"La democracia es la única que puede establecer la concordia en todas las clases sociales". Venustiano Carranza.
En el milenio pasado transcurrieron dos grandes movimientos que desde varios aspectos cambiaron la sociedad y la forma de vivir. Uno fue el final de la Edad Media en que mediaron diversos acontecimientos: la caída del imperio bizantino en 1453; el encuentro de Colón con un nuevo continente en 1492 y la transición que terminó con el feudalismo y abrió la brecha al capitalismo. Un periodo cultural remarcado con el surgimiento de grandes personajes cuyas ideas y obras despeñaron el cambio de rumbo hacia la Edad Moderna. Movimiento renacentista que parió grandes exponentes del arte, la ciencia y la cultura. Renacimiento cultural y artístico del final del siglo XIV y el XV de cuna en la ciudad que todo amante de las bellas artes y la cultura desea visitar, la inigualable Florencia, aunque con los medios actuales de comunicación e información se puede conocer y sentir el alma de la cultura occidental en una pequeña ciudad, pero enorme por las riquezas que en ella se encuentran. Valga mencionar algunos de los muchos representantes. En el arte a Miguel Ángel, de Rafael, de Tiziano o Botticelli. En la ciencia (y arte también) Leonardo da Vinci, a Nicolás Copérnico, Cusa, o Giordano Bruno; en lo político a Nicolás Maquiavelo cuya obra y pensamiento influyeron en el pensamiento occidental y en el desarrollo de la filosofía política moderna.
El otro hecho que influyó en la trasformación de la sociedad fue la Revolución francesa y la decadencia hasta el final de la monarquía absolutista representada por el juicio que condenó a muerte bajo el filo de la guillotina a Luis XVI rey de Francia y la reina consorte María Antonieta, cuyas últimas palabras de su vida fueron “Disculpe señor, no lo hice de propósito” cuando subiendo al cadalso tropezó y pisó al verdugo que estaba a punto de cercenar su cabeza. Revolución que no fue más que la justicia social en acción, una forma violenta de hacer realidad la idea de la equidad que, como personas, todos somos iguales y con los mismos derechos y obligaciones. Revolución inspirada en las obras de Rousseau y Montesquieu que idealizaron una sociedad ordenada, basada en la consigna de Igualdad, Libertad y Fraternidad que pronunció Robespierre ante la Asamblea Nacional el 5 de diciembre de 1790. Literaturas revolucionarias del padre de la patria mexicana, Miguel Hidalgo y Costilla que leía con asiduidad en su rincón de San Felipe Torres Mochas, casa que se conoce como “la Patria Chiquita” del presbítero del pueblo.
El segundo hecho es el que tiene similitud con la Revolución mexicana. La permanencia de Porfirio días por 30 años en la presidencia, la posesión de las tierras en unas cuantas familias y, sobre todo, la falta de elecciones libres y democráticas, vicisitudes de donde emergió la figura del apóstol de la democracia, Francisco I. Madero que promovió el Plan de San Luis, respaldado en el norte por Pancho Villa y Emiliano Zapata por el sur. Un prócer que en mi opinión merece el reconocimiento que poco se le da es el general Pascual Orozco quien se levantó en armas en apoyo al Plan de San Luis, pues ante las fuerzas del Estado dictatorial solo se logra el triunfo con la rebeldía de militares patriotas que apoyen el orden jurídico y el espíritu de libertad ciudadana, base de una republica que se precie de ser democrática.
Colofón. ¿Estamos haciendo honor al legado revolucionario de Madero, del Caudillo del sur E. Zapata, de Doroteo Arango, a la Constitución que nos legó Venustiano Carranza y a tantos que murieron en defensa de la democracia?