/ sábado 29 de junio de 2024

Orígenes de la instrucción pública elemental femenina en la ciudad de Guanajuato, año de 1792.

Uno de los temas interesantes que la historia de la educación en Guanajuato ha tenido, son los concernientes a la fundación de las escuelas de primeras letras para las niñas. Sus orígenes se remontan al año de 1792 en la capital provincial, a nueve años de la Real Cédula expedida en la ciudad de Madrid, cuyo propósito era fundar en ésta última, escuelas de enseñanza elemental con una formación artesanal para las mujeres. Es decir, la ordenanza desde la metrópoli española buscaba que las niñas recibieran aparte de su instrucción, una preparación en las labores tradicionales; por lo que el aprendizaje de la costura, el bordado, el corte de telas, actividades manuales, fueron ramos de enseñanza introducidos, en lo que podríamos llamar hoy como asignaturas técnicas.

En el caso de la ciudad de Guanajuato, fue palpable desde el principio que las escuelas públicas de niñas, tuvieron en efecto los ramos propuestos desde Madrid; con lo que rastreamos la introducción de un modelo de educación femenina, que contempló la formación en primeras letras y al mismo tiempo, la capacitación en determinados oficios que sirvieran a las niñas al finalizar sus estudios, como un aliciente para ayudar a la economía familiar. Sobre todo en aquellas provenientes de hogares pobres. Aunque también tenía esa educación, preparar a las mujeres en las actividades de casa para cuando contrajeran matrimonio.

En la capital provincial guanajuatense, hubo varios intentos por establecer las primeras escuelas públicas de niñas. En la mayoría de las situaciones cuando se abrían, no duraban mucho tiempo. Sin embargo esto cambió, tras el proyecto del Padre Manuel Quesada realizado en febrero de 1792, cuando informó al Ayuntamiento de querer fundar una escuela para instruir 300 niñas. La propuesta fue bien recibida por el cabildo, el cual dejó en claro desde un principio, que la selección de las maestras correrían a cargo de éste y sólo las que estuvieran certificadas ante la Comisión de las Escuelas, podrían estar al frente de la institución. Fue entonces que la formación de preceptoras guanajuatenses, tomó los lineamientos y requisitos ponderados por la Real Provisión de 1771, la cual había sido aplicable para todo el reino español, incluyendo sus colonias americanas.

Ahora bien, por la documentación conservada en el AHUG, sabemos de todo el proceso que conllevó la apertura de la 1ª. Escuela Pública de Niñas en marzo de 1792. Aunque no se mencionaron los nombres de las primeras maestras que habrían de estar al frente de la institución. De ellas sabemos hasta diciembre de 1796, cuando fueron nombradas Doña Francisca de Altamirano y Doña Juana María de Seria, directoras en la 1ª. y 2ª. Escuelas de Niñas respectivamente. Para esta época, la capital provincial contaba por lo menos con dos establecimientos femeninos de primeras letras. Así, estas dos instituciones fueron las que formaron a centenares de mujeres en la enseñanza elemental. Con los establecimientos permanentes y regulados por el Ayuntamiento, las niñas y pubertas aprendieron a leer, a escribir en diferentes formas con la caligrafía, a tener nociones sobre la numeración, la suma, la resta, la multiplicación. Leyeron textos religiosos pero también se adentraron, a la comprensión lectora de temas históricos políticos, de buenas costumbres, urbanidad. Aprendieron diversos modos de la costura, el bordado, etc. Estos últimos ramos de instrucción, regularmente fueron prácticos a través de la observación directa, cuando la preceptora explicaba cada una de las maneras de cortar la tela, tomar las medidas, confeccionar ropa para niños y niñas, mujeres, hombres, etc.

Finalmente cabe destacar, que la instrucción en las dos escuelas referidas, fue “pública” por el hecho de aceptar a las niñas, no importando sus orígenes, condición social o económica. No obstante que algunas familias acomodadas, donaban ciertas cantidades como especie de “pago” por el servicio de instrucción a sus hijas. Mientras que el resto de las inscritas no pagaba la enseñanza. Sobre los sueldos de las directoras, sabemos que desde diciembre de 1796 eran de $350 pesos anuales y divididos en doce mensualidades.

De esta manera, los orígenes de la instrucción pública femenina en la ciudad de Guanajuato, fue el resultado de los efectos emanados entre las disposiciones realizadas desde Madrid, entre 1771 y 1783; las cuales promovieron el establecimiento y funcionamiento de las escuelas de primeras letras, así como la formación de sus

Uno de los temas interesantes que la historia de la educación en Guanajuato ha tenido, son los concernientes a la fundación de las escuelas de primeras letras para las niñas. Sus orígenes se remontan al año de 1792 en la capital provincial, a nueve años de la Real Cédula expedida en la ciudad de Madrid, cuyo propósito era fundar en ésta última, escuelas de enseñanza elemental con una formación artesanal para las mujeres. Es decir, la ordenanza desde la metrópoli española buscaba que las niñas recibieran aparte de su instrucción, una preparación en las labores tradicionales; por lo que el aprendizaje de la costura, el bordado, el corte de telas, actividades manuales, fueron ramos de enseñanza introducidos, en lo que podríamos llamar hoy como asignaturas técnicas.

En el caso de la ciudad de Guanajuato, fue palpable desde el principio que las escuelas públicas de niñas, tuvieron en efecto los ramos propuestos desde Madrid; con lo que rastreamos la introducción de un modelo de educación femenina, que contempló la formación en primeras letras y al mismo tiempo, la capacitación en determinados oficios que sirvieran a las niñas al finalizar sus estudios, como un aliciente para ayudar a la economía familiar. Sobre todo en aquellas provenientes de hogares pobres. Aunque también tenía esa educación, preparar a las mujeres en las actividades de casa para cuando contrajeran matrimonio.

En la capital provincial guanajuatense, hubo varios intentos por establecer las primeras escuelas públicas de niñas. En la mayoría de las situaciones cuando se abrían, no duraban mucho tiempo. Sin embargo esto cambió, tras el proyecto del Padre Manuel Quesada realizado en febrero de 1792, cuando informó al Ayuntamiento de querer fundar una escuela para instruir 300 niñas. La propuesta fue bien recibida por el cabildo, el cual dejó en claro desde un principio, que la selección de las maestras correrían a cargo de éste y sólo las que estuvieran certificadas ante la Comisión de las Escuelas, podrían estar al frente de la institución. Fue entonces que la formación de preceptoras guanajuatenses, tomó los lineamientos y requisitos ponderados por la Real Provisión de 1771, la cual había sido aplicable para todo el reino español, incluyendo sus colonias americanas.

Ahora bien, por la documentación conservada en el AHUG, sabemos de todo el proceso que conllevó la apertura de la 1ª. Escuela Pública de Niñas en marzo de 1792. Aunque no se mencionaron los nombres de las primeras maestras que habrían de estar al frente de la institución. De ellas sabemos hasta diciembre de 1796, cuando fueron nombradas Doña Francisca de Altamirano y Doña Juana María de Seria, directoras en la 1ª. y 2ª. Escuelas de Niñas respectivamente. Para esta época, la capital provincial contaba por lo menos con dos establecimientos femeninos de primeras letras. Así, estas dos instituciones fueron las que formaron a centenares de mujeres en la enseñanza elemental. Con los establecimientos permanentes y regulados por el Ayuntamiento, las niñas y pubertas aprendieron a leer, a escribir en diferentes formas con la caligrafía, a tener nociones sobre la numeración, la suma, la resta, la multiplicación. Leyeron textos religiosos pero también se adentraron, a la comprensión lectora de temas históricos políticos, de buenas costumbres, urbanidad. Aprendieron diversos modos de la costura, el bordado, etc. Estos últimos ramos de instrucción, regularmente fueron prácticos a través de la observación directa, cuando la preceptora explicaba cada una de las maneras de cortar la tela, tomar las medidas, confeccionar ropa para niños y niñas, mujeres, hombres, etc.

Finalmente cabe destacar, que la instrucción en las dos escuelas referidas, fue “pública” por el hecho de aceptar a las niñas, no importando sus orígenes, condición social o económica. No obstante que algunas familias acomodadas, donaban ciertas cantidades como especie de “pago” por el servicio de instrucción a sus hijas. Mientras que el resto de las inscritas no pagaba la enseñanza. Sobre los sueldos de las directoras, sabemos que desde diciembre de 1796 eran de $350 pesos anuales y divididos en doce mensualidades.

De esta manera, los orígenes de la instrucción pública femenina en la ciudad de Guanajuato, fue el resultado de los efectos emanados entre las disposiciones realizadas desde Madrid, entre 1771 y 1783; las cuales promovieron el establecimiento y funcionamiento de las escuelas de primeras letras, así como la formación de sus

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