su importancia, fue en el 2019, cuando rectores u capellanes de los barrios se volvieron a unir y retomar la organización de este recorrido, el cual en este 2020 desafortunadamente tuvo que cancelarse por vez primeramente.
OTRAS TRADICIONES NAVIDEÑAS DE LA CIUDAD
Es importante señalar que para la primera mitad del siglo XIX, en la ciudad de Celaya, aun no existía una feria establecida como tal, mencionando que era tradición que la gente se congregara para celebrar tan importantes fechas, por lo general, también se celebraba con esplendorosas corridas de toros, pues en esta ciudad, desde su fundación, se tenía fuertemente arraigada esta tradición, así en el año de 1840, según relata la cronista Abigail Carreño, se iniciaba una temporada de fiestas bravas, las reses eran traídas de las mejores haciendas, aunque las fiestas se efectuaban en una rustica Plaza de Toros conocida como del Burro (ahora Mercado Hidalgo), que había sido construida provisionalmente con adobe, madera y petates.
Durante más de cien años, estas fiestas se celebraron en el centro de la ciudad, alrededor del Jardín Principal. Ahí, se montaban pequeñas vendimias de artesanías de barro, buñuelos y en calles adyacentes a los portales, se instalaban los antojitos; los juegos mecánicos se acomodaban fuera del templo de San Francisco y las loterías invadían la plazuela de San Agustín, dicha festividad adquirió tal popularidad que se comenzó a buscar un espacio propio. Según Abigail Carreño, fue así como a la antigua fábrica La Internacional, convertida en una sucursal de la fábrica de cigarros El Buen Tono, se le modificó para que el amplio local sirviera como recinto en dos ocasiones para los festejos tradicionales de Navidad.
Cabe destacar que fue hasta el año de 1934, cuando el gobernador Melchor Ortega, le otorgó el carácter de Feria y hasta la época del gobierno de Juan José Torres Landa, se le dio el carácter de Feria Regional y se destinaron los terrenos del bulevar Adolfo López Mateos, que ahora se conocen como antiguas instalaciones de la feria, en el interés de la conservación y fortalecimiento de nuestras tradiciones, la Feria de Navidad cambió sus instalaciones de CELANESE, donadas al municipio para ofrecer un mayor número de atractivos a sus visitantes, de ampliar su terreno de esparcimiento y oferta.