Por allá de los años sesenta, cuando estudiaba mi primaria, recuerdo los conocimientos impartidos por mis maestros, verdaderos sabios en el quehacer de la enseñanza, tan es así que en mi memoria quedaron grabados conceptos clave para la comprensión del mundo, uno de ellos en la materia de Civismo que en aquellos años proporcionaba contenidos sumamente útiles. El maestro trató el tema del valor de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, ley máxima para todas y todos en nuestro país.
Nos quedaron grabados conceptos básicos, sobre todo ese que hablaba de la libertad, en donde decía que en nuestro país no existía la esclavitud y que cualquier extranjero que fuera considerado como tal al estar en territorio mexicano, la obtenía. Eso me pareció superior a lo demás, ya que en los contenidos de historia habíamos leído y tratado a profundidad sobre lo que había pasado en tiempos de la colonia y que Don Miguel Hidalgo y Costilla hizo un pronunciamiento sobre la abolición de la esclavitud, pero que aún continuó muchos años y ésta quedó abolida en la Constitución de 1824.
Las y los maestros de este nivel educativo básico también nos enseñaron que la Constitución Mexicana de 1917 fue la más avanzada de su tiempo y que contenía los derechos fundamentales del pueblo de México y que es la ley que debíamos cumplir, que existían otras leyes que derivaban de ella, pero que nada estaba por encima de ella.
Quizá en nuestro pensamiento de niños, algunos contenidos eran abstractos, pero recuerdo también que en los siguientes niveles educativos se trataban esos temas con mayor profundidad.
Cuán importante se tornan estos conocimientos en los tiempos actuales para la población en general, cuando se analiza todo lo que cambió de la Constitución Mexicana de 1917 a 2018, en donde lo que era nuestro pudo privatizarse y concesionarse a propietarios privados y sobre todo a capitalistas extranjeros y que los y las mexicanas perdían derechos que permitían que la población se fuera empobreciendo y que un grupo de personas concentraran la riqueza más y más.
Las minas, las playas, el agua, el ejido, la luz eléctrica, la banca, la telefonía, los ferrocarriles, las líneas aéreas y otros bienes de la nación se privatizaron, desaparecieron las tiendas populares, los organismos reguladores de los precios de los granos producidos por campesinos, los salarios de los trabajadores llegaron a ser los más bajos del mundo, se iba diluyendo el derecho a la salud, a la educación y a la vivienda. En 36 años de gobiernos neoliberales nuestra Constitución cambió para permitir fenómenos lesivos para las grandes mayorías de la población.
Los tiempos han cambiado y la sociedad despierta, el gobierno está claro de que todo aquello que afectó al país entero, hoy se revierte; ahora se rescata todo por lo que se luchó y ganó con la Revolución Mexicana y se rescata el pensamiento humanista de las heroínas y héroes que forjaron nuestra nación para bien de México.
Los cambios que se están dando en la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, siguen los procesos que de nuestras leyes emanan y son los que dictan las mayorías del pueblo de México. Mayorías que eligieron al poder ejecutivo con una presidenta electa por voto popular, con un triunfo con 35 millones 923 mil 669 votos.
Mayoría en las cámaras de diputados y diputadas, senadores y senadoras que conforman el Poder Legislativo. Y ahora también el Poder Judicial será electo por mayoría de la ciudadanía de México que dará legitimidad a este poder.
La Constitución Mexicana seguirá teniendo la supremacía, y deberá ser respetada por los tres poderes y por el soberano que los eligió: el pueblo de México.