/ jueves 12 de septiembre de 2024

Metalismo

En esta ocasión abordaré una preocupación que nos aqueja a muchos, no solamente en México, sino en casi cualquier lugar del orbe: la preservación de nuestros escasos ahorros, sobre todo a quienes estamos ya en una línea que cruzó la media de la edad laboral. (Si tienes más de 45 años te interesa el tema).

Ya no existen las jubilaciones dignas y lo que ocurra con las AFORES, es algo que me tiene casi sin cuidado. Fueron la gran estafa del siglo XX y ya bien entrado el siglo XXI continúan siéndolo.

Decía mi abuela “quien de joven no guarda, de viejo ladra”. Y todo trabajador y profesionista de a pie, tiene que buscar la manera, ya no de invertir, sino de evitar que el dinero que logre guardar se le devalúe.

Y como no soy economista que les pueda sugerir fibras o instrumentos de inversión, sino uno de esos ciudadano de a pie, la situación que percibo es la siguiente:

La propiedad privada está en riesgo con las políticas populistas que se le puedan ocurrir al gobierno en turno. Invertir para tu futuro en propiedades es como poner todas los huevos en la misma canasta: si se congelan las rentas o te expropian, quedarás como empezaste. Y aunque los inmuebles tienden a apreciarse con rapidez, como factor en contra tienen la poca liquidez en caso de que requieras disponer de tus ahorros de manera inmediata. Además rentar es tedioso y puede ser frustrante. Se supone que lo que buscas ya viejo es descanso, no más mortificaciones. No obstante, esta opción es por lo pronto una de las mejores.

El ahorro en dólares es otra opción, siempre y cuando tengamos en cuenta que el dólar es una moneda fiat, expuesta a las fluctuaciones y que no tiene un valor intrínseco real. El que tiene la imprenta saca los boletos como quiere y al precio que quiere. Esta burbuja tarde o temprano explotará, e igualmente, terminaremos como comenzamos. Invertir en bonos del tesoro es ya más complicado y necesitarás asesoría de un experto. Ya no es para un ahorrador común y corriente de clase trabajadora.

El Bitcoin ni lo abordo, ya quedó lejos de los ciudadanos de a pie. Hace 15 años una bolsa de papitas valía más que una criptomoneda, muchos las perdieron en sus computadoras viejas y hoy tienen más valor que el oro. Quien no las compró hace una década, perdió la oportunidad, aunque el hubiera no existe. El que tenga un par de Bitcoins en su cartera de ahorros no tiene de que preocuparse, quizás solo convertirlo en algo tangible como oro antes de que se desplome, quien no compró cuando estaban al alcance ya se la peló por el momento.

Otra opción es la plata. En mis últimas vacaciones salí del país 2 semanas aprovechando que logré comprar un paquete de viaje a inicio de año, antes de las elecciones, cuando presumían al súper peso y el dólar todavía rondaba los 16 “súper pesos”. También logré hacerme de algunas onzas libertad a menos de 500 pesos. La semana pasada que regresé de vacaciones, quise comprar otro lote de libertades y en Banco Azteca ya estaban a $694 por unidad. El dólar a 20 ex súper pesos. Muy malas señales para el corto plazo.

Podría recomendar el ahorro en plata, pero tiene un inconveniente: es un metal muy volátil ya que está expuesto a las especulaciones, más que a la oferta y la demanda debido a que por su uso industrial en celdas fotovoltaicas y autos eléctricos, no la dejarán nunca llegar a su valor justo. Es obvio que a Elon Musk le conviene más pagar la onza de plata para Tesla a 29 que a 60 dólares, que es aproximadamente su costo estimado real, medido por el ratio oro/plata histórico.

México, quien es el principal productor de plata a nivel mundial, puede intervenir monetizando nuevamente la plata y sacarla a circular con un elevado valor nominal para evitar que llegue a su punto de fusión (así se le llama cuando el valor intrínseco de una moneda excede al valor nominal y es más rentable fundirlas y hacerlas lingotes). Si a una moneda bimetálica con centro de 10 gramos de plata esterlina y aro de cuproniquel se le da un valor nominal de mil pesos y se respalda al cambio de 1 grano (ojo, grano, no gramo) de oro de 10 kilates, tendría un valor intrínseco, un respaldo, y continuaría circulando sin fundirse, ya que no sería rentable hacerlo ni sacarla de la circulación, si la onza de plata pura 0.999 se puede conseguir a $694.00. Algo similar, pero a la inversa ocurrió con las primeras onzas de balanza: costaban 6 pesos mientras que en los 40’s circulaba una moneda de ley 900 y casi 29 gramos de peso con valor nominal de 5 pesos (el famoso Cuauhtémoc). Nadie compró aquellas primeras piezas que hoy son de un alto valor numismático porque casi todas quedaron en stock y se volvieron a fundir.

La siguiente opción, que aunque sería la ideal, no está al alcance de todos, es el oro. Es verdad que tiene un premium muy alto (se compra caro y se vende barato), pero es inusual ver caer su precio y por lo regular, siempre se terminará superando ese premium que se pagó de más. La desventaja es su almacenamiento. Ni puedes conseguirlo y acumularlo fácil, y sobre todo, no puedes tener en tu casa así como así 20 centenarios o 20 onzas de 24 kilates. Cualquiera estaría dispuesto a torcerte el pescuezo. Tampoco es buena opción enterrarlo en el jardín. Y tenerlo en activos es como si tenerlo pero no.

Así que no sería mala idea que el gobierno monetizara nuevamente la plata para su cuño corriente (el peso resplandor circuló por todo el mundo durante 35 años), y como en los viejos tiempos, llenar el cochinito sin tanto riesgo de ver que se esfumen todos tus ahorros, que las polillas se coman tu billetes de 100 dólares o tus bienes te los expropie el gobierno, y si no te los quitan, al final tampoco te vas a poder llevar ni siquiera una escritura al más allá.

La miseria que te dará tu AFORE podrás complementarla con algo de efectivo para tener una vejez más digna y chuparte tu plata, porque en el cielo no encontrarás bancos ni banqueros. Todos están en el infierno.