Todas las comparaciones son chocantes, pero cuando uno sale con cierta regularidad al extranjero, no se puede evitar cotejar a otros países con el propio.
En este caso la comparación es respecto a la seguridad y la portación de armas.
Uruguay, fue un país que tuve la oportunidad de conocer en 2018, y está considerado como la nación más segura de Latinoamérica, y como es obvio, por la cercanía, en aquel largo mochilazo también pasé algunas semanas en Argentina.
Ambas naciones tienen leyes muy laxas para la tenencia y portación de armas de fuego para civiles, prácticamente sin restricciones de calibres para armas cortas y son naciones mucho más pacíficas que México, y la portación legal aumenta esa sensación de seguridad del ciudadano y el temor del ratero común y corriente de meterse a cualquier casa. Todos sabemos que lo de menos es el robo, las barbaridades que pueden cometer es del abuso sexual hacia arriba.
Este año, mientras estaba de vacaciones en Wisconsin, un sobrino cumplió 21 años y, como sabe de mi gusto por la cacería y el tiro deportivo, así como de cierto conocimiento que la experiencia me ha dado en estas disciplinas, me invitó a escoger su regalo. Quería que le sugiriera una pistola y lo enseñará a tirar. Se escucha bizarro: un mexicano enseñándole a tirar a un gringo, pero allá las leyes son muy claras: antes de 21 años no puedes adquirir armas de fuego y para hacerlo de manera legal debes tener antecedentes impecables (lo que llaman el record). A la armería no debes llevar nada más que tú ID, ellos tienen todo ya en la base de datos y puedes probar cualquier juguete pagando el parque, como niño en dulcería. Eso sí, las leyes son muy estrictas para quienes cometen algún crimen, y tienen la trazabilidad de todas las armas que venden, no hay manera de salir impune si lo que quieres es delinquir. Pasamos un día fenomenal tirando con calibres 9mm, .40 S&W y 45 ACP, así como con fusiles .223 y 5.56; al final, mi sobrino adquirió, por sugerencia mía, el arma de mis sueños: una Beretta 92 fs, prohibida por el gobierno hasta en los sueños acá en México.
Aquí la portación legal de armas de fuego es impensable para civiles, pese a ser un derecho constitucional, y la transportación (el traslado de un arma de fuego descargada y en su funda) solo se permite a cazadores y tiradores deportivos del domicilio al coto de caza o tiro. Antes de los 70’s, cuando México era un lugar seguro, las armas se adquirían hasta en el Monte de Piedad. De manera paradójica, mientras más restricciones han puesto, la inseguridad ha ido en aumento exponencial.
Por desgracia las leyes se hicieron para aplicarlas a quienes las cumplen.
Es relativamente fácil comprar un arma en México en el mercado negro por la vecindad con Estados Unidos que es el mayor proveedor del orbe, por eso tenemos a los criminales mejor armados del mundo. Incluso el ejército tenía una tienda de armas donde como civil podías adquirir pistolas y fusiles cubriendo montones de requisitos (lo digo en tiempo pasado porque con las modificaciones a las leyes de armas de fuego y explosivos no sabemos que vaya a ocurrir). El tema de esas armas de bajo calibre que te vendía el ejército a través de la DECAM, es que no te dejaban ni portarlas para defensa ni dispararlas para por lo menos saber el funcionamiento de lo que adquiriste. A pesar que los calibres para civiles, estaban sumamente restringidos.
Esto pasa en uno de los países que no están en guerra, y que tiene las mayores muertes por armas de fuego NO REGISTRADAS Y CON CALIBRES DE USO EXCLUSIVO DEL EJÉRCITO. O sea que el problema no es el pueblo bueno y sabio ni las armas registradas. Hay que ponernos serios, dejarnos de vaciladas y reconocer en realidad que el problema no son las armas registradas ni sus requisitos para la tenencia, transportación y portación por civiles, sino el crimen organizado al que han dejado prosperar, armado por el tráfico ilegal y la consiguiente falta de trazabilidad. Entre más restricciones menos trazabilidad y mayor número de homicidios sin resolver, mientras pretenden con una nueva ley dejar totalmente desarmados a los ciudadanos de a pie.
Parece chiste pero es anécdota: esta nueva ley contempla registrar armas de aire mayores a calibre 5.5, de gotcha, paintball, airsoft y todo tipo de marcadoras superiores a 5.5, una reverenda arbitrariedad en el país de la Revolución Mexicana, los chinacos y la charrería. Hasta las armas de juguete serán restringidas, mientras secuestradores y extorsionadores se frotan las manos y afilan el diente, esperando a que el gobierno les facilite la chamba. Solo falta que también haya que pagarles Seguro Social y prestaciones de ley por aquello de los riesgos de trabajo. Los vaya uno a lastimar con un resorterazo bien puesto.
Si no creen que sea una conspiración del gobierno en contra del pueblo, investiguen un poco en la historia sobre grupos criminales como la banda del automóvil gris que salía por las noches de Palacio Nacional, con uniformes militares y órdenes de cateo y que fue desarticulada cuando dejó de serle útil al gobierno en turno. Tal vez el primer caso documentado de crimen organizado coludido con las autoridades.
Pedro Infante, Jorge Negrete y El Piporro, también referentes nacionales, se deben estar retorciendo de coraje en sus tumbas, con una lima de uñas fajada al cinto como distintivo.
Por lo pronto, los cazadores y tiradores en regla, preparamos las acciones y los amparos correspondientes para defendernos de esta arbitrariedad por parte del Estado Mexicano, siempre de manera pacífica, porque la primera regla que debes cumplir al empuñar un arma de fuego, seas cazador, policía o militar, es la disciplina.