180 días y descontando
Son los días que faltan por transcurrir para estar ante la decisión que tomarán los mexicanos: quiénes van a gobernar nuestro país.
Las precandidaturas presidenciales parece que no llegarán a ser más de tres, en el mejor de los casos, porque de los que intentan su registro en la contienda por la vía independiente o ciudadana sólo hay informes parciales de sus avances en conseguir el millón de firmas que necesitan... se quedarán en el intento, por ahora.
A la candidata oficial le sigue fluyendo el dinero para pagar asesores, estrategas, analistas, operadores y lo que se necesite para sostener que Claudia inició el proceso con diferencias de más de 30% con relación a Xóchitl y la tarea de darse a conocer en la población de todos los estratos sociales les está tomando más tiempo del que habían estimado sus estrategas respectivamente.
El tema no es menor, si valoramos que los niveles de conocimiento que se tiene de los precandidatos en la población en general son bajos, aunque más bajo está el caso de la candidata opositora, falta por ver muchos capítulos de la evolución de un proceso electoral donde está en juego la continuidad de la cuarta transformación.
El hecho es que durante los años de gobierno el actual presidente del país, está empeñado en que no sufra descalabro su proyecto político y su mayor preocupación sigue enfocada en que su candidata tenga tanta aceptación y popularidad como la que él dice tener, especialmente con la decisión de dar dinero a la población, por la causa que sea.
El proyecto político del presidente quedará “a medias” y continuar con él, supone que la población “compre la simbiosis” y los votantes acudan a votar por el proyecto de Morena, con la popularidad del actual presidente, pero transferido a la actual precandidata… sí que está complicado, pero en la boleta ya no estará López y Claudia no acaba de resolver, por más que hable, con los acentos que usa el actual presidente, que se le transfiera la popularidad y desde luego la intención del voto. De Samuel tendremos que esperar, o preguntarle a Nuevo León qué tan serio es el proyecto de Movimiento Ciudadano para esta contienda electoral.
Es verdad que la disruptiva entrada al proceso electoral por parte del bloque opositor ha llegado a condiciones óptimas y logró que los mismísimos partidos opositores vieran posible conseguir un perfil opositor que inspire confianza en sus propósitos políticos... Hasta parece que se le acabó la fuerza para seguir en el proceso, pero tenemos que valorar que también a la candidata opositora le falta un importante número de ciudadanos que digan que la conocen.
De pronto da la impresión que la candidata opositora hubiera perdido la dirección de su proyecto... cuando lo que está pasando es que también hay tiempos limitados en la agenda electoral para que entre los tres partidos se pongan de acuerdo con las candidaturas de todas las demás posiciones políticas que están en juego.
Hoy no hay escenario que se equipare con una contienda entre dos mujeres y una aventura (la de Samuel) donde se está configurando una contienda en la que prevalecen dos visiones de estado que no dejan espacio a muchas interpretaciones, la pelea por lo que le llaman desde Morena conseguir el “segundo piso de la transformación” y que equivale a la agenda de una dictadura populista, de las que ya hemos visto y padecido muchas veces en Latinoamérica o la agenda que permite que la lucha por el poder político en nuestro país se mantenga en esquemas democráticos, continuemos con esquemas de participación política donde se respeta la libertad de los ciudadanos y los procesos se definen con participación democrática.
Por el momento, en el análisis de la opinión ciudadana prevalece un presidente con una aprobación de 62% y con una intención de voto de 42% es decir, en el futuro inmediato del proceso electoral que ya empezó hace mucho tiempo, aunque la agenda del INE todavía no deja que se les llame candidatos, la aprobación del trabajo del presidente deja de ser el referente en los estudios de opinión y empieza a ser la intención del voto.
De los 42% de los mexicanos que volverían a votar por el proyecto de Morena la mitad no cambiaría su opinión, la otra mitad sí, es decir, se conoce técnicamente como swichers, en el momento de la votación podrían cambiar su intención de voto.
Los estudios de intención de voto en los ciudadanos que se han hecho desde el 2011 reflejan que el 40% tenía definida su intención de voto, en 2017 tenían definida su intención de voto el 50% y en 2023 tiene definida su intención el 80%, el margen de maniobra que tienen los estrategas de los contendientes es muy estrecho para pensar que las campañas sean un paseo por el país.
Nada está definido en este momento de los procesos, y tendrán un mínimo espacio para hacer eficiente las estrategias de cada candidatura.
Espero que los estrategas de los partidos entiendan que la creatividad política no da espacios para ensayos, porque no hay tiempos para resolver cambios de fondo en las propuestas ante los ciudadanos.
Los cambios que tengan que hacer en los equipos políticos de las candidaturas tienen el riesgo de que las cuotas de poder en las otras candidaturas desconfiguren la respectiva candidatura presidencial, aunque no está demás decir, que la presidencial no necesariamente define a las otras.
Quiero decir que también será de esperarse una especie de voto diferenciado que hará más compleja la ecuación.
Poco tiempo y una exigencia máxima en las estrategias, en la procuración de los recursos y en las negociaciones de las cuotas de poder que es la mayor aspiración de los dirigentes de los partidos.
Hasta la próxima en PROSPECTIVA.
José Gerardo Mosqueda Martínez, Presidente del Instituto de Administración Pública de Guanajuato
gmg@gerardomosqueda.com.mx