/ miércoles 12 de junio de 2024

Observar, Emprender, Crecer

“Ningún pesimista ha descubierto los secretos de las estrellas, los misterios de las tierras ignotas o los cielos que se abren al espíritu humano”. Helen Keller.

Una de las maravillas del ser dotado del uso de la razón, el humano, es la captación de imágenes, sonidos, olores, sabores y sensaciones táctiles para llegar a lo más recóndito de los núcleos del sistema nervioso central de donde se filtra la información sensorial a lo desconocido, lo que nos distingue de los animales irracionales: el pensamiento humano que Sigmund Freud y los psicoanalistas exploran esforzándose para encontrar la explicación del funcionamiento de la mente del hombre. Para esto, el médico y filósofo austriaco propuso una estructura compuesta de tres partes: el ello, el yo y el superyó, que representan lo que llamó impulsos primitivos que según Freud son la base de la conducta, para lo cual creó el Psicoanálisis como el camino de abrir los misterios de la mente y por este medio tratar de corregir las desviaciones de las conductas del enfermo mental.

Aspectos de la observación como medio de aprendizaje asentado en ver objetos inanimados celestes y terrestres y los seres animados de nuestro planeta, el alma que Aristóteles los clasificó como el alma de los vegetales, seres vivos que se nutren y se reproducen; el de los animales o alma de las cosas “animadas” que les da sensación y movilidad y la del humano, a la que, además, agrega el alma racional. Principio aristotélico del conocimiento conducente al desarrollo y emprendimiento de las actividades que los humanos para distinguirse en poner en práctica haber observado y analizado lo que le rodea para ser creativo y emprender en cualquier rama de la actividad en que se haya dedicado cualquier individuo. Emprender o empresa que se multiplica en los cientos de actividades a los que puede dedicarse el hombre o mujer, estableciendo un universo que cada día va más allá de lo que ayer y hoy mismo nos parecía y nos parece ciencia ficción. Sirva de ejemplo aquel que parece lejano año de 1957 en que la Unión Soviética nos sorprendió colocando en el espacio el primer satélite artificial, el Sputnik, o las máquinas computadoras derivadas del proyecto ENIAC (Computador e Integrador Numérico Electrónico), en los años en que terminaba la segunda guerra mundial cuando hoy, con más funciones, aquellas voluminosas máquinas caben en la palma de la mano.

En contraste, con los pies en el suelo, así sea inmersos en los descubrimientos de la ciencia y la tecnología, o en los cambiantes y novedosos métodos de enseñanza, el pensamiento humano sigue siendo el mismo del referido en la Biblia, el de la milenaria sabiduría china, el de la faraónica egipcia o el de la Grecia clásica. Si bien pensamos diferente influidos por el avance de la tecnología aplicada al servicio del humano o traída al riesgo de la destrucción de lo que ha sido erigido a través de miles de años y no obstante que el observar, emprender y crecer ha sido un proceso evolutivo desde la aparición del homo sapiens en el continente africano, la creación del hombre, del humano dotado de pensamiento y razonamiento deductivo, es producto de la observación para emprender una acción, pongo de ejemplo en medicina, antes de echar mano a los recursos del laboratorio o gabinete, podemos llegar a un diagnóstico preciso. En la investigación médica u otra actividad, lo primero es observar y analizar para emprender, crecer y ser mejores que ayer.

flokay33@gmail.com

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